Capitulo 11: La sudadera

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El resto del camino fue en silencio lo que me permitió concentrarme en la carretera. La noche anterior no había podido dormir y sumando la hora de salida en el restaurante estaba completamente destruida.

Cuándo llegué a casa dejé mi bolso en el sofá y lo primero que hice fue dirigirme a la regadera. Necesitaba de una ducha.

Al terminar de ducharme me dirigí al armario envuelta en una toalla. Mi sorpresa fue grande al recordar que contenía en mí armario algo que no era mío.

La tomé en mis manos recordando la primera vez en la que me monté en su auto y cuando gentilmente se dignó a prestarme su sudadera.

Rápidamente sentí como la vergüenza poco a poco se apoderaba de mí. ¡Había tenido su sudadera todo este tiempo sin devolvérsela!

A mí mente llegó el recuerdo de la conversación con Jeremy.

-Dos edificios después de tu apartamento en un segundo piso.

Sentía como algo me llamaba a caer en la trampa, a entregársela, a ir a su casa. Así que sin entender muy bien mis razones decidí ir, queriendo saber con ansias que podría pasar.

Tomé una de mis sudaderas grises y un shorts corto y junto con mi bolso me largué.

Bajé de mí departamento con el frío golpeando mi rostro sintiéndome completamente viva. Hace mucho no salía en las noches y sospechaba que también era una escusa para salir a caminar.

En frente mío estaba ese edificio, ese dónde según Jeremy debía de estar. Subí las escaleras hasta llegarme allí sintiendo cada paso como un acercamiento más a mi condena.

Me detuve frente a una de las puertas. ¿Sería derecha o izquierda?

Me debatía entre tocar la blanca de madera fina o la amarilla con pegatinas simulando madera.

Finalmente me decidí por la de mí derecha, la blanca. Dando dos fuertes toques retrocedí dos pasos esperando que abriera. Notando que al parecer no tenía intención de abrir volví a realizar la misma acción, acto que fue interrumpido por el sonido de una voz.

-¿Has tocado la puerta?- Preguntó un chico asomándose por la puerta a mí izquierda, yo apenada negué.

-No, he llamado aquí.- Aseguré con una mueca de incomodidad en mí rostro.

-Oh... Por cierto, ¿Te podría hacer una pregunta?- Cuestionó el chico de ojos cafés dando un paso fuera.

Yo dudosa asentí.

-¿Eres de esta zona?, ¿de por aquí?- Preguntó interesado, yo asentí.

-Si, vivo cerca, a unas casas.- Aclaré señalando con mis brazos la izquierda por donde se ubicaba.

-Ah, genial.

La puerta finalmente se abrió y un Axel somnoliento abrió la puerta.

-¿Quién es?- Preguntó sin aún mirarme.

-Ahm, Khloe.- Levantó su mirada y la fijó en mí. Su rostro se llenó de una aguda sorpresa.

-¿Qué haces aquí?- Preguntó pestañeando repetidas veces mientras mejoraba su postura.

-He venido a...- Fui interrumpida por la voz del chico a mi lado.

-¿No me jodas Axel que esta es tú novia? Menudo partidazo.- Comentó el chico logrando que me sonrojase e intentase negarlo. Pero fui interrumpida nuevamente.

Viejas costumbres no se olvidan...

-La verdad yo...

-¿Acaso te importa?- Cuestionó Axel con una ceja enarcada y su muy característica mala leche.

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