La Maldición de mi Apellido

Capítulo 1

Perspectiva de Felipe

Canción: Born for this, The Score.

Estoy sentado en un pequeño banco del galpón  junto a mis tres amigos, observado mis puños magullados y ensangrentados.

—Pipe, esto no está resultando, no va a hablar—dice Theo exhausto, llamando mi atención.

Alzo mi mirada hacia él y sus manos están peor que las mías.

—Hablará, es cosa de no rendirse. Hazte a un lado, yo aún puedo seguir. —Matías se truena los nudillos dando un paso al frente.

—No, ya fue suficiente—hablo volviendo a centrarme en mis manos.

Me desagrada la molesta sensación de la sangre pegajosa en ellas. Intento remediarlos frotando un pequeño trapo contra ellas, pero solo empeoro la situación y esparzo el color rojizo por mi piel.

—¿Suficiente? ¿No rendimos?

Matías suena evidentemente decepcionado, pero niego con mi cabeza. Rendirme no es lo que tengo en mente.

—No vamos a rendirnos, pero es hora cambiar de estrategia.

—¿A qué te refieres, qué estrategia? —pregunta Theo confundido. 

—Llegó el momento, hay que de avanzar de nivel—digo viendo a mis amigos con una sonrisa. Quiero ver qué cara pondrán ante lo que estoy por decir—. Nueva lección.  —Me coloco en pie y estiro mis brazos —¿Por qué clase de tortura se inclinan, taladro, navajas o martillo?

El primero en espantarse es Theo, quien se paraliza y se retrae. Me quedo esperando a que Matías haga lo mismo, pero da un paso al frente, avanzando para llegar a mi lado. 

—Yo me inclino por el taladro—dice dándome un pequeño golpe al costado.

Voy a reír cuando por el rabillo del ojo diviso el cuerpo de Charlie erguirse. 

«Por fin se ha puesto en pie. Es hora»

Había estado aguardando en el fondo del galpón su turno. Ha sido muy paciente. 

            Intento empujar las espaldas de mis amigos hacia la salida, pero ambos se resisten.

—No, nosotros nos quedamos—dice Matías

Niego con mi cabeza.

—No nos iremos—Theo se planta firme, pero ellos no pueden quedarse a ver lo que sucederá.

—Deben irse.

—Pero no será como la última vez. Puedo soportarlo—Mi amigo intenta controlar su nerviosismo apretando sus puños.

Sonrío agradecido de tener tan buenos amigos, que están dispuestos a ensuciarse sus manos por mí.

—Sé que ambos serían capaces, pero deben irse—digo mientras veo a Charlie aproximarse.   

—Estamos juntos en esto. Lo prometimos.

Matías tampoco quiere marcharse, pero deben hacerlo. No quiero que vean esto, no quiero que vean a Charlie hacer lo que está por hacer y sé que él tampoco quiere que lo vean.

—Ya se han manchado suficiente las manos y no es necesario que sobre pasen el límite que ahora se va a traspasar. Váyanse, esto se pondrá muy violento.