Único capitulo

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Esa noche nadie supo con exactitud qué había ocurrido dentro de la mente de Nancy Wheeler. La chica atravesó el portal y se alejó de él con la misma expresión descompuesta, antes de que, por decisión unánime, todo el grupo saliera huyendo del lugar lo más silenciosamente posible, cruzando la carretera con sigilo y adentrándose en el tráiler vacío de Max. Una vez allí, no faltaron las caras de expectación; los intercambios de miradas preocupadas; y la atención que recaía en el rostro pálido de Nancy, a la espera de que la chica respondiera a las preguntas que aún no habían sido formuladas; al menos no en voz alta.

—Disculpen. — fue lo único que dijo, en voz tan baja que era casi un susurro, antes de levantarse e ir hacia el baño.
Cuando transcurrió un rato sin que regresara, Robin fue tras ella y, con el pasar del tiempo, poco a poco el grupo fue dispersándose; así como el rumor de las voces de los menores en otra habitación, que desapareció ya bien entrada la noche.

Sigiloso, Steve abrió una puerta y otra para asegurarse de que todo estaba bien, y luego entró al baño en busca de asearse al menos la cara y los brazos.
Se palpó las heridas, arrepintiéndose en seguida. Dolían muchísimo. Y salió, yendo de vuelta a la sala.
Ahí faltaba alguien.
De haber sido cualquier otra persona en el mundo, no le hubiese preocupado; pero ese chico en particular no podía andar por ahí dando paseos nocturnos.
Caminó por la pequeña sala como si esperara verlo escondido tras el sillón, y cuando estaba por ir a alertar a los demás, vio de reojo por la ventana que una sombra se movía al otro lado de la calle, dentro del tráiler del que hace apenas unas horas habían salido huyendo.

Cruzó la calle con pisadas tan silenciosas como las de un felino y entró al lugar, en donde el pelilargo se hallaba sentado en el suelo, observando el portal que resplandecía en el techo. No parecía asustado, sino mas bien abatido, lleno de tristeza e impotencia.
—Es peligroso. — le dijo Steve y observó cómo el chico se limitaba tan solo a darle una calada más a su cigarrillo, sin siquiera voltear a verlo, como si sus palabras no hubiesen sido más que un susurro del viento.
—Munson... — se inclinó en el suelo para sentarse junto a él y sintió el dolor punzante de sus heridas, interrumpiendo el resto de la frase para fruncir el gesto.

—Hasta hace unos días este era el único lugar en el mundo en donde me sentía realmente seguro. — comentó Eddie con aire distraído — Todo esto es una mierda, Harrington. — cuando por fin volteó a verlo, notó que Steve presionaba con los dedos las vendas improvisadas manchadas de sangre — Es cierto, tú ya lo sabes. — recordó de pronto, y aún sintiendo aquel agudo dolor, Steve sonrió.

—Sí, ¿qué te digo? — habló entre una risa temblorosa — Bienvenido al club.

Ambos se vieron a los ojos, y notó cómo una sonrisa nacía en los labios de Eddie. El pelilargo asintió y le dio una calada más al cigarrillo antes de ofrecérselo a Steve. Este lo aceptó sin dudar. Tras un momento se lo pasó de vuelta.

—Tal vez sea el apocalipsis. — dijo Eddie, y a pesar de la frase que acababa de pronunciar, sonreía con un rostro impasible — Es gracioso que el resto del mundo no lo sepa, ¿no crees?

—Es graciosísimo. — respondió Steve con sarcasmo, pero sonrió cuando Eddie soltó una risita; y estiró las piernas despacio, permitiendo relajar los músculos por un momento.
Ambos vieron al portal en silencio, tal vez tan solo observando el brillo rojizo que emitía, o tal vez esperando que pasara algo; cualquier cosa. Sin embargo, la noche siguió siendo tan silenciosa como cualquier otra. Como si nada en el mundo pudiese alterar esa quietud. Entonces Steve lo entendió. Tal vez sea el apocalipsis, y el resto del mundo no lo sabe. Volvió a sonreír.
— Si realmente fueran nuestros últimos días... ¿te arrepientes de haber hecho, o de no haber hecho algo?

Apocalipsis [One shot Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora