La boda al fin llegó, Sesshomaru se encontraba en el centro de un enorme arco de flores y junto a él estaba la anciana Kaede quien iba a llevar a cabo el ritual, o eso pensaba Sesshomaru ya que nadie se tomó la molestia de explicarle como eran las bodas entre humanos y ahora tenía a toda la aldea frente a él esperado que Rin al fin apareciera.
Vio a Inuyasha y sus amigos cuyos nombres jamás se aprendió, Kagome estaba del otro lado sosteniendo los anillos de ambos y dándole una señal a los músicos para que comenzarán a tocar.
En ese momento Rin apareció frente a todos, usando un vestido rojo, Sesshomaru la miró totalmente sorprendido, no sabía que Rin usaría un vestido tradicional de las bodas entre bestias, incluso había visto dibujos de su madre usando un vestido como ese cuando se casó con su padre.
Y ahí estaba Rin, sin velo, solo con un ramo de flores usando un vestido tradicional de la cultura de Sesshomaru, haciendo que este e Inuyasha se emocionaran a más no poder.
Cuando Rin llegó hasta el lo miró con una sonrisa y este no pudo evitar dejar rodar una lágrima por su mejilla.
-¿Quién te dijo que ese es el vestido tradicional de las bestias? ¿Te vestiste así para mi?
-Me lo dijo Jaken ¿te gusta?
Sesshomaru le sonrió y se acercó a ella para abrazarla, pero mientras la tenía en sus brazos vió a su madre a lo lejos viéndole con un rostro sereno, había dejado claro estar en contra de su matrimonio con una humana pero aun así estaba ahí para verlo.
Kaede comenzó la ceremonia y ambos intercambiaron anillos repitiendo unas palabras que Kaede les dijo en el momento.
Sesshomaru no dejaba de sonreír genuinamente, aún si las sonrisas no eran lo suyo.
-Ahora los declaro oficialmente una pareja casada, pueden cellar el matrimonio con un beso.
Sesshomaru se apresuró a tomar su cintura y mejilla para acercarla y besarla.
Pues si algo le encantaba de las bodas era lo que se esperaba luego del ritual.
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El afecto del amo. ~SesshoRin~
NezařaditelnéSesshomaru odia a los humanos, los desprecia, odia a su hermano por ser mitad humano, pero por alguna razón tuvo compasión por una pequeña de siete años que llenó su vida de alegría, esperanza y amor.