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Corea del Sur

—Joven Park, se acerca la hora de la cita que su madre programó para usted —le recordó su asistente.

Suspirando lo miro para luego volver su visita a los documentos frente a el. Con una mano masajeando su rostro se levantó de su asiento tomando su chaqueta de traje.

Camino hasta su coche donde momento después este se perdiera entre las calles de la ciudad hasta el lugar acordado.

¿Iría? Sí. ¿Porqué? Simple, su madre. ¿Quiere ir? ¡Obviamente que no! ¿Tiene opción? Sí, pero no quiere recibir otra represalia departe de su madre.

Cuando llegó al Hotel, salió del auto y entro al edificio.

Dio el nombre de quien estaba la reserva, el cual era suyo por supuesto. Luego el personal lo guió a una habitación privada.

5 minutos.

7 minutos.

10 minutos.

15 minutos.

30 minutos.

Revisó impacientemente su reloj una y otra, y otra vez. Se suponía que se reunirían a la 6:30, ya eran pasadas las 7:00 y aún no llegaba.

Se levantó de su asiento listo para marcharse, pero en ese instante entro un chica apresuradamente. Era bonita.

—Lo siento, se me fue la noción del tiempo —se disculpó al momento en que se acomodaba un mechón de cabello detrás de su oreja.

Cuando ambos pares de ojos se encontraron, él la miro de arriba a abajo y frunció el ceño.

—Siento haberte hecho esperar —se inclinó.

—No somos cercanos para que me tutees —fue lo único que dijo antes de sentarse nuevamente.

Nerviosa por las frías palabras dadas por el joven frente a ella, también decide sentarse. Después de revisar el menú, esperaron a que llegaran sus respectivos pedidos.

Ninguno habló. Estaba en su teléfono viendo un correo electrónico que le había enviado su asistente. Quería salir lo antes posible de este lugar. Necesitaba hablar seriamente con su madre, aunque eso no sería de mucha importancia para ella.

Decidida a romper el incómodo silencio, la chica habló—: Me llamo Shin Su-hee, ¿y tú? O, ¿debería decir usted? —preguntó jugando con la copa de agua en sus manos.

—No necesito decírtelo, estoy seguro de que ya lo sabes.

Al escucharlo, simplemente se arrinconó en su asiento completamente avergonzado. De hecho, lo sabía. ¿Quien no lo sabría? A menos que vivas debajo de una roca y no hayas oído hablar del restaurante Golden Rose, el cual ha pasado por dos generaciones, siendo esta la tercera dirigida por él, Park Jimin.

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Australia

—¿Hablas en serio o estás enferma? ¿Por qué preguntas eso? —Rosé aún conmocionada por la pregunta continúa— Tengo novio, no necesitas preguntar algo así.

—Rosé, te conozco. Si llegas a enamorarte de alguien sere la primera en apoyarte.

—Mina... tengo novio —volvió a decir.

Sin embargo, ella le dio una mirada de: "se lo te preocupa".

—Esta bien. Aunque solo voy por trabajo, o, ¿qué? ¿Esperas a que encuentre al amor de mi vida en Seúl o algo? —volvió a tomar al pequeño Hank en sus brazos.

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—Achoo!

Dentro del gran lujoso Hotel Moonrise se escucho un estornudo proveniente de una de las habitaciones privadas.

—¿Se encuentra bien? ¿Está enfermo? -preguntó la chica tendiéndole una servilleta.

—Estoy... en realidad creo que voy a enfermarme, esta haciendo frío. Me iré antes de que empeore —se excusó levantándose del asiento para después salir de ese sofocante lugar al cual su madre lo había enviado.

—Pero...

Gracias a quien sea que haya hablado bien o mal de mi. Pensó al momento en que se sentó en la parte trasera de su coche.

Cómo había terminado con su trabajo de hoy, simplificando regresaría a casa. Esperaba que su madre no se enojara con él, otra vez.

—Ah. Bang Chan, ¿tu madre no te presiona a encontrar alguien? —preguntó a su amigo y asistente.

—No, pero cuando tiene la oportunidad, lo hace.

—Creo que esa es la razón por la cual nuestras madres se llevan bien.

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Dentro de la residencia Park, una mujer de mayor edad se encontraba en la sala de estar, junto a ella estaban sus hijos y esposo persuadiéndola para que vaya a dormir.

—¿Cuántas veces quieren que lo repita? No me ire a dormir hasta que ese chico no venga y me explique el porque volvió a irse —dramatizó— me dejara sin amigos si sigue así—negó con la cabeza.

—Mamá, por eso deberías dejar de insistir que mi hermano vaya a citas a ciegas. Si lo hace, no se sentirá presionado y tal vez con el tiempo encuentre a alguien —razonó Jihyo.

—Exactamente, mamá, dejemos que encuentre a una mujer la cual amo, ¿si?

—Cariño, hazle caso a los niños —su esposo acaricio suavemente su brazo en una de sus manos mientras le agarraba la mano con la otra— dejemos que se tome su tiempo.

—¿Tiempo? ¿Qué tiempo se va a tomar? Primero moriré antes de que siquiera traiga a casa a una chica que no sea alguna novia de sus amigos. Ya veo porque él y Bang Chan son amigos —volvió a negar.

Resonando pasos provenientes del pasillo desde la puerta principal, una voz habló— Creo que al parecer eran ustedes quienes estaban hablando de mí.

Caminó elegantemente hasta sentarse en el gran sofá enfrente de su madre.

—Jimin, hijo mío —habló cálidamente— ¡¿porque diablos volviste a irte?! Explícate ahora mismo —exigió.

—¿Hmm? Fue porque estornude, entonces asumí que me resfriaría y me fui. En realidad fue culpa de ustedes, si no hubieran estado hablando de mi, no hubiera estornudado y dicho que me enfermaría. De todas formas, gracias.

—Niño... tú —no continuó hablando y simplemente se masajeó la cabeza.

—Mamá, ¿podemos...?

—No, no me llames mamá —hizo un gesto con las manos— se lo que intentas decirme. Hijo, solo te estoy ayudando a encontrar una buena mujer. ¿Puedes hacer el intento por favor? Hazlo por esta pobre mujer que quiere verte feliz.

—Mamá, se que quieres mi felicidad, pero no quiero que arregles esas citas para mi. Mejor usa tu tiempo para salir con tus amigas o tampoco puedes viajar.

—Ósea que, ¿ya no me quieres ni en mi propia casa?

—Eso no es lo que quise decir.

—Esta bien, te dejare en paz —dijo sorprendiendo a todos los presentes, pues rara vez dejaba ir un asunto fácilmente.

Él fue el más sorprendido, sonrió al escucharla, ¡su madre había aceptado parar!

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Forced To Love HimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora