Capítulo 3: El Prado

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Sol se despertó con un sobresalto, y lo primero que le dio la bienvenida fue un ardor punzante que recorría desde su omóplato hasta una de sus zarpas. Fue por ello que se apoyó sólo en una cuando se sentó. Era de madrugada; estaba dentro de una cueva en un lugar que no conocía y la única luz que se filtraba en su prisión era la de una fogata fuera de esta. Pudo notar un plumaje rojo más allá de las barreras que le impedían salir, el cual luego reconoció como un blaziken. Sintió una enorme frustración, pero terminó por sólo suspirar con cansancio, agachando la cabeza. Sería estúpido intentar alguna huida estando herido y en clara desventaja.

Cuando pensó que su situación no podía empeorar, al mirar a su lado se encontraba el lucario de antes, el cual supuso que también había sido debilitado. Grandioso; lo habían capturado, herido y había perdido la escama, Runa y... Avareza estarían furiosas con él. No podía darle mucha vuelta en ese momento, así que volvió a acostarse, únicamente se le hacía raro que no estuvieran en Ciudad Coral, reconocía que el territorio estaba lejos de la costa.

...

Por otro lado... Glory no tenía un sueño ligero. Lo que la despertó fue un grito exasperado fuera de la tienda. Asustada, salió a ver qué era sólo asomando su cabeza. Ahí vio a Kento regañando a alguien que estaba dentro de la cueva, muy confundida, salió de la tienda y se acercó precavida.

—¿Qué suce...?

Quiso preguntar, pero escuchó a alguien hablarle cuando se acercó a la entrada de la prisión improvisada.

—¿Ella por qué no está encerrada?

Glory se hizo hacia atrás con un sobresalto, el que le había hablado era el lucario, quien estaba... algo chamuscado. Por el susto, Glory disparó angustiada una de sus flechas, la cual el lucario esquivó tan solo moviendo a un lado la pata.

—¿Va a ser así siempre?

Dijo él con buen humor. Debió notarse mucho la confusión de Glory para que el otro prisionero se sumara a la conversación.

—Lleva intentando escapar desde antes del amanecer.

Aclaró Sol, quien estaba recostado del otro lado, se le notaba irritado.

—Estoy así de usarte de combustible, Daitanai —Kento juntó las garras, dejando nulo espacio entre ellas, haciendo un gesto que declaraba su límite de paciencia —Además ella no es la criminal aquí.

—¿Te llamas Daitanai?—Preguntó Glory, mirando con inocente curiosidad al lucario. Ya que el susto se le había disipado, se percató de que aquél al que Kento regañaba no parecía ser alguien malo. Al menos no como imaginaba a los bandidos.

—¡No le hables!— Regañó Kento, pero al lucario no le importó las llamas que pudiera sacar el blaziken.

—Llámame Max.

Max extendió una mano entre de las barras para saludar, pero Kento le dio el manotazo.

Entre tanta cháchara Sol estaba pensando en otras cosas. La única razón por la que era capaz de aguantar a esos exploradores y el cazarrecompensas era pensar que esa situación era mucho mejor que acabar en una prisión de Ciudad Coral. Su garra golpeaba suavemente el suelo con impaciencia, tenía pocos días para volver con la escama. Se preguntaba quién la tenía... definitivamente no era ninguno de los tres idiotas que se peleaban del otro lado de su prisión, debían haber pokémon más competentes afuera. Recargó su mentón sobre su pata delantera, pensativo; ¿cómo iba a salir de esta?

—¿Y él quién es?

Aunque la decidueye hubiera susurrado, Sol fue perfectamente capaz de escucharla, por ello volteó a ver hacia esa dirección.

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⏰ Última actualización: Jun 10 ⏰

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