"Si no eres el amor de mi vida,
dire que me equivoque de vida,
pero no de amor"─── ・ 。゚☆: *.☽ .* :☆゚. ───
No podía ser cierto, no era verdad, debe ser uno de esos sueños maravillosos que he tenido con ella. Porque ella no podía ser real, tampoco la muñeca parlanchina que venía incluida.
Donna Beneviento, la última jerarca y marionetista que era como se le conocía, había aceptado que trabajara para ella. Incluso si tenía que mudarme a su mansión para siempre, el estar aquí compensaba cualquier sentimiento de extrañeza que sentía desde que estoy en el pueblo.
El techo de mi nueva habitacion se veia algo viejo y cansado, como si hubiera
presenciado miles de cosas desde que fue creado. Mi cama tenía finas sábanas limpias y era mucho más cómoda que las camas en la posada del pueblo.El lugar estaba inundado con un ligero aroma a flores, jazmin y canela; ¿Podría alguien enamorarse de un olor? Porque estaba segura de que me tenía permanentemente hechizada. Aunque podría decir gracias a quién tenía este maravilloso olor, Donna solía usar esta habitación como una pequeña biblioteca.
Los libros estaban esparcidos en el pequeño buro a mi lado y en los muebles de enfrente, había un sofá junto a una mesita en una esquina con un puñado de libros sobre plantas. Este lugar era hermoso, pero solo le faltaba una cosa para que fuera perfecto.
Necesitaba vida.
Al parecer Donna se la pasaba ocupada en sus muñecas, su extenso y maravilloso invernadero, y creando ropa para ella, Lady Dimitrescu y Lady Helena, la esposa de Madre Miranda. El lugar tenía una ligera capa de polvo gracias al poco cuidado de la dueña, pero de eso me encargaría yo.
No quería imaginarme lo cansada que terminaría cuando acabara de limpiar una mansión tan grande y polvosa, además de que tenía algunas áreas restringidas que las muñecas se encargaban de custodiar para evitar mi entrada. De todos modos, entrar a sótanos en lugares que apenas conozco no es un pasatiempo que me agrade.
Me queje antes de ponerme de pie dejando la comodidad de mi cama, Angie no tardaría en llegar para darme indicaciones para el día de hoy, oficialmente comenzando mi trabajo.
Donna había desaparecido después de darme la bienvenida ayer, Angie se quedó conmigo hasta la noche como resultado antes de que finalmente me abandonara aquí. Haberme topado con la jerarca me había hecho mucho más de lo que pensaba.
Era más alta que yo y demasiado tímida como para acercarse más de dos metros a mi. Era como un ataque al corazón, una estrella brillante que capta tu atención por completo desde el primer segundo.
Mire la ropa que usaría mientras trabajara para ella, la mansión se mantiene fría durante todo el año por lo que no era necesario que usara vestidos o faldas. Angie me indico que Donna me daría un uniforme oficial después y que por el momento, me limitaría a usar camisas en tonos claros y cualquier tipo de pantalón que tuviera conmigo.
Podía decir que la jerarca estaba agradecida de que trajera mi propia ropa, tendrá menos presión para realizar mi uniforme y no tendría que darme su ropa. Aunque si era sincera, no me hubiera molestado.
— ¡Llegue perr-! — Angie chocó conmigo viéndome sorprendida— ¿Qué rayos haces despierta? — Parecía decepcionada de no poder despertarme por lo que sonreí.
— Buenos días a usted también, señorita Angie — La muñeca bufo como reconocimiento a mi burla — ¿Debo preparar ya el desayuno para la dama? — Angie me dio un movimiento desdeñoso mientras me jalaba a la salida.
ESTÁS LEYENDO
𝐌𝐨𝐫𝐢𝐫𝐨̀ 𝐝𝐚 𝐑𝐞 | 𝐃𝐨𝐧𝐧𝐚 𝐁𝐞𝐧𝐞𝐯𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨
أدب الهواة𝐷𝑜𝑛𝑛𝑎 𝐵𝑒𝑛𝑒𝑣𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 ℎ𝑎𝑏𝑖́𝑎 𝑎𝑚𝑎𝑑𝑜 𝑎 𝑡𝑟𝑒𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑠 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑣𝑖𝑑𝑎, 𝑠𝑢𝑠 𝑝𝑎𝑑𝑟𝑒𝑠 𝑦 𝑙𝑎 𝑚𝑢𝑗𝑒𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒𝑟𝑚𝑖𝑛𝑜́ 𝑑𝑒 𝑐𝑢𝑖𝑑𝑎𝑟𝑙𝑎 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑙𝑙𝑜𝑠 𝑓𝑎𝑙𝑙𝑒𝑐𝑖𝑒𝑟𝑜𝑛, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑟𝑒�...