Un viejo y pesado amigo

14 0 0
                                    

-¡Tanto tiempo sin verte!- me dijo la voz irremediablemente irreconocible.

Pasado ese instante deseaba irme, toda esta gente y tantas cosas que me eran despreciables sólo me hacían pensar en huir. La vida puede tornarse caótica de un día para otro y nada tener sentido. Querer que todo (quizás yo) desapareciese de la existencia era una posibilidad que por alguna razón me parecía imposible pues nada solucionaría la vida. Decidí voltearme hacía él, otro nocturno, quizás mucho más letal que yo puesto que su obeso cuerpo demuestra la saciedad que por alguna razón yo no puedo experimentar.

-Siempre deseas esconderte-dijo sacándome de mis pensamientos- por alguna razón me encontraba pensando que había sido de ti.

-Me encontraba haciendo varias cosas...-me limité a decir y me percaté de que no creyó una sola palabra.

-Hay algo que necesito que investigues- comenzó a decir cuando ya sabía a lo que venía, esas búsquedas por las que en alguna ocasión accedía sin cuestionar. Se acercó más de cerca a mí-Hay una criatura en los alrededores de la ciudad. Varios civiles se han percatado de él y si continúa apareciendo amenazará la existencia y esencia de este negocio.

-Tu sabes que eso eran historias pasadas- le dije evitando mirarle, a pesar de mi curiosidad brotando por mis venas.

-Sí claro- refutó avisándole luego a su empleado que estaría a cargo.

Perfecto, no estoy seguro de por qué verdaderamente fui a ese lugar pero ahora estoy saliendo del mismo a cazar como si hubiese perdido mi voluntad. Siempre lo logra y por extraño destino (o más bien situación común) me parece que me tocará salvarlo.

Salimos del negocio y pareció tomar las riendas de mi destino. Tuve que seguirlo por varias calles recurridas por uno que otro adolescente ebrio actuando de maneras que no recordarán. Llegamos a un parque oculto entre la ciudad cuando comencé a percatarme de algo fuera de lo usual. El silencio de aquel bosque de una decena de árboles albergaba una presencia inquietante. Sé que nos podía ver pero yo lo podía sentir. El líder de esta encomienda me miró y ya sabía que me quería comunicar: él ya lo había encontrado.

El desgraciado siempre ha tenido mejores sus sentidos. No obstante conozco sus carencias y justo cuando pienso en ello suena imprudentemente su móvil. Pareciendo haberse olvidado de lo que habíamos venido, contestó y siguió caminando para un lado. Algo no andaba bien, me parecía haber oído movimientos entre los árboles y él de un lado para otro hablando con quien sabe. Ya nuevos movimientos que observé de varios lados me confirmaron que había algo cerca.

La criatura no busca presentarse de frente hacia nosotros. Bueno, nosotros ya no es una palabra que considere válida porque no lo veo por ningún lado. Pensé en mi mejor alternativa y me senté en el suelo a esperar que la criatura aparezca. Una vez sentado mi atención estaba en el más leve movimiento de cualquier cosa que se acercará a mí. Presentí que el ser se abalanzaría por mis espaldas y atacaría mi cuello. Eso era bueno pues ya tenía una bastante segura trayectoria. A segundos la criatura se abalanzó a mis espaldas y agarré instintivamente el pecho con mis garras y lo lancé con el mismo impulso de la criatura.

Pude observarlo mejor, lo traté demasiado bien nombrándolo criatura; era una bestia. Tenía pelo por todos lados y su hocico junto a su figura erguida delataba su identidad. Era un lycano de lo más peculiar. Su cuerpo se encontraba altamente definido y tonificado. Váyase a ver el humano huésped de esa enfermedad. El tratamiento para la lycantropia suele tener resultados positivos sólo para el ambiente: una pistola cargada con balas de plata. Me pregunto que hacen luego con la plata y por qué hace esa reacción peculiar en las criaturas. Lo que si sabía con seguridad es que no poseo ninguna de esas balas.

Por Angel Yamil Ortiz Torres

El Testimonio del NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora