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—Lili... ¿Qué más hacen los papis y mamis?—preguntó Jennie curiosa, estaba sentada sobre las piernitas de Lisa mientras se daban pequeños y repetidos besitos en sus boquitas. A ambas les terminó por encantar esto, Lisa sonrió dulcemente ante la pregunta de Jennie, disfrutando de su tiempo juntas mientras compartían esos pequeños y tiernos besitos.
—Bueno, Nini, los papás y las mamás hacen muchas cosas juntos —respondió Lisa, acariciando suavemente la mejilla de Jennie—. Aparte de darse besitos y abrazarse, también pasan tiempo cocinando juntos, saliendo a pasear, o simplemente viendo películas abrazaditos en el sofá.
Jennie asintió con interés, sus ojos brillando mientras absorbía cada palabra de Lisa. Sus labios estaban echos como los de un patito mientras los rozaba constantemente en la boquita de Lisa.
—¿Y si cocinamos juntas, Lili?—preguntó Jennie, esta vez dando un besito que el lunarcito de debajo del ojo de su Lili y esperando expectante su respuesta.
Lisa se sintió emocionada ante la sugerencia de Jennie, encontrando la idea de cocinar juntas muy divertida y especial. Sonrió con ternura al sentir el dulce besito en su lunarcito y asintió con entusiasmo.
—¡Claro que sí, Nini! —respondió Lisa con alegría, pero luego su expresión decayó en un puchero—. Nini, pero ni tu ni yo sabemos cocinar.
Jennie frunció el ceño por un momento, pensativa, pero luego su rostro se iluminó con una idea emocionante.
—¡No te preocupes, Lili unnie! —exclamó Jennie con entusiasmo—. Podemos hacer nuestra comidita con plastilina—propuso Jennie, levantándose torpemente del regazo de su Lili para ir a buscar un conjunto de plastilina de colores brillantes que había guardado en una caja en su habitación. Regresó con la caja en las manos y la depositó sobre la mesa, frente a Lisa.
—¡Mira, Lili unnie! —dijo Jennie con emoción, abriendo la caja para revelar una variedad de colores brillantes de plastilina—. Podemos hacer nuestras propias galletitas, cupcakes y todo lo que queramos con esto. Será como cocinar de verdad, ¡pero sin ensuciar la cocina!
Lisa sonrió emocionada ante la idea, observando los vibrantes colores de la plastilina con asombro.
—¡Qué buena idea, Nini! —exclamó Lisa, tomando un trozo de plastilina rosa y comenzando a moldearlo entre sus manos—. Vamos a hacer las galletitas más bonitas y deliciosas del mundo—Lisa miró al piso, sus cachetitos volviéndose tan rojas como el rojo de sus crayones—. Pero... ¿no lo puedes hacer... sentadita en mis piernas mientras nos damos besitos?
Jennie sonrió con picardía ante la pregunta de Lisa, sintiendo un cosquilleo de emoción en su corazón. Se acercó nuevamente a Lisa y se sentó delicadamente en sus piernas, envolviéndola con sus brazos.
—¡Claro que sí, Lili unnie! —respondió Jennie con una sonrisa traviesa—. ¡Nos podemos dar besitos mientras cocinamos con plastilina!
Lisa rió suavemente, sintiéndose reconfortada por la cercanía de Jennie.
