¿Fue real?

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(...)


Yo me derrumbo entre el bombardeo constante que representa pensarte. Mientras tanto tú sigues con tu vida cómo si nada hubiera pasado, como si nada hubieras sentido. Empiezo a pensar que lo que siento por ti es estúpido, yo estoy sumido en mi tristeza y soledad mientras tus ojos reflejan ánimo y vitalidad. Te veo feliz, radiante. Yo, en cambio, estoy triste, demacrado.

No me mal entiendas, no es envidia lo que siento. En realidad me alegra mucho que estés feliz...el problema es que lo estás porque ya no tienes la carga que yo represento.

(...)

Me cuestiono realmente si sentiste algo, siquiera un poco, de lo que yo estoy sintiendo por ti. Cuestionamiento se refuerza al ver que no te inmutaste por el desvanecimiento de lo nuestro.


Ahora, en el pináculo de la noche, es cuando me doy cuenta que nunca me trataste como la persona con la que salías. Quizás te daba miedo. Quizás tú forma de ser es distinta. Pero veo cómo tratas a otras personas y no puedo evitar pensar: "si tan solo me hubieras tratado así".

Es doloroso recordar que la última vez que sentí esa chispa en ti fue el día en el que te dije "adiós". Fué cómo el principio de lo nuestro: ardiente, apasionado, envolvente. Sin embargo, lo único que empezó aquel día fue nuestro final.


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Cicatrices de una Pasión FugazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora