~ CAPITULO 4 ~

8 1 1
                                    

Tomo una larga ducha aun sabiendo que llegaría tarde a la casa de mis padres. Con el agua corriendo por mi cuerpo, intento alejar de mi mente lo que ocurrió minutos atrás, convenciéndome de que todo fue producto de una pesadilla.

¿Quién rayos era esa chica?

Dijo que se llamaba Allyson.

Es una chica joven, de mi edad tal vez. También es muy bonita, aunque algo loca en realidad.

¿Qué querría de mí?

Me dijo que había estado observándome desde hace un tiempo y que necesitaba mi ayuda, pero ¿Para qué?

No lo sé y tampoco quiero saberlo. Es mejor dejar las cosas como están. Esto ha sido la cosa más bizarra que me ha ocurrida en toda la vida.

Termino la ducha y salgo del baño para alistarme lo más rápido que pueda, se está haciendo tarde y seguramente mamá no tardará en llamar. Una vez lista, tomo mis pertenencias y con algo de nervios salgo de la habitación, no sin antes tomar un profundo respiro. Al salir, miro con cautela a mí alrededor para ver si hay indicios de su presencia y sintiendo un gran alivio al comprobar que ya no se encuentra aquí.

¡Gracias a Dios!

Se marchó.

No pierdo más tiempo y salgo del apartamento. Mis padres no viven muy lejos de aquí, pero hoy no me apetece tomar el tren, así que bajo directo a buscar de mi auto.

Lo enciendo y me dispongo a conducir por la avenida. Me detengo en un semáforo en rojo, aprovechando ese pequeño momento para encender la radio y colocar algo de música. Rápidamente la luz se pone en verde permitiéndome seguir con mí recorrido al tiempo que canto, con mí no tan melódica voz, una canción de Dua Lipa.

"¡Me encanta esta canción!" dice una voz desde el asiento trasero de mi auto.

Suelto un grito lleno de espanto. Miro por el espejo retrovisor y me topo con la misma intrusa que apareció mágicamente en mi apartamento. Sigo gritando totalmente impactada ante su, otra vez, extraña aparición. Me asusto tanto que no pude evitar frenar de golpe en plena avenida. Muevo sin querer el volante, haciendo que el auto suba a la acera y choque contra una parada de autobuses.

Respiro fuertemente, mis ojos bien abiertos y mis manos todavía en el volante, apretándolos tanto que mis dedos comienzan a palidecerse por tanta presión. Miro fuera del parabrisas, rogando al cielo que no haya causado un grave accidente o que alguien estuviera herido. Afortunadamente, creo que no ocurrió nada salvo mi auto estrellado, y por lo que puedo lograr ver, con una abolladura en el capó.

Segundos después, las pocas personas que andaban en la calle se conglomeran para ver lo que sucedió.

Impactada aún, volteo a ver a la única causante de todo esto, sentada en el asiento trasero y mordiéndose uno de sus dedos, expresando culpabilidad.

"Lo siento... En verdad lo siento, no fue mi intención" se lamenta, juntando sus manos en modo de disculpa.

Mis emociones pasan de estar en pánico a estar completamente furiosa en cuestión de segundos.

"¡¿Pero a ti qué demonios te pasa?!" grito "¡Mira lo que has hecho! ¡Pude haber herido a alguien, o peor aún, pude haber matado a alguien!" la sigo riñendo "¡¿Qué es lo que pasa por tu cabeza?!"

"Te dije que lo siento" sigue disculpándose como si esto no hubiese sido nada "Es que estoy desesperada. Quiero hablar contigo, pero tú no me lo permites. Eres muy difícil de convencer" expresa no sintiéndose tan culpable ya.

Me está comenzando a doler la cabeza "¿Acaso no puedes llegar de manera normal como una persona normal?" le pregunto.

"Por si no te has dado cuenta" dice, acercándose a mi asiento "No soy una persona normal."

Un último deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora