Capítulo 4

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Ethan


Cuando llegamos al centro de menores me quedo verdaderamente impresionado. Esperaba encontrarme con un edificio imponente y frío, pero la realidad difiere mucho de mis pensamientos. Si que es imponente, pero no es para nada frío. Es un impresionante edificio de estilo neoclásico que se encuentra en un gran jardín.

—Por lo menos no es un sitio feo. —dice Kiara observando el lugar.

—No lo es, pero no vas a estar mucho tiempo aquí.

Pasamos por delante de un pequeño estanque que tiene una estatuilla de un duende en el centro y subimos las grandes escaleras de piedra que conectan la entrada del centro con el enorme jardín que le rodea.

Al entrar preguntamos por la oficina de Adara y seguimos las indicaciones de la recepcionista.

Estaba temiendo que llegara este momento, no quiero dejar a Kiara aquí, no quiero estar lejos de ella ni que ella lo esté de mi. Nosotros y el abuelo somos lo único que nos quedamos y no soporto la idea de que quiten a Kiara de mi lado.

Kiara y yo vamos de la mano por el edificio luminoso, y para ser sincero, acogedor. Llegamos a la puerta de Adara y toco.

—Hola, pasad. —nos invita Adara al abrir la puerta con una sonrisa.

Su oficina está impregnada del mismo olor de las flores que le ha regalado esta mañana a Kiara, las mismas flores que tiene esparcidas aquí por diferentes muebles.

—Podéis sentaros en el sofá, o si lo preferís, en las sillas.

No me da tiempo a sentarme en la silla porque Kiara ya se está dirigiendo al sofá, así que la sigo y me siento a su lado. Tengo que reconocer que es un sitio agradable por mucho que mis emociones en este momento sean de todo menos agradables.

—¿Qué tal kiara, te ha gustado el jardín? —pregunta Adara a mi hermana desde el sillón.

Mi hermana asiente con la cabeza sin pronunciar palabra.

—Ayer intenté estudiar el caso, pero me faltaban los documentos, Joaquín me dijo que tú me los darías. —vuelve a hablar Adara, esta vez, dirigiéndose a mí.

—Si, aquí los tienes. —le respondo mientras le entrego la carpeta con los documentos. No confío en ella, porque no tengo razones para hacerlo, igual que ella no las tiene para querer ayudarnos, pero son órdenes de mi abuelo.

—Kiara, vas a compartir habitación con otras dos niñas, una ya está aquí y otra llegará mañana. ¿Quieres que vayamos y te las presente? —se dirige de nuevo Adara a mi hermana y ella vuelve a asentir. —Ven Ethan, tú también tienes que ver el lugar.

La verdad es que quiero ver el sitio donde va a estar mi hermana y asegurarme que va a estar agusto aquí. Adara se levanta y Kiara y yo la seguimos fuera de la oficina. Nos enseña el comedor, la biblioteca, el salón y distintas salas de actividades. Por último subimos a la planta de arriba donde se encuentran las habitaciones. Entramos a una habitación de paredes blancas y cortinas rosa pastel. En una de las tres camas se encuentra una niña de pelo negro leyendo un libro, y alza la vista al vernos entrar.

—Hola Silvia, traigo compañía. —la saluda Adara mientras se acerca a darle un abrazo que la niña acepta encantada. —Ella es Kiara, se va a quedar aquí un tiempo, y él es Ethan, su hermano mayor.

—Hola, yo soy Silvia. —se presenta la niña mientras se pone de pie.

—Encantado Silvia. —le respondo con una sonrisa y noto como Adara me mira sorprendida.

—Kiara, ¿qué te parece si te quedas conociendo a Silvia mientras tu hermano y yo hablamos un rato? Después puede subir a despedirse de ti. —dice Adara.

—Vale. —responde Kiara.

—Ahora subo enana. —le digo en voz baja a mi hermana mientras le doy un beso en la cabeza.

Sigo a Adara escaleras abajo y entramos de nuevo a su oficina, pero esta vez me siento en la silla y ella al otro lado del escritorio.

—Se que no confías en mí, pero quiero que sepas que solo pretendo ayudaros en lo que pueda Ethan. —comienza a hablar.

—¿Por qué? —le pregunto mientras me dejo caer en el respaldo de la silla.

—Porque conozco a tu abuelo desde que era una niña y para mi es parte de mi familia, y a la familia se le tiende la mano sin dudar.

—¿Y como profesional no opinas lo mismo que los que han iniciado todo esto?

—No Ethan, como profesional pienso que deberían haberte facilitado los recursos necesarios para que tu hermana y tu salgáis adelante.

Lo que Adara acaba de decir cala en mí más de lo que estoy dispuesto a admitir. Porque ojalá las personas que han mandado a mi hermana aquí hubieran llegado a la misma conclusión que ella, ojalá no hubieran determinado que lo mejor era separarnos para que alguien más se ocupe de mi hermana, nadie lo va a hacer mejor que yo, de eso estoy seguro, no tendré dinero pero la quiero como solo podían hacer nuestros padres.

—¿Cuándo podré venir a verla? —le cambio de tema.

—Puedes venir de viernes a domingo por las tardes, y a partir de la semana que viene también podrás sacarla del centro los domingos.

—Gracias. —le respondo y me levanto dispuesto a salir de la oficina.

—Ethan. —me llama Adara antes de que salga.

—¿Si?

—El sábado hay fiesta de lago, es una fiesta en el lago que hacemos todo el pueblo una vez al mes, el centro no tiene muchos niños así que aprovechamos para llevarlos y que puedan disfrutar. —hace una pequeña pausa mientras me mira directamente a los ojos. —Si quieres, podrías venir a disfrutar un rato con kiara.

—Gracias. —digo una vez más y salgo de la oficina.

Subo las escaleras para despedirme de mi hermana y cuando llego a la puerta escucho su voz, está hablando con la otra niña, y eso, a pesar de lo mal que me siento por tener que despedirme ya de ella, me tranquiliza.

—Hola, ya tengo que irme Ki. —las interrumpo entrando a la habitación.

—Mira Ethan, Silvia tiene libros como los míos. —dice mi hermana sentada en la cama de la niña pelinegra con un montón de libros entre las dos.

—¿Enserio? —les pregunto acercándome a ellas y cogiéndo algunos libros para verlos.

—Y he elegido esa cama. —dice señalando la cama de al lado para después levantarse y abrazarme.

—Voy a volver el viernes para verte.

—Tres días. —responde todavía abrazada a mi.

—Si, solo tres días. —le digo en un susurro. —Te quiero mucho Ki.

—Y yo a ti tete.

—Cualquier cosa que necesites dile a Adara que me llame, ¿vale? —le digo mientras me despido dándole un beso en la cabeza.

Ella asiente y yo salgo de la habitación mientras les digo adiós a las dos.

Salgo del centro con una enorme presión en el pecho, intento convencerme de que va estar bien y me tranquilizo al pensar que tiene alguien con quien se lleva bien y estará entretenida.

Me da miedo pensar que puede ponerse mal, que puede sentirse sola y yo no estaré ahí para reconfortarla. Mi hermana es lo que más quiero en el mundo y me invade la rabia al pensar que me la quieren arrebatar. No es justo, ya hemos pasado suficiente para que ahora intenten quitarnos lo único que tenemos, el uno al otro.

Lo que me llevó a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora