II - Nacimos para morir

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Suspire entrecortadamente sintiendo las manos de Donna acariciar mis costados con delicadeza, enredando sus dedos en los bordes de mi camisa haciendo una peticion silenciosa para quitarmela.

Asenti para ella con un ligero nerviosismo que me hizo tensarme, suspire intentando relajarme mientras jugaba con mis dedos sintiendo su pesada mirada recorriendo cada parte de mi cuerpo. Sus manos se enredaron en mi cintura pegandome a ella con delicadeza, dejandome la opcion de retroceder.

Sei bellissima mia cara — Murmuro para luego delinear con delicadeza mis cicatrices, me estremeci ante su toque provocando que una ligera y dulce risita se escapara de ella —No tienes por qué avergonzarte, no conmigo, no sabiendo como me veo — Asenti a sus palabras con un rubor extendiendose por mi cuerpo.

Levante la mirada justo en el momento que se quitaba el velo que cubria su rostro, un solo ojo choco con el mio, pero fue suficiente para que sintiera a mis piernas debilitarse y a mi centro palpitar con añoranza. Se relamio los labios causando que los mirara al instante y dejando una sonrisa ligera y permanente en su rostro.

Sus largas pestañas se movieron con delicadeza dejando que su brillante ojo gris se oscureciera mientras se inclinaba para besarme, gemi contra sus labios cuando apreto uno de mis pechos y su otra mano se enredaba en mi cabello.

—Esta bien, puedes gritar todo lo que quieras... — Susurro contra mi oido ocasionando que mi piel se herizara— Esta vez me asegure de que nadie nos interrumpiera, quiero que grites mi nombre tan alto que se escuchara en el castillo Dimitrescu — Su sonrisa socarrona me causo un escalofrio.

Se inclino de nuevo sobre mi rostro y cerre los ojos esperando sentir sus labios contra los mios, pero eso no llego y me obligue a abrir mis repentinamente pesados parpados.

Me tope con el techo de mi habitacion y una cama completamente vacia, senti un liquido frio bajando de mi nariz por lo que mi frustracion crecio y gruñi con colera. Sentia la humedad entre mis piernas tan claras como el día, con los rayos del sol chocando contra mi cara como si se burlara de mi.

—¿No podia haber tenido otro tipo de vision? — Refunfuñe con molestia mientras me ponia de pie para detener mi sangrado —Almenos se que sucedera y la espera no sera en vano —Una ligera sonrisita surco mis labios.

Era la primera vez que soñaba con Donna de esa forma y jamás espere que alguien tan timido fuera capaz de ser tan fuerte y dominante, aunque siempre dicdn que los callados son los peores.

Habia pasado una maravillosa semana desde que comence a trabajar para Lady Beneviento y ya estaba teniendo problemas para contener mis hormonas, solo esperaba que Angie no fuera capaz de notar esto o lo sabria hasta la propia Madre Miranda.

Cuando la sangre dejo de salir me asome al pasillo completamente vacio y sin señas de ocultar a alguna de las dos Beneviento, por lo que a pasos apresurados me dirigi al baño para darme una larga ducha con agua fria.

—¡I, I'll tell you what I want, what I really, really want! — Bloque la puerta del baño con una silla cuando escuche los canticos de Angie por el pasillo —So tell me what you want, what you really, really want — Debo decir que la imitacion de pinocho tiene buenos gustos.

Deje que el agua empapara cada parte de mi cuerpo mientras intentaba alejar caulquier pensamiento relacionado con Donna lejos de mi paz mental, me vi tentada a solucionar el problema entre mis piernas, pero luego recorde que la jerarca aun era ajena a cualquier cosa que me involucrara como más que su sirvienta.

Asi que reuni toda la valentia que tenia para volver a mi habitacion, generalmente traia mi ropa para evitar accidentes, pero el miedo de encontrarme con Angie había llenado toda mi mente, bueno, ella y Donna.

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⏰ Última actualización: Sep 12 ⏰

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𝐌𝐨𝐫𝐢𝐫𝐨̀ 𝐝𝐚 𝐑𝐞 | 𝐃𝐨𝐧𝐧𝐚 𝐁𝐞𝐧𝐞𝐯𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora