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Sakura miró a su alrededor y lo único que pudo preguntarse fue, ¿Que que hizo mal?, ¿Acaso merecía aquello?, ¿Era una especie de castigo?, Y si era así, ¿Un castigo por qué?.

Durante toda su vida había sido buena, amable y solidaria, siempre ayudando en lo que pudiera y regalando sonrisas a los demás. Nunca había robado o pensado en hacerlo, era educada y bien hablada en algunas ocasiones podía soltar palabrota o insultos pero nada demasiado fuerte o vulgar. Era una buena hija y a su parecer una excelente hermana mayor.
Entonces, ¿Por qué?, ¿Por qué ellos eran malos y no la querían?, ¿Por qué debía sufrir sus constantes rechazos y palabras crueles, junto con sus faltas de respeto y sus insultos?, ¿Por qué tuvo que quedarse sola en el mundo?. Pese a que hizo todo lo que pudo para ganarse su amor y su aprecio sus hermanos no la ven como alguien a quien querer y respetar.

¿Por qué Karin y Sasori no podían brindarle algo de afecto?. En más de una ocasión llegó a llorar y sentirse despreciada por ellos, sus dos hermanos menores, esos por los que decidió seguir luchando sin bajar los brazos ni un poco, esos pequeños por los que sacrificó gran parte de su vida criando y amando. Esos que están a pocos metros siendo sujetados por un horrible monstruo, esos por los que lo daría todo sin dudar.

—¿Y bien?, ¿Ya lo pensaste?— el demonio luce bastante ansioso y enojado. Sus ojos parecen brillar peligrosos, de hecho miro con molestia a los gemelos. —¿No podían dejar esa mierda en paz?— los menores se miraron entre sí antes de bajar la cabeza.

—Creímos que todo era falso y que nadie vendría por ella— contestó Karin con voz seca como si en verdad no le importará en lo más mínimo lo que está a punto de ocurrirle a su hermana mayor. Esa que la cuido durante ocho años.

Esa que ocupó el lugar de sus padres sin dudarlo.

—Pues, ya ves que era real y todos vinimos a cobrar. ¿Que haremos ahora?— pregunto curioso una especie de fantasma con largo cabello negro cubriendo su rostro, viste una camiseta gris y unos jeans desgastados. Su voz es bastante suave y tranquila pero no por eso deja de ser aterrador para Sakura quien se abrazó a sí misma tratando de darse algo de calor, sin darse cuenta de que alzó un poco su busto atrayendo la atención de los entes, sus pezones están algo erguidos debido al frío que hace en el lugar y la escasa vestimenta que lleva puesta. 

—Exquisitos— una hermosa mujer de unos cuarenta años la abrazó desde atrás antes de lamer su mejilla y mirar con morbo sus pechos. 

—Tsunade— la nombró el demonio con seriedad, la mujer de hebras rubias y ojos color miel sonrió divertida cuando sus contrincantes le lanzaron miradas de odio. ¿Pero bueno quien no la miraría mal? Prácticamente tiene los senos vírgenes de Sakura entre sus manos y los aprieta con sutileza sacándole varios gemidos de sorpresa.

Gemidos muy excitantes para todos los presentes.

—¡Quita tus sucias manos de ella!— Karin intentó liberarse del brutal agarre de la gárgola para ir en ayuda de su hermana. —¡No mereces tocarla!, ¡Perra!— una segunda mujer apareció frente a la menor para darle una bofetada en la cara.

—¡Silencio!, ¡Esto lo han provocado ustedes mismos!— grito enojada, la fémina tomó a Karin del mentón para olerla. —Tienes tantos aromas juntos que me dan náuseas— le dijo asqueada, Sasori está algo cohibido por la belleza de la mayor quien tiene una larga y brillante cabellera roja como la sangre y ojos verdes sin dudas es una mujer muy hermosa, con un cuerpo bastante proporcionado y sensual. El sueño de cualquier hombre. 

—¡No le hagas nada!— y ahí estaba ella, salvando el culo de esos mocosos una vez más. Tal y como sus padres siempre le enseñaron, ella debía cuidar de sus hermanos a toda costa. —¡Ah!— Tsunade volvió a apretarle el pecho ignorando lo que ocurre a su alrededor.

—No lo repetiré dos veces— el ser de piel rojiza habló fuerte y claro haciendo que la rubia se aleje despacio.

—Valió la pena— Tsunade le guiño un ojo a la pobre Sakura. Pero está solo la ignoró por qué está más preocupada por los gemelos.

—¿En verdad creyeron que íbamos a desaprovechar la oportunidad de tener a una virgen para nosotros?— pregunto serio, con solo un chasquido de sus dedos… Sus largos dedos el demonio hizo que unas cadenas salgan del suelo para enredarse por las torneadas piernas de Sakura hasta llegar a sus rodillas, con solo una mano el ente de ojos negros agarró las dos muñecas de la pelirrosa subiendo sus brazos por encima de su cabeza. —Asi te vez más apetitosa— susurró sobre su rostro dejándola sentir su cálido aliento, unas cadenas bajaron del techo tomándole los brazos. Ahí frente a todos la Haruno acabó encadenada y expuesta ante sus ojos perversos.

—¿No creen que esa ropa es inapropiada para el momento?— la mujer pelirroja finalmente se alejó de los gemelos dejando que la gárgola hiciera su trabajo.

—¿Que sugieres, Mei?— la de ojos miel hizo aparecer una especie de sillón para sentarse cómodamente. Dado que ese drama parece pintar para largo.

Ninguno quiere dejar pasar la oportunidad de follar a una virgen.

—Yo quiero algo acordé a su belleza y a su pureza— comentó pensativa sus orbes verdes miraron de pies a cabeza a la castaña deleitándose con su aspecto. Cabellos rosas largos y sedosos, ojos jades llenos de amor e ingenuidad, piernas largas y torneadas junto con unas caderas anchas, un trasero grande y firme terminando de completar todo con unos senos bastante turgentes y esponjosos. —Algo que la haga ver tan sensual y sexi como creo que podría ser— los gemelos soltaron una risita ahogada atrayendo la atención de los seres presentes.

—¿Que es lo que causa tanta gracia?— pregunto el fantasma serio viéndolos a través de su espeso fleco. —¿Acaso no creen que su hermana sea atractiva?—. Cuando los menores volvieron a sonreír la sangre de los presentes hirvió.

—Si fuera tan atractiva como insinúan aún no seguiría siendo virgen a los veintiséis años— ese comentario venenoso de parte de Sasori hicieron que el corazón de Sakura se estruje una vez más.

Otra palabra cruel dirigida a su persona y su aspecto. ¿Acaso ella merecía ser tratada de esa manera?. ¿Que había hecho mal para que su propia sangre la odié?.

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El precio de tu virginidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora