Capitulo 4. Cartas

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Estaba acostumbrada a levantarme antes de la luz del sol, para ayudar a mi padre a vender la leche, así que con gran esfuerzo me levanté de la cama, miré por la ventana y afuera era aún oscuro, acompañado de un silencio donde los gallos aún dormían

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Estaba acostumbrada a levantarme antes de la luz del sol, para ayudar a mi padre a vender la leche, así que con gran esfuerzo me levanté de la cama, miré por la ventana y afuera era aún oscuro, acompañado de un silencio donde los gallos aún dormían.

Abrí el cajón donde mantenía mis vestidos; saqué uno color rosa pastel, y lo tendí en la cama para tenerlo listo al salir de bañar.

Luego miré arriba de mi escritorio, ahí estaba el libro que James y yo habíamos tomado el día anterior del Gran San Pablo, me hizo recordar que alguien estaba durmiendo en el mismo dormitorio que antes había perteneció a mis padres, lo que me hizo enfurecer.

En un impulso Agarré el libro con gran fuerza y lo lancé al piso; Como si fuera a solucionar mis problemas con eso, este cayó, retumbando en el piso escuchándose un fuerte golpe.

No sé si fue por la gran fuerza con la que lo arrojé, pero unas hojas resaltaron de este, lo que llamó mi atención, lo recogí y agarré las hojas, para mi sorpresa podía decir que era una carta envuelta en un sobre.

Abrí la ventana para obtener un poco de luz que pudiera darme la luna, pude ver que el sol estaba en blanco lo abrí y saqué la carta para leerla, me di cuenta que era ya vieja, la tinta casi desaparecía lo poco que logré leer decía lo siguiente:

Amado mío, es más de media noche y por fin estoy libre para hablar contigo, a lo largo de mi vida me han cortejado varios hombres, Pero tú eres el único que llena mis pensamientos, he intentado olvidarte pero es más difícil que mostrarle una flor a un ciego.

Nunca tengo suficiente de ti, tal vez me esté volviendo loca, pero he decidido dejar todo, porque creo haber encontrado el refugio eterno en ti, espero con ansias tu respuesta mi bello Pablo, y recuerda que corta es mi vida sin tus besos.

Sueña conmigo Agra.

Aquella carta me hacía recordar las melodías agridulces, una mezcla entre la alegría y el dolor, era romántica pero creía saber que la carta nunca llegó a su destinatario, una enorme curiosidad recorrió mi cuerpo, de querer saber de quién era aquella carta tan esplendorosa, era como si pudiera sentir su corazón resonar en medio de las palabras.

Volví a darle un vistazo y me percaté de que la fecha no se podía distinguir. Y a la par del nombre Agra, estaba escrito un apellido que tampoco lograba leer, como si la tinta se hubiera borrado de ya días.

Cerré la ventana porque un frío ya se estaba penetrando en mi cuerpo. Metí la carta nuevamente en el sobre, mientras el nombre Agra, me sonaba de algo. Pero no recordaba de que.

Me alisté intentando recordar algo, pero no vino nada a mi mente.
Después de peinar mi cabello con dos trenzas en cada lado, salí a gran prisa, a ayudar a mi padre. Rocky mi perrito latía, en señal de que la personas, ya hacían fila para que pudiéramos entregarles los pedidos de la leche.

Una historia jamás contada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora