Microhistoria 5: Gymbros

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Santiago sintió un cosquilleo en el estómago cuando Esteban, la persona que le atraía desde hacía meses, se acercó a preguntarle si podía compartir la máquina del gimnasio con él.

Sabía que Esteban creaba contenido para adultos y, siendo uno de sus suscriptores, lo había visto en acción en varias ocasiones.

Entrenaban a la misma hora, y Santiago no podía evitar sentir una mezcla de admiración y deseo al verlo de cerca.

Con el tiempo, Esteban empezó a pedirle ayuda con más frecuencia, y poco a poco se hicieron amigos. Santiago estaba feliz, pero más aún el día que Esteban lo invitó a su casa a tomar unas cervezas.

La noche llegó y, después de varias bebidas, Esteban le dijo:

—Santi, ¿quieres saber un secreto?

—Claro, ¿cuál?

—Mi audiencia está aburrida de verme solo en mis videos. He pensado en grabar con alguien más.

—¿Tienes alguna chica en mente?

—No quiero grabar con una chica —dijo Esteban acercándose a su oído—. Quiero grabar contigo, ¿te apuntas?

Santiago sintió que su corazón se detenía. Miró a Esteban incrédulo, respiró hondo y, después de un momento de duda, asintió con una sonrisa tímida.

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