Te quiero

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Dee apartó su cara de golpe, con una mirada que reflejaba un terror creciente, Heavy, teniendo en mente que podría deberse a lo que acababa de hacer, mantuvo un seco mirar, estaba dispuesto a aceptar hasta las últimas consecuencias, pero pronto lo notó, se dió cuenta que aquella reacción no iba para él, sino que iba para algo o alguien detrás, que Dee miraba por encima de su hombro. Sin cambiar su expresión, volteó para toparse con algo que detendría su corazón en una fracción de segundo.

Era su padre, que miraba a ambos con una cara de horror, mientras cubría su boca para no dejar escapar un solo sonido.
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¿En qué momento? ¿Es que momento había abierto la puerta? ¿Cómo fue que no nos habíamos percatado hasta ahora?
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Glam salió corriendo de la habitación, a alguna parte de la casa, mientras Dee se retiraba violentamente de su hermano para ir al baño a vomitar lo poco que había comido ese día, mientras las lágrimas salían de sus ojos y remarcaban una mirada de profunda frustración. Heavy sujeto con fuerza su melena como si buscará arrancarla de una, si ya de por sí se sentía como la mierda por haber permitido que sus sentimientos se consumaran el hecho de que los hubieran descubierto lo tenía peor de lo que jamás hubiera podido imaginar.

- ¡MIERDA! -. Gritó con rabia mientras se mantenía con la cara apuntando al suelo.
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Todo se acabó...
Papá le dijo todo a Mamá y al tío Ches, tampoco es como que le guardara rencor por eso, es decir, como podría siquiera pedirle que guardara en secreto algo de tal gravedad.
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Así pasaban las semanas y sus miradas de horror y rechazo se clavaban profundo en los rincones más lucidos de su memoria, la familia que había sido feliz se había quebrado en un momento desde ese día. Habían cruzado la línea y era quedarse cortos el describirlo así, los padres comprensivos, y bastante más permisivos que el resto, tenían un límite que sin duda alguna había sobrepasado.

Glam y Victoria habían tomado la decisión de separarlos mientras procesaban lo que acababa de pasar, Heavy se había quedado con ellos mientras que Dee se quedaba con el tío Ches, tampoco era como que les permitieran verse en cualquier otro momento, ese había sido su castigo por acercarse más de lo debido, por haberse permitido un contacto poco apropiado para un par de hermanos.

Pasaron los días y el pelirrojo había comenzado a desvariar, no podía dejar de pensar en Dee, en sí comía bien, sí salía o sí su condición seguía estado controlada como hasta ahora, eran tantas preguntas que rondaban por su cabeza hasta que no pudo resistirse más y, como si de un impulso animal se tratase, salió de casa una tarde de tormenta, había salido por la ventana como tantas veces lo había hecho el rubio durante su juventud y pronto se adentro en el aún joven atardecer hasta que su silueta se vió opacada por la lluvía.

Mientras corría camino al nuevo hogar del otro, una voz retumbaba en su cabeza, gritando que parara, que estaba mal, que debía dejar las cosas como estaban, haciéndole saber que esa no era la decisión correcta, pero eso no lo freno, continúo firme y sin flaquear; no podía callar su voz de la razón pero, aún así, quería seguir, quería verle aunque estuviera mal, quería estar a su lado, lo quería a él...

El rubio miraba a través de la sucia ventana de la poco ambientada habitación que se le había asignado meses atrás, recostado en el piso, jugando con el pequeño cuchillo que su hermano le había regalado hace tiempo, suspirando por algo más que la nostalgia que el clima emitía, por instantes podía versele lagrimear pero eran gotas tan minúsculas que hacían parecer su dolor algo casi imperceptible hasta para él; había comenzado a creer que tal vez necesitaba más que fuerza de voluntad para no caer ante las tentativas ganas de cometer suicidio, al fin y al cabo no importa como se lo planteará, su vida era una completa mierda, siempre lo había sido, pero ante la ausencia de su familia y sobre todo la de Heavy, aquella conclusión parecía tomar más fuerza en su pensar.

No podía dejar de repetir en su mente el beso que había tenido con su hermano, y peor aún, no podía dejar de darle vueltas al hecho de que él básicamente lo había consensuado al no intentar si quiera detenerlo. Él, más que nadie, entendía el concepto de lo que estaba bien y mal y aunque era más que claro que había un matiz de grises y no un blanco o negro absolutos, aún así, no podía dejar de culparse por lo que aconteció, se había deshonrado a sí mismo y a su familia y, lo más lamentablemente, había fallado como hermano.

Un toquido en el cristal lo sacó de sus pensamientos de golpe, e impulsivamente, sin oponer resistencia ante tal llamado, se levantó haciendo uso de lo que parecían ser sus últimas fuerzas y abrió la ventana con firmeza como sí esperara algo, cuando al fin pudo verlo, eso que su razonamiento quería rechazar pero que su corazón acepto con anheló.

- ¡DEE! -.

Am I Crossed The Line?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora