Capítulo 2

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En la madrugada, Alejandro se despertó, no tenía noción del tiempo, simplemente sabía que era demasiado tarde, Alejandro se levantó recargándose con sus brazos y vio por la ventana viendo el pueblo como si fuera infinito, casas detrás de casas, con el cielo totalmente negro y unas cuantas estrellas, pensando en la chica que le atraía, con el pensamiento de escaparse para ir a verla al puro estilo de Romeo y Julieta.

El pensamiento se fue rápidamente, pues, aunque tenía la capacidad de hacerlo, tenía miedo, no se atrevía, veía todos los escenarios posibles, en donde le pasaba algo, como en el que lo descubrían. Sin atreverse, simplemente se acostó y volvió a dormir.

Al día siguiente, Alejandro se despertó al oír sonidos en su ventana, se levantó y caminó hacia la ventana viendo a Antonio con su característico morral lanzando piedras a su ventana. Alejandro abrió su ventana.

-¡Carnal, tenemos que irnos ya, es tarde!- Exclamo Antonio.

-¡Si, ya voy, me cambio rápido y bajo!

-¡Pero en caliente!

Alejandro se volvió a meter en su cuarto y rápidamente se bañó y se vistió. Tomó un morral pequeño y bajó las escaleras rápidamente, pasando por el comedor en donde estaba su madre.

-Ale, desayuna.- Dijo la madre de Alejandro, Alicia.

-Ma, en verdad me gustaría, pero voy muy, muy tarde.- Dijo Alejandro.

-Ok, pero come algo, por favor.

-Sí, lo prometo, ya me voy.

-Cuídate...

Alejandro salió de su casa rápidamente y, junto con Antonio, corrieron hacia el tianguis del reino. Durante el camino veían a las personas yendo al mismo lugar, personas vestidas elegantemente, aunque fueran pobres, tenían sus mejores ropas puestas.

Alejandro y Antonio llegaron al tianguis, fueron a su puesto, un puesto de vegetales, saludando a su supervisor.

-Hasta que llegan.- Dijo el supervisor.

-Sí, en verdad perdón, me quedé dormido.- Dijo Alejandro, preocupado.

-El punto es que ya están aquí, igual fue nuestra culpa al no decirles que venía el rey del reino azul... iré a ver a los demás. Las notas están en la mesa Ale.

-Sí, gracias.

-Pónganse a trabajar.

El supervisor se fue dejando a Alejandro y Antonio solos; ambos se prepararon para atender a la gente. Alejandro preparó las notas de la venta y Antonio se preparó para atender a las personas.

Mientras se preparaban llego la primera clienta, la chica que le atraía a Alejandro, Eva, una chica con quince años de edad, tez morena, de 1,65 de estatura, cabello largo hasta la cintura, negro, rizado y esponjado, unas pestañas no tan grandes, pero notables, delgada, con una personalidad tranquila, una personalidad que encajaba con Alejandro, era alguien apenada, con vergüenza, pero con un carácter firme, alguien que se reía de cualquier cosa, pero qué sabia mantener la compostura.

La chica se acercó al puesto de Alejandro y Antonio con una pequeña bolsa con algunas cosas.

-Hola.- Dijo Eva con una pequeña sonrisa.

Alejandro la vio y en el momento en que la vio se empezó a poner bastante nervioso. A los ojos de Alejandro, Eva era la más linda de todo el reino y de su generación.

-Hola...- Dijo Alejandro nervioso.

-Hola ¿ya están vendiendo?- Preguntó Eva.

-Claro, pásale, si no te alcanza, nosotros te lo pagamos.- Dijo Antonio en forma de chiste con una sonrisa.

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