Capítulo 12: No le digas a nadie

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Abrí lentamente mis ojos sintiendo como el split refrescaba el ambiente, demasiado.

¡Qué frío!

La ventana de la habitación reflejaba una sombría noche con ganas de convertirse en amanecer.

Lo mejor era que me quedaba tiempo para dormir. Tomé el edredón en mis manos y lo acomodé, sentía un intenso frío en mí pecho. Tenía la costumbre de estirar mis brazos y manos al dormir por lo que hoy no habría excepción. Eso sí, sin contar con que mis manos se encontrarían con algo duro a mi derecha.

—¿Qué haces?

Chillé, como nunca antes lo había hecho, como si mi vida dependiera de ello.

—¡Ah!— Rápidamente me levanté de la cama sintiendo y escuchando la estancia de alguien más.

Mis ojos se pusieron como platos al detallar la figura de un chico.

Axel.

—Oh, Dios— Susurré, a mi mente llegaron todos y cada uno de los recuerdos de la noche anterior.

Él me miraba confuso sin entender mi reacción.

—¿Anoche...— Hice una pausa.— tú y yo...?

Asintió y el mundo se me vino abajo. Cada segundo que duró mi dignidad fue pisado y olvidado haciéndome sentir como una zorra, una infiel.

—¿Cómo pude hacerle esto a Jeremy?— Me pregunté culpable.—¡Ni una palabra de esto!— Exclamé sintiendo que todo rastro de mis valores tomaban un viaje del cual no pensaban regresar.

—Relajate.— Pidió calmado y aún somnoliento.

¿No le importaba?

—¿Qué acaso no te importa? ¡Jeremy es tú amigo!— Pregunté sin poder creerle.

—Tambien era tú novio y te dio igual ¿De que manera me ha de importar a mí?— Preguntó enarcando una ceja y colocándose la sábana tapando sus definidos abdominales.

—¡Imbecil!— Grité caminando a la esquina de la cama para sentarme.— ¡No puedo con esto! ¿Ahora que haré? ¡No lo podré mirar a la cara!

—Claro qué sí, en el caso de que no se entere.— Me giré hacía él quien me dedicaba una mirada malvada.

—¿Qué quieres decir?— Pregunté sin poder creerlo.— ¡No serías capaz!

—¿No?— Murmuró mirándome.

—Por favor te lo pido, hagas lo que hagas no le digas nada de esto a Jeremy. Por primera vez tengo a alguien que realmente me quiere a mi lado, no lo puedo perder.— Rodó sus ojos sin sentir una gota de lástima por mí.

Notando como su escondido y pequeño corazón no reaccionaba a mis súplicas decidí pedir una vez más.

—Por favor, Axel. Haré lo que sea.

Su rostro cambió de una formada drástica provocándome una sensación de miedo e inseguridad.

—¿Todo?— Preguntó insinuante. Yo sin otro remedio asentí. Él miedo de ser exhibida me perseguía y no, no era más rápida.

—Bien, en la noche en mi casa, a las diez.— Afirmó.

—¿Para qué?

—También pediré otra cosa, pero ahora no.

Haría lo que estuviese en mi poder para detenerle.

—Idiota.— Susurré para mí misma.

Me pidió que lo esperase mientras se vestía.

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