❦ Teeth ❦ Nell Phantom x Oc (Las joyas de la princesa)

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Mis labores en el reino de Xek estaban casi concluidas, había podido curar a una gran cantidad de gente. Y como no podía encontrar un solo minuto libre durante el día por mi trabajo de sanadora, decidí escabullirme por las noches entre los jardines.

Caminé por varios pasillos intentando pasar y evitar a los guardias, no quería que me hicieran preguntas. Seguí caminando dando leves vistazos hacía atrás, asegurándome de que el soldado que acababa de pasar ya se había ido hasta que me choqué con alguien y retrocedí por la impresión.

Solté un jadeo por la impresión, pero de inmediato cubrí mi boca con mis manos para no llamar tanto la atención, sin embargo nunca esperé cruzarme con ella, mucho menos así.

Me incliné rápidamente haciendo una reverencia para disculparme como lo dictaba el protocolo de Xek.

—Le ofrezco mis disculpas, alteza. La verdad no estaba concentrada en mi camino. -La princesa Tetra estaba frente a mí, con una expresión seria y a la vez encantadora. Ella era tan refinada y elegante, todo lo que yo esperaba ser.

—Que casualidad, permítame preguntar, ¿Qué hace fuera de sus aposentos tan tarde?

Yo levanté la cabeza mirándola con la mayor seguridad que pude, parecía querer indagar al respecto y la entiendo perfectamente, es un poco sospechoso que venga escondiendome.

—Quería tomar aire y tener algo de tiempo a solas, en el día no lo consigo... Pero ya planeaba regresar para dormir. -Me miró analizando minuciosamente mis gestos o cualquier cosa que me hiciera parecer mentirosa.

—La comprendo, ha tenido días muy ocupados.

—Bastante, pero todo esto es necesario.

—Escuché que fue atacada por el hijo de un soldado que usted misma se encargó de sanar. Debió sentirse ofendida.

—Solo un poco, al final entiendo su dolor, esta no era la pelea de Xek y aún así nos ayudaron. Pero... ¿A qué costo? -Traté de evitar su mirada.

—De todas formas no tuvo ni un poco de respeto por una Santa, aquel acto fue una falta de respeto a su autoridad. -Dijo ella con algo de molestia y me miró un poco contrariada. —Tampoco puede permitir que los demás la pisoteen así, usted es símbolo de poder y divinidad.

—Concuerdo con sus palabras, pero tampoco puedo convertirme en una tirana caprichosa y cruel. -Por un momento dudé en decir lo siguiente que salió de mi boca. —Para jugar ese papel ya está la princesa Ariana.

La princesa Tetra me miró un poco asombrada, pero no dijo nada al respecto.

—No olvide la posición en la que está, la diferencia que hay entre usted y los aldeanos es casi invisible, pero es lo que nos permite tener el poder. No puede olvidar aquella brecha tan fácilmente.

—Pensaré en sus palabras, princesa Tetra... Solo que yo hago las cosas de manera diferente. -Asintió una vez más y me miró por un momento, yo no pude evitar preguntar algo que me tenía preocupada. —¿Sabe qué le pasó... Al hijo de aquel soldado? ¿Cuál fue su castigo...?