PARTE 1

1.2K 15 0
                                    

Esta historia ocurrió hace mucho tiempo.

Era 1762 en aquel pequeño pueblo de Inglaterra y se acercaba la Pascua.

Charlie era el hermano mayor de una familia de campesinos. Como la mayoría de los niños de esa época, no iba la escuela y sus únicos deberes eran ayudar a su madre a cosechar y cuidar de sus hermanitos.

Para entonces, Charlie tenía 15 años y no podía esperar a que llegara la Pascua. Era su época del año favorita ya que era el mejor del pueblo en la Cacería de Huevos.

Tres semanas antes del gran día, Charlie se había estado levantando a las 4 am todos los días, para acostumbrarse a buscar en la oscuridad. Comenzó a hacer caminatas por las noches buscando objetos que recolectar (como piedras con cierta forma, palos de un árbol determinado o huevos de ave) y hacer una colección. También empezó a correr por las noches para mejorar su velocidad.

Su plan era despertarse antes que nadie más, encontrar todos los huevos de Pascua y quedar como el campeón absoluto. Hasta el momento, nadie se había preparado mejor que él para eso. Pero, en cambio, estaba incumpliendo sus deberes religiosos.

Aquel domingo después de la misa, la madre de Charlie llamó a su hijo mayor:

—Charlie, no viniste a la Iglesia, ¿en qué piensas?

—Ay, por favor, mamá... ya viene la Pascua, déjame descansar un poco.

—Mmmhh, bueno... —la madre de Charlie comprendió—. Pero recuerda que hoy empieza la cosecha y quiero que me ayudes.

—Sí mamá, ya verás que le echo ganas.

—Y ayuda a tu hermana a lavarse las manos. Almorzaremos en una hora.

Charlie estaba demasiado emocionado por la Pascua, pero hizo todo lo que le pidió su mamá, porque no quería ser castigado y perder su oportunidad de competir en la Cacería de Huevos.

--O--

Aquella noche antes de Pascua, en que la luna aparecía en los cielos y su manto estrellado cubría todas las luces, una graciosa figura femenina salió de su madriguera. Un par de largas orejas de conejo asomaron de aquel hoyo y pronto la figura salió de un salto, internándose en el bosque.

La peluda figura llegó al pueblo, y mirando en las nubes de sueños que salían de cada una de las casas, se dirigió a una de ellas corriendo a cuatro patas. Aquella burbuja contenía una poderosa ambición, un deseo que le agradaba: el de ganar, de ser el campeón máximo en la Cacería de Huevos.

Interesada, la conejita miró por la ventana, y dentro pudo hallar una masa de niños, durmiendo juntos sobre una pila de paja.

—¿Qué tenemos aquí? —se preguntó la conejita, mirando la cabeza del niño de donde provenía el sueño—. ¿Será él nuestro próximo ganador?

Emocionada por encontrar al niño dueño de tal ambición, la Conejita de Pascua recorrió todo el pueblo, pero no pudo encontrar a ningún otro niño con semejante deseo de ganar.

"Esta podría ser mi oportunidad", se dijo a sí misma la Conejita. "Ya veremos mañana".

Y poniéndose en cuclillas, la Conejita de Pascua anunció: "Ahora es momento de que esconda mis preciosos huevos".

--O--

Charlie se levantó a las 3 de la mañana y salió de su casa de puntitas, tratando de no despertar a sus hermanos y hermanas. Era el gran día, así que fue a la cocina, comió cinco galletas con pasas y bebió un vaso de lucho. Después salió a calentar sus músculos en el jardín, y luego de ese ejercicio, se fue a trotar a la plaza del pueblo, donde la carrera daría comienzo a las 5 de la mañana. Desde luego, fue la primera persona en llegar.

"Con esta ventaja nadie podrá ganarme", se dijo Charlie.

En su mente tenía un solo objetivo: hallar los cinco huevos de Pascua antes que nadie más.

En ese momento, escondida entre los arbustos, una bella chica lo vigilaba:

"Mmmmh, este niño tiene el mayor espíritu de competencia que he visto jamás", pensó, y soltó una risita. "Puede que hoy sea mi gran día..."

A las 5:15, Charlie estaba más que listo para comenzar la carrera. Otros niños y niñas también habían llegado, pero la mayoría aún estaban adormilados o cansados. Ninguno se asemejaba a Charlie, quien traía todo el ánimo y el vigor para ganar.

Entonces el alcalde les dijo a los participantes:

—Niños y niñas: comenzaremos la gran Cacería de Huevos de Pascua: el Conejo de Pascua escondió cinco huevos de colores en el bosque... —el alcalde miró a la multitud congregada, contando a quince participantes—. Y quien encuentre uno de los huevos recibirá un premio especial.

"¿Uno de los huevos?", pensó Charlie. "Ja ja, ¡yo los encontraré todos! ¿Qué clase de premio recibiré...?".

El alcalde terminó su discurso:

—Ahora: en sus marcas, listos... ¡QUE COMIENCE LA CACERÍA!

Charlie corrió hasta los oscuros bosques con una rapidez inigualable. Su agilidad le permitió saltar por los árboles y aumentar su velocidad. Sus sentidos se habían adaptado a la oscuridad así que tenía muchas ventajas sobre los otros niños.

Mientras los demás, muy atontados, perdían el tiempo buscando por largo rato en un solo punto, la memoria espacial e imaginación de Charlie se habían agudizado durante esas semanas: sabía exactamente dónde podía o no haber un huevo, y había mejorado sus sentidos para detectarlos en menos de un segundo.

"El primer huevo será solo el principio", se dijo.

Charlie estaba tan concentrado en buscar los huevos que no se dio cuenta de que se había ido separando demasiado de los demás participantes y pronto se internó en el corazón del bosque. Ahí, muy en lo alto, una extraña figura conejil la estaba espiando.

"No tardará en llegar a mi madriguera", pensó la figura. "Y ahí lo atraparé".

Charlie miró al frente, y entre un montón de hojas secas notó algo brillante. Rápidamente se acercó y miró: ¡Era el Huevo de Pascua Azul!

Charlie no quería perder tiempo así que lo tomó con rapidez. Pero en cuanto lo tocó, le llegó una sensación de vértigo. De pronto las formas del bosque se alargaron frente a sus ojos y todo se puso oscuro.

Charlie sintió desvanecerse por un momento, y cuando volvió a abrir los ojos, se encontró con algo que definitivamente no esperaba...

CONTINUARÁ...


Charlie y la Conejita de Pascua (AR/TG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora