Capítulo 2

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Durante los últimos catorce años, Stefan había intentado desesperadamente borrar la sombra de Katherine de su vida

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Durante los últimos catorce años, Stefan había intentado desesperadamente borrar la sombra de Katherine de su vida. Había quemado cada libro que mencionara su nombre, prohibido hablar de ella en el pueblo y, por supuesto, nunca le había contado a Maddy sobre su conexión con aquella mujer. Había sido un pacto, un oscuro secreto que él y su familia habían jurado ocultar para siempre.

Se repetía a sí mismo que todo estaba bien; Katherine estaba finalmente muerta. Había salvado al pueblo, a su familia, y logrado lo que muchos no pudieron: eliminar a Katherine Pierce. O al menos, eso creía...

Sin embargo, había algo que nunca podría borrar, por más que lo intentara.

Todo comenzó en la cena familiar de esa noche. Como todos los viernes, Damon y Elena vinieron a la mansión con su hija Carol. En algún momento, Stefan les había ofrecido vivir allí, pero con la casa de la infancia de Elena reconstruida, la decisión había sido clara para ellos.

—Entonces, ¿qué tal estuvo tu aventura de hoy, Maddy? —preguntó Damon con una sonrisa burlona. Disfrutaba más que nada el drama que la hija de su hermano le traía a Stefan.

—Ya sabes, lo usual. No pasó mucho antes de que el tío Matt me trajera aquí —respondió Maddy, ligeramente frustrada.

—Bueno, ya sabes, las reglas sirven para algo —intervino Caroline en tono maternal.

—¿Quién necesita reglas? —contestó Maddy, poniendo los ojos en blanco.

Stefan y Damon se tensaron al instante al escuchar esa frase. El ambiente en el comedor se tornó denso. Elena y Caroline se miraron confundidas, mientras sus hijas intercambiaban miradas igualmente desconcertadas.

—Ve a tu habitación, Madeleine. Ahora —ordenó Stefan con una voz inusualmente seria, desconcertando a todos.

—Pero no hic... —empezó a protestar Maddy, siendo interrumpida.

—¡DIJE AHORA! —gritó Stefan.

Maddy se estremeció sin poder evitarlo. No estaba acostumbrada a que le gritaran, mucho menos su padre. Con lágrimas que amenazaban con caer, se apartó de la mesa.

—¡Te odio! —gritó, corriendo hacia su habitación.

¿Era cierto? No. Pero quería que su papá sintiera por lo menos un poco de lo que ella sentía en ese momento.

Cerró la puerta de un portazo mientras las lágrimas corrían por su rostro. No podía entender qué había hecho mal. Escaparse era un problema constante, sí, pero nunca le habían hablado de esa manera solo por hacer un comentario.

—Te disculparás con ella, ahora —dijo Caroline, una vez que Damon, Elena y Carol se fueron. La cena había sido incómoda después de lo ocurrido, por decir lo menos.

Stefan miró a su esposa, sintiéndose culpable. Sabía que se había pasado. Ni siquiera el contexto detrás de su arrebato lo justificaba; Maddy no tenía la culpa de nada.

—Lo sé. Me equivoqué —admitió en voz baja—. ¿Puedes ayudarle tú a Lily con su tarea? —pidió, lanzando una mirada hacia su otra hija, sentada en la sala. Había prometido ayudarla con su trabajo de historia, pero el remordimiento y el peso de sus propios errores lo abrumaban. Ya tenía suficiente con una adolescente molesta y no quería arruinar las cosas también con Lily.

—Lo haré —respondió Caroline, con un suspiro. Luego lo miró fijamente—. Ahora ve y no regreses hasta que le hayas dado una buena disculpa.

Sin opción a discusión, Stefan asintió y se dirigió al cuarto de Maddy. La puerta estaba apenas entreabierta , dejando ver el caos habitual que reinaba en su habitación. Ropa, libros y una infinidad de pequeños objetos estaban esparcidos por el suelo y las superficies. Maddy insistía en que "todo tenía su lugar, lo ocuparía en algún momento " y que necesitaba cada cosa allí donde estaba, aunque él nunca entendía cómo podía moverse entre tanto desorden.

Al acercarse, la vio dormida en la cama. Los restos de lágrimas aún brillaban en sus mejillas, secas pero marcando líneas en su piel. La vista le apretó el pecho, y el remordimiento se clavó aún más profundo. Había hecho que su propia hija llorara hasta quedarse dormida. ¿Qué clase de padre hacía eso?

Con cuidado, Stefan tomó una manta y la colocó sobre ella, asegurándose de no despertarla. Se sentó a su lado, apartando un mechón de cabello castaño de su rostro. Durante un momento, simplemente la observó. Maddy solía ser la niña más dulce que alguna vez conoció. Incluso ahora, con toda su rebeldía, seguía siendo atenta y generosa, siempre preocupada por los demás. Era testaruda y curiosa, y no tenía miedo de decir lo que pensaba.

A veces, le recordaba a sí mismo cuando era joven, antes de que la vida y sus propios errores lo endurecieran. Pero en otros momentos... en otros momentos, era como ver a un fantasma.

La semejanza era innegable. Los ojos de Maddy, de un profundo color café , no eran suyos. Tampoco lo era el tono bronceado de su piel, o la manera en que su cabello, un poco más oscuro que el suyo, caía en suaves ondas alrededor de su rostro. Estos rasgos no pertenecían a Stefan; pertenecían an ella.

Hubiera preferido que heredara más sus rasgos físico,para así ignorar la verdad,pero ahora... ahora cada uno de esos rasgos era un recordatorio de un pasado del que nunca podía escapar. A veces le costaba tanto mirarla, porque no veía a su dulce niña; veía a Katherine, revivida en su risa, en su sarcasmo, en las bromas mordaces que lanzaba sin remordimientos. Incluso en su forma de caminar, con esa seguridad que parecía burlarse de todo el mundo.

Era una broma cruel del destino. Incluso muerta, Katherine encontraba formas de atormentarlo.

El miedo y el resentimiento se enredaban en su interior. Temía que Maddy también pudiera llevar dentro de ella la oscuridad de su madre, esa mezcla de encanto y veneno que había cautivado y destruido a tantos. ¿Y si algún día, sin que él pudiera evitarlo, Maddy despertaba en sí misma algo de esa sombra? ¿Y si se convertía en una versión de Katherine, pero aún más poderosa y destructiva? ¿Podría él soportarlo?,¿podria sobrevivir eso una última vez?

Sin embargo, otra parte de él se sintió sucia por pensar así. Maddy no era Katherine. Era su hija, alguien a quien había criado y visto crecer, alguien que confiaba en él, que lo amaba incondicionalmente, sin saber los secretos que él guardaba.Le podría asegurarse de que todo estuviera bien,de que su pequeña Maddy NUNCA fuera cómo Katherine,ni siquiera cerca,podia contrólalo todo.

Con un suspiro tembloroso, Stefan dejó caer la cabeza entre sus manos. Había cometido un error, y sabía que sus miedos y su resentimiento no debían recaer sobre Maddy. Había sido él quien eligió guardar este secreto, quien la había criado en una mentira. La rabia que a veces sentía no era hacia ella, sino hacia sí mismo, por no haber logrado dejar el pasado atrás.

Se inclinó hacia adelante y susurró, aunque ella no podía escucharlo:

—Lo siento, Maddy. No es tu culpa, nunca ha sido tu culpa.

Le dio un último vistazo, se permitió una caricia más sobre su cabello y, con un suspiro, salió de la habitación. Mañana, cuando despertara, se aseguraría de disculparse.

 Mañana, cuando despertara, se aseguraría de disculparse

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Never Felt So AloneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora