El León de Nemea

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Como le dieron el nombre Heracles hasta después de sus pruebas, usara el nombre de Alcides

Los dioses oían las plegarias de los mortales, claro, y sabían que bestias o males les asolaban. De esa forma, se les hizo sencillo escoger las tareas para el joven.

Al haber dejado su hogar, el dios jefe de la India, Shiva, le dejó una tarea de la que no esperaba que el chico volviera con vida: acabar con un león monstruoso, nieto del mismísimo Tifón, y traerles su piel. Este león vivía en Nemea, una región que se ubica cerca de la Argolide.

La criatura era un ser vil que se dedicaba a matar a los habitantes del lugar y su ganado, pero no por hambre: como si lo hubiese aprendido de la misma humanidad, la bestia parecía hacerlo solo por diversión.

Varios aldeanos intentaron rogarle que no fuera: le mostraron el escudo del último que intentó evitar que esa bestia siguiera atacandoles, que había sido totalmente cortado por la mitad de un solo zarpazo. No era necesario decir cuál había sido el destino del pobre hombre, pero aún así pensaba ir.

Les pidió treinta días para volver, y si luego de ese tiempo no volvía, podían darle por muerto. Ninguno de los aldeanos creyó que volvería a ver a ese chico, y desesperados, hicieron planes para llevar a cabo un sacrificio a los dioses con tal de librarse de esa bestia.

Tardó semanas en lograr obtener la pista de la criatura, hasta que un día....

"Apúrate chico, no tenemos todo el día! " graznó un cuervo blanco.

"Shh, solo debemos vigilar !" Le graznó el cuervo negro.

"Lamento si me tardo mucho, pero primero debo ver donde se oculta el león " se disculpó el joven de cabellos rojos.

Varios dioses no creían que su fuerza llegara a tal nivel. Si, había bebido ambrosía, pero que garantizaba que pudiera soportar tantas hazañas ?   Así que un dios tuerto había enviado a ese par para que vigilaran las cosas,  reportarán si acaso el chico terminaba siendo víctima dl gran felino.

Para ser justos, algunos dioses del panteón le habían dado algunas armas, que si bien eran poderosas, serían inútiles si no tenía la habilidad o la fuerza para usarlas : el que consideraba que le daría más apoyo, al menos con esa misión en particular, era un regalo del mismísimo Apolo: un arco y flecha preciosos, dorados como el sol.

Rastrear a una criatura salvaje nunca era fácil, pero había un método que jamás fallaba: buscar alguna fuente de agua. Todos los animales, desde el ratón más pequeño al oso más enorme, necesitaban beber agua para vivir.

"Shh..." les dijo a los cuervos mientras se acercaba. Sería mejor no espantarlo, y acabar al animal con el menor sufrimiento posible.

Tensó el arco para apuntar, y le disparó directo al corazón, lo que debió de darle una muerte rápida y sin dolor. Debió, por que la criatura siguió bebiendo como si nada

"Ja, fallaste !" Se burló el cuervo blanco

"El humano va a fallar la prueba "se burló el cuervo negro.

Vio perplejo que la flecha estaba en el suelo. Quizá si le daba en una pata, podría solo acercarse para rematarlo luego...

Así que le apunto a una pata, que está vez le dio, pero en lugar de clavarse, simplemente rebotó. El león dejó de beber y decidió echarse un siesta. El joven decidió que debía aprovechar esa oportunidad, y sigilosamente se acercó al león.

El dios Hermes le había dado una fina espada. Quizá había calculado mal al usar las flechas, por que viendo que eran regalos del mismo Apolo, no encontraba sentido a que hubieran fallado así nada más.

La bestia no despertó, por lo que el joven Alcides intentó cortar su cabeza, pero lo único que se partió fue la espada. El león despertó, no por el dolor del golpe, si no por el ruido que provocó la espada al caer. Dio un fuerte rugido e intentó darle un zarpazo al chico, que le majo la pata con tal fuerza que el león sintió algo que no conocía: dolor.

"Eso le duele?" Se cuestionó el cuervo blanco

"Pero si las armas ni siquiera le hicieron cosquillas !" Graznó el negro

La bestia consiguió zafarse y corrió devuelta a su escondite, lo que le dio una idea al joven acerca de cómo acabarle.

Rastrearle esta vez no fue tan difícil, pues al haber estado cerca del agua, había ensuciado sus patas con lodo. Así, encontró la cueva de la bestia.

No podía dejar que escapara otra vez: eso solo haría que se volviera más precavido y encontrarle sería aún más difícil, sin mencionar que no había duda duda la criatura seguiría asesinando inocentes. Reviso bien el sitio, y descubrió dos entradas: cubrió la de atrás con una gran roca para evitar que la bestia escapara. Ir de frente contra un animal salvaje normalmente era pésima idea, pero, en su caso, era la mejor opción.

Ahora, pese a su que fuerza le hacía daño a la criatura, las armas no: necesitaría conseguir una nueva que se adaptara mejor a su idea. Partió un gran árbol a la mitad y con los restos de su espada tallo un mazo. Era simple, pero efectiva.

"Ni las armas que te dieron los mismos dioses sirvieron, que te hace pensar que esa cosa si?" Se burlo uno de los cuervos

"Oh tampoco servirá del todo, pero es parte del plan " respondió el joven Alcides. Los cuervos se posaron en un árbol cercano en lo que el chico entró a la cueva.

El león estaba aún asustado por lo de su patita, por lo que en cuanto vio al héroe asomarse en su cueva, intentó salir huyendo: al ver que no era posible, rugió e intentó lanzarse sobre  el, solo para que el chico le diera un mazazo con gran fuerza sobre la cabeza.

No fue suficiente para romperle el craneo y mucho menos matarlo, pero si para dejarle aturdido. La bestia estaba tan confundida que no pudo ni reaccionar cuando Alcides le saltó encima y puso sus brazos alrededor de su cuello.

Era una forma cruel de morir, y más lenta de lo que le gustaría para acabar con una criatura, pero era su única opción. El león se retorcía e intentaba liberarse, haciendo que el héroe le apretara cada vez más fuerte hasta que el león dio su último aliento.

Los cuervos fueron a investigar, topándose con el león muerto en los brazos del joven griego

"Lo lograste ??" preguntaron ambos soprendidos.

"Si..."iba a cargar el cuerpo para ya irse, pero los cuervos se posaron

"Solo la piel!" Le recordó

"Tendrás que quitársela!" Lo cual era imposible si nada lo atravesaba.

Agarro las patas del felino, a ver si su teoría era correcta: si sus garras atravesaban así un escudo, quizá podrían con su piel.

Fue efectivo : la piel sangró, y luego de un rato, logró desollarlo por completo. Agarro la piel y empezó su viaje para presentarle su primera misión cumplida a los dioses.

Justo era el día treinta desde que había partido: los aldeanos estaban a punto de hacer un sacrificio de un pequeño niño a los dioses, para que enviaran ayuda, cuando vieron al chico que creían muerto volver, y más impresionante aún, con la piel del monstruo. De inmediato desataron al niño y mandaron a matar alguna reces.

"Por nuestro héroe, Alcides !" Hicieron un banquete en su honor, que el chico no pudo rechazar y aceptó quedarse con ellos el resto de la noche .

Los cuervos se quedaron lejos, no debían de llenar la atención. El festín duró hasta la mañana siguiente, cuando el héroe volvió con un pedazo de carne para cada uno

"Y eso?" Pregunto el cuervo blanco

"Llevas provisiones ?" Pregunto el negro

"Son para ustedes, me hicieron compañía en toda la cacería y sería injusto que pasen hambre "la había pedido cruda, al ser la forma preferida de ese tipo de aves de comerla.

La gente de Nemea escribió y contó las aventuras del héroe, tal y como habían pasado. Claro que cambiaron un detalle, que fue una mentira que luego todos, hasta cierto niño, aceptaron: el chico pensaba sacrificarse a sí mismo si el héroe no volvía, para así salvar a su pueblo.

Las Labores de Alcides Donde viven las historias. Descúbrelo ahora