La Maldición de mi Apellido

Capítulo 4

Perspectiva de Hera

Canción: Tokyo Drift, Teriyaki Boyz.

—¿Estás loca? Nos retiramos Hera.

—Claro que no. Puedo ganarles.

—Esto no es acerca de ganar. Todos se irán en nuestra contra.

—Por tu culpa—puntualizo.

—Sí, por mi culpa. Grítame todo lo que quieras, pero no vamos a competir.

—¿Desde cuando eres tan cobarde? Sabes que soy muy buena, pero si es tanto tu miedo, entonces bájate del coche.

Me enfrento a sus ojos alzando mis cejas. Los ojos de Charlie siempre me han parecido muy bellos. Son de un color verde muy especial, siempre me transmiten calma, son muy cálidos.

—Una sola llamada a Felipe y todo tu juego se acaba.

—¿Y qué crees que te hará cuando se entere de que fue gracias a ti que estuve corriendo en las carreras?

—Soy capaz de soportar que Pipe me rompa algunos huesos.

—No solo te romperá los huesos. Felipe se pondrá furioso.

—Puedo lidiar con él.

—¿Y con Egan y con Hiroki? ¿Puedes lidiar con el mismísimo Darius Nikolaou molesto?

—No vas a competir Hera—determina elevando su barbilla.

Charlie siempre me jode y es frustrante. Al resto de los hombres me es fácil manipularlos para que hagan todo lo que yo quiero, los controlo a mi antojo, pero Charlie parece ser de otro planeta, él es la excepción.

Le gusta fingir que me desea, pero en cuanto me acerco, él mismo me aleja. Aún recuerdo esa horrible humillación, yo me acerqué para besarlo en la fiesta de mi hermano el año pasado y él literalmente empujo mi frente con la palma de su mano. Luego me lanzó una de sus típicas frases burlescas y desapareció del lugar. Es frustrante, porque no sé cómo debo actuar con él. Él es distinto.

Cierro mis ojos y me aferro a mis rodillas fuertemente.

—Por favor—susurro apretando los dientes.

No quiero hacer esto, los Nikolaou no suplicamos.

—No.

Abro mis ojos y me lo quedo viendo con la boca abierta. Se lo he pedido por favor y de igual forma se ha negado. Nunca me había pasado esto. Se supone que la palabra por favor es la carta mágica para un sí asegurado.

—Vamos, dije por favor. ¿En serio me harás suplicar?

—¿Lo harías?

Me humedezco los labios y me preparo mentalmente para decir esas palabras. Estoy tan desesperada por correr esta noche que mi orgullo puede ser pisoteado.

—Charlie. —Ladeo mi cuerpo para poder verlo de frente—. Te lo suplico, quiero correr esta noche. De verdad que lo necesito.

Las comisuras de su boca comienzan a curvarse en una sonrisa y creo que accederá, pero niega con su cabeza.

—Esa fue una súplica bastante mediocre.

Antes de que pueda replicar, un golpe impacta contra la parte trasera del coche. Se trata del enorme Mustang de Paco. Él idiota debe estar muy cabreado, nos ha venido a provocar.