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Frialdad era todo lo que se encontraba a su alrededor.

Un joven de 13 años se encontraba en un cuarto reclusorio, sentado en el medio de este, sus manos estaban esposadas a la mesa frente a él.

El niño tenia un pelo cafe el cual habia sido rapado totalmente, dejando la apariencia de un corte tipicamente militar, a pesar de su color de pelo, sus cejas eran rubias, sus ojos de un penetrante violeta, vistiendo un uniforme que parecia el de alguna clase de reformatorio juvenil.

El joven se encontraba calmado, su rostro no reflejaba ninguna emoción, simplemente bostezo, ya habían pasado, ¿20 minutos? ¿30? Esto era aburrido... él solo deseaba volver a su habitación, al menos ahí no tendría que usar esposas.

-Hasta donde recuerdo, hoy no he golpeado alguien...- Hablo por primera vez, probablemente dirigiendose hacia las autoridades que lo debian de estar observando detras de aquella ventana teñida de negro en la habitacion. -Me he portado bien, lo juro~-

El solo soltó una risa burlona, manteniendo una actitud sorprendentemente tranquila, el reformatorio era una mierda, comida asquerosa, estudios, ejercicio... él solamente quería dormir.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la puerta por fin se abrió, levantando una ceja al ver quien era.

Se trataba de una adulta japonesa mayor de tez clara, estatura mediana, más baja que él, aunque bueno, él era alto, junto a una complexión delgada. Posee cabello ondulado morado y ojos color café oscuro.

Usando una chaqueta roja holgada con un vestido corto sin mangas de cuello alto y botas marrones, resaltando un collar que tiene una cruz en su cuello. Llevando en sus manos una especie de legajo con documentos dentro de él.

-Bueno, ahora ya no tengo la mas minima idea de que hice... no pareces oficial, maestra, o alguna clase de abogada. ¿Te importaría iluminarme, por favor?- El chico habló, mientras una leve sonrisa se formaba en su rostro, tratando de ponerse cómodo en su posición, aunque las esposas no lo dejaron hacer mucho.

Ahora era el turno de la mujer de alzar una ceja, no esperaba esto, según los reportes, el niño se metía constantemente en peleas, incluyendo algunas veces guardias, esperaba un loco irremediable o sociópata... no un chico que solo daba la pinta de un bromista tonto.

La mujer carraspeó, acercándose a la mesa, sentándose al otro extremo de esta, colocando el legajo en la mesa, lo cual el chico vio con interés por unos momentos, antes de volver a mirar a la mujer.

-Mucho gusto, mi nombre es Misato Katsuragi, y tú debes ser...- La mujer abrió el legajo, mostrando una foto del chico, y los papeles debajo parecían ser su expediente judicial. -el infame Shinji Ikari.-

El chico ahora conocido como Shinji, sólo inclinó la cabeza hacia un lado con algo de diversión ante esto. -Me halaga que sepa sobre mi, estrecharia su mano, pero, creo que me faltan ganas de hacerlo, y por favor, omita el Ikari, señorita.- Ikari levantó sus antebrazos encadenados, con gracia ante su propia broma.

-Eres alguien muy relajado para la situación en la que estas.- A pesar de la actitud aparentemente amigable del chico, Misato no se dejó llevar, comenzando a hojear los archivos en el legajo. -Vandalismo, riñas callejeras, violencia hacia la autoridad y las más graves, infringir lesiones que causan la muerte... y homicidio calificado...-

El adolescente no se inmuto ante esto, sabía muy bien lo que hizo, y lo volvería a hacer.

-¿Cómo es que alguien tan joven tiene un registro tan... curioso?- Misato no pudo evitar preguntar.

-Oh, ya sabes, algunas personas tenemos talento para ello.- El adolescente sonrió perezosamente, parecía que simplemente su sonrisa era una característica de su rostro que nunca desaparecía.

Evangelion: Orquídea.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora