🥀Epílogo🥀

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Epílogo

La muerte de los reyes de Beyorn, fue un duro golpe para todos. Mientras admiraba el cuadro del salón, Emily pensaba que la sonrisa de la reina Margery era radiante. Aunque no poseía el brillante cabello de una dríade, algunas cosas sobre esta eran extrañas. Su madre le reveló lo que sospechaba, desde aquella reunión en la glorieta.

—Si aquel que hizo este cuadro, supiese la verdad, comprendería por qué palidecemos a su lado.

La reina viuda se colocó junto a su hija, la cual sonrió por la melancolía.

—Incluso si ahora sé que no era humana, jamás dejaré de considerarla como la mejor de las cuñadas.

La reina Editera disimuló una mueca de disgusto con una sonrisa fingida.

—Puede que tengáis razón, hija mía —la reina viuda carraspeó —Aunque bien podríamos decir sus otras cualidades, he de ser breve.

Tras tales palabras, Emily miró al fin a su madre.

—Asumo que vuestras ocupaciones como reina regente, no os dejen tiempo para reuniros con vuestra hija.

Aquel fue un reproche que su madre, por esta vez, le dejó pasar. Aunque la ley dictaba que era necesario un tiempo de luto, siendo la más adulta entre la familia real, Editera hubo de asumir el trono. Elric era demasiado pequeño para tal puesto, tendría cierta libertad hasta la mayoría de edad.

—En efecto, hija mía, pero vuestra elección de marido también entra en mis obligaciones.

La princesa se contuvo para no ser irrespetuosa e ignoró la molestia que burbujeaba en su interior.

—Y lo comprendo, aunque tal cosa podría esperar. La enfermedad desconocida que asola nuestro reino, cuyos rumores culpan a unas hermosas flores, resulta más importante.

La reina viuda le dedicó una sonrisa, sabía que su hija buscaba evitar el tema del matrimonio. Eran ciertas las palabras de esta, entre los nobles no se hablaba de otra cosa. Durante algún entrenamiento, tras regresar de la mansión de los condes de Stan, Lord Ernest le habrá comentado al respecto. Las flores consideradas culpables crecían por todo el reino, había algunas en los alrededores.

Editera le preguntó a Emily si le apetecía dar un paseo, ella miró una última vez el cuadro antes de aceptar. Salieron entonces en dirección a los jardines. La princesa pidió que se detuvieran delante del brote de un árbol, cuya luz blanquecina atraía a todos en el castillo.

—Agradezco que me permitas este capricho, madre. El aire frío me ayudará a sobrellevar la plática que aborrezco.

Editera se aproximó a su hija, suspiró hondo cuando notó de reojo que no se encontraba nadie a su alrededor.

—Vuestra edad, hace que se torne difícil la búsqueda de un buen esposo. La Santa Iglesia ha instaurado a una guerra santa. Los rumores de que una criatura no humana asesinó a los reyes, han llegado al arzobispo. Los hombres serán entrenados como caballeros santos, la familia Stan se incluye entre ellos.

El pecho de la princesa Emily sufrió varias punzadas de dolor. Casarse con lord Ernest, o algunos de sus hijos, ahora resultaba un sueño lejano. Con toda seguridad, su madre sabía los sentimientos que tenía hacia dicha familia.

(Saga) Legado De Sangre I: Fuerza De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora