Epílogo

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—¡Mami, Minji me está molestando! —chilló la beta

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—¡Mami, Minji me está molestando! —chilló la beta.

—Minji, ¿qué te he dicho de molestar a tu hermana?

La alfa de dieciséis años miró con los ojos entrecerrados a su hermana, siempre de bocona.

—Chismosa —dijo en un susurro mientras se sentaba a comer.

La beta de catorce años se sentó al lado de su hermana mayor con una sonrisa de victoria.

—Eso también va para ti, Hyein —la niña dejó de sonreír.

Jennie miraba la escena con una sonrisa en sus labios, sin querer meterse en la conversación.

—¿Hoy iremos al pueblo? —preguntó Minji con tono entusiasmado, la alfa mayor mirando con cierta complicidad a su hija.

—Sí, ¿por qué? ¿Quieres ir? —preguntó Lisa mientras cortaba su panqueque, era raro que su hija quisiera salir.

—¿Cómo no va a querer ir? Si va a ver a- —la alfa le metió un pedazo de panqueque a la boca a su hermana para que se callara y no hablara de más.

Lisa, sabiendo como se sentía estar en la posición de su hija, no preguntó nada al respecto.

Siguieron comiendo con tranquilidad, luego de que todas terminaran de comer salieron hasta la entrada, pero como siempre, algo tenía que pasar.

—¡Deja de reírte, estúpida!

Al parecer los tacones de Hyein la habían traicionado y se le despegó la suela.

—Ya, vamos, te acompaño a cambiártelos —animó Lisa.

La beta aceptó la ayuda mientras iba refunfuñando.

Las dos alfas se quedaron solas y Jennie vio el momento para atacar.

—¿Quieres ver a alguien en el pueblo? —preguntó directamente, un color rosado haciendose presente en las mejillas de su hija.

—P-pues... sí.

—¿Y quién es? —habló con curiosidad, había esperado ese momento durante años.

—E-es una omega —confesó mientras jugaba con sus dedos, un acto que había sacado de su mami Lisa—. Y-yo... la conocí cuando fuimos a la inauguración de aquella biblioteca.

Jennie hizo memoria hasta que recordó a alguien es específico.

—¿La que tropezó contigo? —Minji asintió.

—Nos hemos enviado cartas y-y tenía planeado invitarla a salir hoy —admitió sin poder mirar a su mamá.

Jennie sonrió, despeinándole un poco el cabello.

—En el centro hay un buen lugar donde venden tteokbokki, he ido con tu mami un par de veces y la comida es buena —la alfa menor la miró con una sonrisa.

La princesa y la sirvienta | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora