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A las cuatro de la tarde Rei llegó a su casa

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A las cuatro de la tarde Rei llegó a su casa. Saludó a Cherubi, corriendo por las escaleras para cambiarse de ropa y poder sacarlo a pasear.

Cherubi era muy exigente con los horarios.

—Vamos, pequeño. —dijo la muchacha de cabello rosado, terminando de ajustarle la correa sobre el cuello y abriendo la puerta de entrada de su casa.

Cherubi ladró emocionado, disfrutando del aire fresco que las calles de Seúl le proporcionaban.

Su dueña estaba en las mismas, se tomó su tiempo para cerrar los ojos y sentir la brisa recorrer los poros de su piel. Adoraba esa sensación. Libertad

Se acomodó su cabello y comenzó a caminar con su mascota a un lado. El recorrido que hacían era siempre el mismo: pasear por las veredas un rato y luego ir a la plaza que quedaba cerca. Era grande y siempre estaba llena de niños y otros perros.

Cherubi movió la cola alteradamente en cuánto llegaron al parque. Los ladridos de otros caninos lo entusiasmaron y salió corriendo a gran velocidad tras ellos.

Aunque sus palabras no sirvieron de mucho, puesto que en menos de cinco segundos Cherubi saltó sobre un cuerpo ajeno, tirando a su vez a Naoi. 

Allí se quedó, sobre la pobre chica que su perro había "atacado", ambas en el suelo. 

—¡Dios mío, lo lamento tanto! —una avergonzada Rei se recompuso rápidamente, estirando su mano a la chica del suelo. 

Para su sorpresa, en cuanto la contraria alzó la mirada, su corazón estalló de emoción. 

¡Una chica hermosa, de bonitos orbes y probablemente de su edad estaba frente a sus ojos gracias al tontito de Cherubi, que no sabe porqué salió corriendo de esa manera! 

¿Fue una coincidencia? ¡Por supuesto que no! ¡Eso definitivamente fue gracias a su trasero y la luna! 

Quiso gritar, pero mantuvo la calma esperando no espantar a la desconocida, quien aún no aceptaba su mano. 

—Lo siento, en serio, no sé por qué hizo eso, él es tranquilo habitualmente —seguía hablando, nerviosa. Por fin la chica había recibido su ayuda, pero no dijo nada. Sus ojos eran maravillosos, muy armónicos, al igual que todo su rostro. —Lo siento de verdad. Yo- 

—Está bien, no pasa nada. —respondió por fin, dejando sorprendida a la chica de pelo rosa por su dulce y tranquilo tono de voz. ¿Es real? ¿Estoy muerta? ¿Puede ser que en realidad Cherubi no haya chocado con ninguna muchacha bonita y en vez de eso me haya arrastrado directo a la calle y justo pasó un auto que le puso fin a mi corta vida y ahora estoy en el cielo? Aquel razonamiento tenía mucho sentido en su cabeza porque la rubia frente a sus ojos parecía un ángel. 

Salió de sus absurdos pensamientos cuando oyó al animal ladrar de nuevo, esta vez rodeando a la chica con la correa. 

Rei quedó impresionada con aquello. Cherubi, al contrario de lo que pensó, se veía emocionado estando cerca de la niña. Su colita se movía de izquierda a derecha velozmente, y daba pequeños saltos siguiendo la misma circunferencia que antes. 

poto + luna = liz   ౨ৎ   𝗹𝗶𝘇𝗿𝗲𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora