La guerra de Hogwarts contra Voldemort había empezado. Todos luchaban y peleaban. Aunque como en toda guerra siempre hay muertes, nunca nadie esta preparado para ver a sus amigos, familia o conocidos con los que habían pasado años compartiendo momentos felices, morir. Y tú no fuiste la excepción; lamentablemente, en una pelea con un mortifago, te había alcanzado un hechizo poderoso, el cual provocó que empezarás a morir lentamente. Tal hechizo te dejo muy débil al momento asi que no pudiste hacer nada más que caer sin fuerzas al piso, lleno de suciedad.
REGULUS BLACK
En el preciso momento en el que caíste, solo podías pensar en una cosa. Regulus Black. Tu amado novio, el cual, iba corriendo hacia ti rápidamente.
Tus ojos se encontraron una vez más con el mortifago, que te mostraba una sonrisa maliciosa. Levantó su varita, murmurando un hechizo, pero no logró ni siquiera terminarlo al ser impactado por el hechizo imperdonable lanzado por Regulus.
Avade Kedavra.
—¡T/n! —Escuchaste aquel chico de ojos lindos, los mismos que te hipnotizaban desde hace 2 años.
En un abrir y cerrar de ojos, ya se encontraba de rodillas a tu lado.
Te tomó con fuerza y te atrajo hacía él.
—Linda... —Su voz temblaba.
Besó tu frente.
—Mi a..amor... —Pronunciaste con esfuerzo.
—Estarás bien, tranquila. No digas nada más. No te esfuerces. —Recitó rápidamente, limpiando la lágrima que había empezado a descender por su mejilla fría debido al desesperado viento.
Deslizó su brazos izquierdo por debajo de tus rodillas y el otro por debajo de tu espalda, listo para levantarte y con la idea de llevarte a un lugar seguro y donde encuentre ayuda. Pero se detuvo al notar tu acción:
Dirigiste tu mano hacia Regulus, Temblorosa y débil. Tus dedos rozan con la mejilla de él, su piel esta fría y húmeda por la lágrima derramada anteriormente. El contacto hace que Black cierre los ojos y disfrute de tu toque.
Le dedicas una sonrisa sincera y débil cuando vuelve a verte, con tristeza.
—Regi... —Sueltas con tu último suspiro.
Tu mano cae inerte, cortando el tacto anterior, pero tus ojos continúan abiertos, mostrando el reflejo del chico con lágrimas resbalando descontroladamente por aquellas mejillas pálidas.
—No... —Niega con la cabeza —. ¡No! —Grita con dolor, envolviendote en sus brazos —. ¡Porfavor! ¡Porfavor no te vayas...!