Capitulo 1

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Un reino con varias paredes dividiendo el reino en tres pueblos, el primer pueblo siendo el más pobre, gente cultivadora, con apenas un techo, la clase baja, el segundo pueblo con casas más elegantes, con gente más adinerada, la clase media, el tercer pueblo, el más rico, con casas finas, mansiones, la clase alta y en el centro el castillo de todo el reino. Mientras más se acercan al centro, más aumenta el nivel económico, un reino grande, fácil de alejarte de tu casa, pero igual de fácil de ubicarte, con lugares para cultivar, tiendas y lugares especiales para comerciantes, el famoso tianguis.

Afuera del reino se acercaban tres caballos con tres carretas de carga de madera, donde traían manzanas, frutos, panes y comida, adentro de las carretas también iban los comerciantes, en la carretilla de en medio iban dos jóvenes comerciantes, Alejandro, un joven de quince años de edad, con tez morena, pelo negro corto, una estatura de 1,68, delgado y con un humor tranquilo, alguien sereno y serio, pero también alguien divertido en momentos adecuados, alguien qué sabia controlar sus emociones, sus pensamientos y palabras.

Antonio, un joven caucásico, de quince años de edad cabello café oscuro, largo hasta los hombros, estatura de 1,67, delgado, con un humor bastante ácido, imprudente, enérgico y alegre, lo contrario a Alejandro, alguien que decía cosas equivocadas en momentos equivocados, pero cosas correctas en momentos correctos.

A pesar de las diferencias entre Alejandro y Antonio, eran mejores amigos, casi hermanos, eran el Ying y el Yang en la vida diaria, se complementaban, encontraban el equilibrio entre la seriedad y la diversión, no necesitaban hablar para pasársela bien, simplemente estar uno al lado del otro.

Los comerciantes en los caballos se acercaron a la entrada del reino, donde aguardaban unos guardias con unas armaduras ligeras, unas cotas de malla, con apenas protección, simplemente con dos lanzas medianas, representando su rango bajo.

-¿Cuál es su asunto?- Dijo uno de los guardias, con una voz firme, al igual que su postura.

-Somos de aquí, venimos de vender, nos fuimos hace tres días.- Respondió el comerciante con total seguridad.

-Dejen los caballos aquí y entren, después podrán venir por ellos.- Dijo el guardia.

Los tres comerciantes bajaron de los caballos. Alejandro y Antonio bajaron de las carretas ayudando a los comerciantes a quitar las carretas de los caballos, cargaron la carreta entre los dos con todas sus fuerzas, Alejandro sujetándola del lado izquierdo y Antonio del lado derecho.

Los comerciantes entraron al reino, en la entrada había unas cuantas casas, algunas en obras negras, después de unas cuantas calles se podían encontrar postes de cables, no como los de hoy en día, unos postes bastante arcanos, sin suficiente tecnología, no transmitían señal de canales, simplemente transmitían una poca energía para prender una luz en cada casa, al menos de ese lado del reino.

Alejandro y Antonio platicaban durante el camino mientras se dirigían hacia unos pequeños almacenes donde dejaban la mercancía de frutas y comida.

-¿Crees que me extrañe?- Preguntó Alejandro viendo a Antonio.

-No lo sé, tres días, solo fueron tres días. Si te extraña en tres días, tal vez, solo tal vez, es la indicada. Si no... no te desanimes, también puede ser la indicada.- Contestó Antonio viendo al frente.

-Es fácil decirlo...

Todos los comerciantes llegaron a un pequeño edificio con una puerta grande para que entraran las carretillas una por una, adentro había varios cuartos granes, en el piso unos costales vacíos con la función como tapetes y arriba los frutos y la comida, Alejandro y Antonio dejaron la carretilla en medio junto a los otros comerciantes, el jefe se acercó a una pequeña tabla con un papel que estaba en el piso, en dicha tabla estaba el inventario, cada hoja contenía el inventario de cada comida, el jefe se acercó a Alejandro dándole la tabla.

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