Sálvame. [HuskerDust]

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Hablemos un poco sobre Husk, o Husker como su jefe suele llamarlo cuando necesita que haga un trabajo para él. Trabaja como un bartender por las noches, es su trabajo soñado por así decirlo. Hundirse en toneladas de alcohol mientras escucha los problemas de las personas que se quejan de sus familias, mujeres, hijos que no ayudan en casa y se la pasan gastando dinero en muchas estupideces que no sirven, ni servirán para sus futuros fracasados. Si, esa es la vida que quiso antes de involucrarse con él idiota que tiene delante.

Tiene 30 años, soltero hasta los momentos. Nunca ha sido alguien que le interesen los demás, mucho menos ahora que tiene a alguien tan loco como el maldito que tiene a su lado. ¿Sexualidad? No lo ha pensado, no es vírgen pero no le resulta interesante coger como conejo con alguien. Es un alma vieja que solo quiere sumergirse en el alcohol y en un par de brazos que le den consuelo...

Un momento... ¿¡Acaso dijo consuelo!?

— He oído que has estado muy cerca del niño del bar.

Un escalofrío recorrió su espalda, justo cuando una daga se deslizaba por su cuello mientras que la venda que cubre sus ojos lo dejan indefenso. El frío filo acaricia los vellos de su cuello, sintiendo como ejercía presión en la vena carótida. La misma que saltaba gracias a las palpitaciones aceleradas de su órgano motor, sintiendo como la risa fría del más alto y ¿jóven? resonaba fuerte y claro en su oídos, al mismo tiempo en que pasos llenaban la habitación junto a una risa infantil.

— Lo que haga con mi vida no tiene nada que ver contigo.

— ¿Mmm?

Fue cuando escuchó ese suave tarareó que sintió miedo, el cuchillo cortó un poco de la barba que tanto se había dejado crecer para verse medio decente en las noches. Su voz se perdió cuando el filo nuevamente subió por su cuello y fue entonces que recordó con quién estaba tratando. El maldito loco que es uno de sus dos jefes, el mismo que le había enviado razones de su gran jefe al bar y hacía llegado a conocer al alborotador que lo había llamado cantinero en una de sus crisis por las drogas.

Una suave risa se escuchó de fondo, pero estaba a su lado y se oía jodidamente aterradora.

— Lo siento, Husker. Se me fue la mano...

Apretó la mandíbula cuando el cuchillo cayó al suelo.

— Aún tienes nervios de acero. — continuó — Me alegro que mi mascota favorita siga funcionando como en nuestros tiempos de antaño, cuando éramos jóvenes y un poco rebeldes.

El castaño oscuro (Husk) chasqueó la lengua cuando las cuerdas que estaban en sus manos y pies comenzaban a dejar de apresarlo cayeron al suelo. Sus ojos se quedaron en el más delgado, el que llevaba un par de lentes y que lo hacía ver cómo todo un intelectual.

— ¿Hace falta que menciones a un niño que no tiene nada que ver en todo esto?

El jefe de Husk, soltó una pequeña risa cuando recogió el cuchillo.

— Han sido dos semanas en las que algunos de mis hombres te han visto con él, y lastimosamente ya está envuelto en todo esto querido amigo.

Husk ahogó un gruñido cuando el otro guardó la daga en las botas que llevaba puesta. Vestido como un militar cuando es un asesino profesional y buscado, es en estos momentos en que se pregunta. ¿Cómo fue que se vio involucrado con un asesino? ¡Joder, él solo quería ser un cantinero que se muere en alcohol!

Miró al castaño, el mismo que tenía ambas manos en las caderas.

— ¿Has pensado en lo que pasará con él después del golpe de hoy en la noche? — decía mientras acomodaba las gafas sobre el puente de su nariz.