Narcisa es una chica italiana que se muda a Avonlea junto a su familia. Al llegar, conoce a muchas personas nuevas, pero hay un chico que llama su atención de más. El gran apuesto Gilbert Blythe tiene a todas babeando por él, y lo sabe. Narcisa, al...
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Narcisa suspiraba, quedaban veinte minutos para que el reloj sonara y por fin fuera el final de ese día de escuela tan aburrido, encima ahora mismo se encontraba dando matemáticas. Ella odiaba las matemáticas.
Suspiraba repetidamente mientras miraba a los otros niños del aula, sobre todo a sus amigas, que la miraban con la misma cara de cansancio y aburrimiento, quedaba poco para invierno, así que todas estaban bien abrigadas aún estuvieran dentro de clase.
Anne llevaba sin venir tres días ya, y todas estaban muy preocupadas, bueno, Narcisa y Diana más que las demás, pero eso no importaba. Hablando de la pelinegra, les había dicho que tenía que hablar con ella y con Ruby antes de irse, por lo que eso causaba que estuviera aún más inquieta, ella no sabía esperar, necesitaba todo y al segundo.
Los minutos pasaron y la campana por fin sonó haciendo que todos recogieran y salieran del edificio, unos de una manera más bruta que otros. Narcisa se dirigió a una esquina, esperando a que Ruby y Diana salieran finalmente de aquel lugar de tortura. Las vio bajar agarradas como dos ancianitas, así que se dirigió hacia ellas, amarrando su brazo al de la pequeña Ruby.
— Entonces...¿De qué querías hablarnos, Diana? — abrió la conversación Ruby, intrigada por la información que tenía que otorgar la del vestido azul.
— Bueno, veréis...yo se que a vosotras no os cae tan bien y eso...pero me pregunta si podáis acompañarme a mi casa a hacer unos bollos y llevarlos a la casa de los Cuthbert...— explicó Diana, evitando hacer contacto visual con ninguna de las dos chicas, pues le daba bastante vergüenza.
— ¡Qué! Yo no pienso hacer ni bollos, ni bollas para esa niña malagradecida...como se atreve a quitarme a Gilbert. — los quejidos de la rubia fueron rápidamente escuchados por sus acompañantes, que se esperaban ambas una reacción algo parecida a la que Ruby estaba haciendo ahora.
— Vamos Ruby, fue un poco vuestra...¡Digo! Nuestra culpa por...culparla por lo de Gilbert, aunque yo no hice nada, pero igual estoy en el grupito...— intentó remediar Narcisa
— ¿Y porqué no avisas a más chicas? — ahora preguntó Ruby, ignorando un poquito lo que le había dicho Narcisa hace unos segundos, causando que está abriera la boca de par en par ofendida.
— Bueno, creo que sois las únicas que sabéis cocinar medianamente bien y pues que pueda convenceros, sin embargo...¿Me imagináis intentando convencer a Josie Pye? — las dos chicas negaron, era verdad que las que más posibilidades tenían de aceptar eran ella y la chica rubia, la cuál soltó un largo suspiro.
— Venga, nosotros podemos hacerlo, Rubs. — pronunció Narcisa, aunque para ella no era ningún problema, pues le caía bien Anne por lo que no guardaba ningún rencor.
— Vale, bien, iré. — por final accedió Ruby, causando que la pelinegra diera un salto y abrazara a las dos chicas, causando unas pequeñas risitas en ellas, para después elegir una hora de quedada para cocinar e irse para sus hogares, dónde les esperaba un caliente plato de comida.