01. El inicio del viaje

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HXY

Tras un mes de quietud en la ciudad, los pobladores se habían convencido de que, ciertamente, la guerra había finalizado. Algunos asomaron las cabezas desde donde se encontraban y recorrían el panorama con las miradas. Otros, menos precavidos, salían apresuradamente de sus refugios y corrían de un lado a otro, alzando los brazos al cielo y agradeciendo por haber sobrevivido y que todo hubiese terminado.

Dos semanas después de que hubiesen comenzado a recoger los destrozos para la reconstrucción de la ciudad, aún seguían apareciendo cuerpos tanto de sobrevivientes como de fallecidos. Se había acordado que todos los muertos serían sepultados juntos en el cementerio, en la sección dedicada a los "caídos por el combate".

El grupo de rescate se estaba encargando en esos momentos de mover las tablas de una de las casas que habían sido destruidas cuando, en el proceso, encontraron un brazo. Rápidamente se apresuraron a seguir escarbando, pero con cuidado de no dañar el cuerpo que debía encontrarse a continuación de la extremidad hallada.

-¡Tiren! ¡Falta poco! -exclamó uno de los rescatistas, preparado para sacar el cuerpo. El joven muchacho al parecer seguía vivo. Comprobaron que el pulso del chico era débil al igual que su respiración, pero que a diferencia de eso, no contaba con ningún otro problema. El rescatista lo cargó y lo llevó hacia una camilla que habían preparado sus compañeros.

-¿Está vivo? -preguntó otro, acercándose a contemplar la escena. Su compañero asintió- ¿Necesita respiración boca a boca? Porque yo no pienso dársela.

-No la necesita -aseguró el otro, conteniendo una sonrisa- Creo que lo mejor será llevarlo al hospital.

-¿Qué hospital? -preguntó un tercero, alzando una ceja- Recuerda que aquí no queda nada.

-Pues a un médico entonces. Este chico necesita ayuda. Lleva tiempo sin comer, sin tomar agua y seguro que ha aspirado polvo y quién sabe qué cosas más. En realidad me sorprende que esté vivo -confesó. Entre él y otro más alzaron la camilla.

-Podemos llevarlo a casa de alguno de los médicos. Me pareció que quedaba un espacio disponible -sugirió el cuarto de los presentes y así se hizo.

Al llegar a la casa que se había convertido en consultorio hasta finalizar la reconstrucción del hospital, pusieron al chico en una cama e inmediatamente una doctora corrió a examinarlo para luego ordenar que le colocasen un suero. Un chico que pasaba por ahí se detuvo a curiosear, acercándose lo suficiente para ver el rostro del recién ingresado.

-¿Roy? -preguntó para sí. Los cuatro rescatistas se giraron hacia él.

-¿Lo conoces? -preguntó uno de ellos.

-Sí, se llama Roy Milliston y somos amigos. Pensé que había muerto -confesó. Su rostro pasó de la confusión al alivio en lo que tarda un parpadeo- ¿Está inconsciente? Espero que despierte pronto -suspiró- Me he aburrido bastante el último mes y medio.

-Nosotros nos vamos entonces -aseguró otro de los rescatistas.

-Sí, tenemos trabajo pendiente. Si sucede algo puedes buscarnos en la antigua central. Nos solemos reunir allí -los cuatro se despidieron agitando la mano y se marcharon. Jagg, que era como se llamaba el recién llegado, se sentó junto a la cama donde se encontraba su amigo y miró a su alrededor. Cerca había un libro, así que sé apresuró a tomarlo para entretenerse con algo.

RIVER: el nacimiento del fénix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora