PRÓLOGO

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Por doquier se veían cuerpos mutilados, casas destruidas, polvo, hollín e incluso fuego. Hacía poco había estallado una guerra. ¿Por cuánto tiempo habían estado luchando? El sol y la luna se habían alternado tantas veces ya que nadie se preocupaba por contar los días. La única prioridad era sobrevivir sin ser alcanzados por el enemigo.

El por qué había estallado una guerra entre HXY y otra ciudad parecía ser el mayor misterio. HXY se caracterizaba por ser pacífica y si bien los hombres habían recibido preparación militar, ninguno contaba realmente con que ese terrible momento fuera a llegar.

La explosión de una bala de cañón hizo eco por todo el lugar a la par que tumbaba alguna otra construcción más. Quizás un banco, tal vez un hospital. La única esperanza era que los que se encontraban dentro estuviesen a salvo en el refugio subterráneo.

Pocas eran las casas que aún se mantenían en pie. En el portal de una de ellas una joven se sentó a tocar un enorme instrumento de muchas cuerdas. Nadie escuchaba la melodía, solamente su intérprete. La joven tenía, en su mano derecha, un tatuaje con la forma de una balanza que debajo muy pequeño y en cursiva, decía Kapha. Junto a la joven no tardó en sentarse un hombre leyendo un papel. Él también tenía un tatuaje igual al de la intérprete, a diferencia de que el suyo era en el cuello.

-"Era yo testigo de tanta calamidad. Estaba en el ojo del huracán, pero tenía la suerte de no estar solo.  Junto a mí se hallaba mi compañera eterna. Su música me inspiraba a no rendirme, pero al parecer solamente yo podía escucharla" -hizo una pausa. La joven cambió de canción. Por unos instantes sus manos estuvieron quietas sobre el instrumento y luego reanudó- "Vi mí vida pasar frente a mis ojos muchas veces, pero aún sigo aquí. Al parecer todavía no es mi momento de morir" -el barullo provocado por los tanques al moverse, las explosiones, los que luchaban, todo parecía moverse acorde a la canción que la otra interpretaba- "Falta poco para que todo termine. De eso estoy seguro. No hay mal que dure para siempre y siempre existirá la luz, el bien por encima de todas las cosas" -no pudo evitar sonreír ante el absurdo de lo que estaba leyendo, pero sabía que no podía detenerse o sufriría las consecuencias de dejar un hechizo a medias- "Poco tendré cuando salga de aquí, pero al menos estaré vivo. Aquí, contemplando la guerra desde tan cerca no será donde exhale mi último suspiro" -finalizó. Por su parte, la joven siguió tocando unos minutos más y cuando se detuvo la guerra también lo hizo- Recuérdame por qué terminamos haciendo esto -sonrió.

-Porque perdimos a la hora de escoger nuestra misión -replicó ella, poniéndose de pie. Se sacudió el polvo que la había cubierto en el tiempo que se había sentado y se colgó el instrumento a la espalda- Nuestro trabajo aquí terminó.

-No lo entiendo, ¿quién se supone que ganó? -el hombre también se levantó e imitó la acción de su compañera. Ambos avanzaron hacia la salida de la ciudad.

-No ganó nadie. En las guerras nunca gana nadie... Por lo menos no los que están luchando. Ellos siempre pierden -se burló- Pero si realmente quieres saber, ganamos nosotros. Kapha nunca pierde -aseguró.

-Tienes razón -sonrió- No sé en qué estaba pensando -suspiró- ¿Crees que alguien nos haya visto?

-Es poco probable. El hechizo nos protege para que ninguno de los ciudadanos pueda vernos -afirmó ella. Los tatuajes de ambos desaparecieron- Hubiese estado genial si nos hubieran puesto un transporte para regresar a casa. No tenían que dejarlo a la vista, simplemente hacer que apareciera al final de la historia.

-Sabes que no se puede involucrar a personas desconocidas en situaciones tan comprometidas ¿verdad? ¿Quién iba a traer el transporte?

-Lo que tu digas, pero ahora hay que caminar hasta la próxima ciudad -se quejó ella.

-O no -alegó él señalando hacia el cielo. Luego de un tramos caminado había comenzado a anochecer- Me puedo transformar y...

-¿Me vas a llevar sobre tu lomo? -lo interrumpió, alzando una ceja.

-¿Qué? Por supuesto que no -la miró con disgusto- Jamás haría algo como eso -su molestia no desapareció durante la caminata. Tan enojado estaba que se olvidó de terminar la idea que había dejado a medias. Poco más adelante, encontraron una motocicleta y se subieron a ella. Se sintieron aliviados. El depósito de combustible estaba lleno.

-¡Victoria! -exclamó la chica cuando el motor encendió. No tardaron en ponerse en marcha para llegar a la próxima ciudad y de allí tomar un globo para ir a casa.

RIVER: el nacimiento del fénix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora