Capítulo 12

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Estaba sentada en mi sitio favorito del parque. Escribía. No era lo mejor que había escrito pero era la realidad. Pero daría igual. Acabaría en el río, como sus iguales. De repente lo vio pasar. Iba deprisa pero le reconoció. El corazón se le paró un sevundo y después comenzó a trotar como un loco. ¡Era él! El que la conocía realmente. Pero se volvió a hundir en seguida. "Pero no conoce tu rostro" se reprendió. Asi lo había querido. Se quedó ensimismada mirandole. Cuando le perdió de vista se levantó de un brinco dispuesto a seguirle. Echó a andar detras de él y lo encontró en un puente. Mas correctamente, en su puente. Del que tiraba sus poemas. "Si él supiera"pensó. El chico se paró en medio del puente y se agachó dejando un bulto. Después, se giró para mirarla (¡a ella!) y se marchó para la direccion contraria. La chica se acercó despacio, curiosa, para observar el objeto que él había dejado. Se encontró con un cuaderno desgastado, de tapas rojas. Abrió el cuaderno para averiguar su contenido. Dibujos de una chica de cabello rizado y castaño. La chica dió un respingo. Era ella. Se sintió como cuando miras un espejo. Un espejo muy favorecedor, hay que admitirlo. Siguió pasando hojas. Sus notas, las que le había escrito, estaban allí. Todas salvo una. Y al final se llevó una sorpresa agradable. Todos los poemas que había escrito estaban allí. Un poco arrugados, a causa del agua. No le sintió cuando llegó a su lado. Se asustó cuando alguien la cogió la mano, pero se tranquilizó al ver que era él. La llevo al borde del puente y sacó un trozo de papel. La última nota que le había escrito. Esa en la que se despedía. El chico cogió una piedra del suelo y, envolviendola con la nota, se la pasó. Entendió lo que quería que hiciera. Respiró hondo y lanzó la nota. Vio como caía y sintió que no solo era la nota la que caía si no también su mascara. Y allí, agarrandole la mano, la vio desaparecer.

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