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༼⋆ Dicen que tu hogar es seguro, para mí es lo peor que puede existir. ⋆༽
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ENTRE LA OSCURIDAD que abarcaba el cincuenta porciento de aquella pequeña habitación con aroma a desagradable humedad, se encontraba el delgado cuerpo de la menor encadenado al polvoriento suelo empedrado.
Sus ojos de color verde oliva mezclados con un hermoso ambar, miraban con atención aquellos calidos rayos que se filtraban a través de la pequeña ventanilla embarrotada en el grueso muro de ladrillo, sintiendo en uno de sus pies el calor que transmitía al más mínimo contacto.
Lo unico que habitaba aquel lugar eran ella y su mejor amiga que la acompaño desde su nacimiento, la soledad, acompañada con el unico sonido de las oxidadas pero fuertes cadena al mover sus fragiles brazos o tironear de ellas con fuerza en un intento de romperlas.
Hasta que otro sonido llego a sus agudizados oidos, el chirrido de la puerta de metal abrirse capto toda su atención y sus orbes carentes de brillo observaron como una persona adulta entraba a la habitación.
── Buenos dias... Azumi ── saludo con su voz grave y profunda ── ¿Como estas? ¿esa cosa aún esta ahi? ── le pregunto con monotonía, realmente no le importaba en lo más minimo el estado del ser humano femenino sentado en el suelo
La joven de mechones disparejos solo lo miraba, sin apartar ni por un segundo sus pupilas del mayor de elegante vestimenta y postura.
El profundo dolor que se formo en su pecho, la sangre hirviendo que recorría cada una de sus oscuras venas y la ira mezclada con la tristeza estaba siendo reflejada en sus orbes vacios. Ellos lo decían todo, todo lo que no podia expresar en frases u oraciones.
Nada bien y si, el sigue ahí. Esas eran las respuestas a su desinteresado estado fisico y mental.
── Venom ── murmuró, sintiendo su garganta reseca picar ante las vibraciones de su cuerdas vocales
