PARTE 4

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Reflejada en el agua, Charlie solo podía ver a una joven chica de unos 15 años, desnuda, frágil, con el cabello largo y castaño y rasgos muy delicados.

—¡¿M-ME CONVERTÍ EN UNA CHICA...?! —se preguntó, aterrado.

La Conejita de Pascua pudo entrar fácilmente a la cueva, y tomando el Huevo Rosado, explicó:

—Los cuerpos de las chicas son más veloces y ligeros. Esto también te resultará una ventaja.

—¡¡Pero no quiero ser mujer!! —Charlie protestó, avergonzado.

"Vaya, Charlie se ve muy linda cuando se enoja", pensó para sí la conejita, conteniendo la risa.

—No te preocupes —le contestó el Espíritu de Pascua—. En cuanto termine la Cacería volverás a la normalidad. ¡Ahora: andando! Quedan 4 minutos, 20 segundos y aún te faltan dos huevos.

Sin tiempo que perder, Charlie trató de ignorar su transformación, se despidió de la ornitorrinca y logró salir de la cueva, con su resbaloso y desnudo nuevo cuerpo de chica.

—Vayamos hacia la pradera —indicó la Conejita—. Puede que ahí haya otro huevo.

—Ok... ya verás que gano —Charlie dijo, y sin darse cuenta soltó una risita femenina, mirando su nuevo cuerpo de chica reflejado en un charco.

Observar sus propias curvas de mujer le excitaba un poco y se sonrojó.

"Vaya, soy una chica muy bella... incluso podría ser la más bella de mi aldea".

En las praderas, Charlie les preguntó a las ardillas a las ardillas por el siguiente huevo, pero estos no le contestaron. Luego cruzó los trigales pero no pudo encontrar nada. A la distancia, entonces, divisó una granja.

"¡Ahí!", pensó. Y luego de una larga carrera, Charlie encontró el próximo huevo debajo de una gallina.

—¡Ese estuvo fácil! —Charlie rio.

—Sí, cariño —afirmó la Conejita de Pascua—. Pero vas tarde: ¡solo quedan 2 minutos!

Charlie supo que quizás sin su nuevo cuerpo femenino habría llegado aún más tarde. Apurándose, Charlie agarró el Huevo Verde y su cuerpo empezó a sufrir una nueva transformación. ¡Todo a su alrededor comenzó a alejarse y los objetos parecieron aumentar de tamaño! ¡Sus músculos se reducían, sus curvas femeninas se aplanaban...!

Perdiendo el equilibrio y cayendo de nalgas al suelo, Charlie se dio cuenta de que su cuerpo ahora se había vuelto el de una niña de 3 años.

—Gu-gu-¿gúu? —balbuceó la bebé Charlie.

—¿Que si en qué te ayudará esto? —la Conejita de Pascua entendió enseguida—. Ahora que eres una bebé podrás entrar a lugares muy pequeños...

La Conejita levantó a la bebé Charlie en sus brazos y rápidamente le puso un nuevo pañal de tela.

—... como este pasaje secreto —le susurró después en el oído Charlie, mientras la mecía en sus brazos. Después, abrió una pequeña trampilla en el suelo de la granja—. Esto nos llevará de vuelta al claro. Debemos darnos prisa.

En su pequeño cuerpo de bebé, Charlie cayó rápidamente por aquel agujero y se deslizó a través de él como si fuera un tobogán descendente. Detrás de Charlie, la Conejita usó su magia para transformarse en una pequeña coneja rosada y siguió a Charlie corriendo rápidamente a cuatro patas.

En el camino encontraron una mina de enanos, donde esos hombrecillos barbados se hallaban sacando minerales con sus picos y palas.

—Aquí se encuentra el último huevo —dijo la Conejita, aún en su forma animal—. Queda 1 minuto con 30 segundos.

Charlie gateó con sus piernitas, buscando con sus delicados dedos en cada uno de los carritos con gemas, pero no encontró nada.

"¿Qué haré?", pensó, preocupado, incapaz de hablar con su cuerpo de niña bebé.

Extrañamente, se dio cuenta, ahora hasta la voz con la que decía sus pensamientos en su cabeza se había vuelto femenina e infantil, torpe como la de una verdadera bebita.

Pero entonces, notó que alguien la seguía de cerca. Charlie volteó hacia atrás, alarmada, y se encontró con la fea cara de un niño enano, que sin embargo tenía una expresión tierna, como de enamoramiento, mirando a aquella niña bebé en que Charlie se había convertido.

—¿T-tienes algo para mí? —le preguntó Charlie al enano, sintiéndose halagado.

El enano se sonrojó y asintió con la cabeza. Lucía algo tímido y parecía tener escondido detrás de su espalda un regalo para Charlie.

"¡Ji ji, qué lindo!", Charlie pensó, sonrojándose también, sin saber por qué.

Y agradecido con aquel amable niño enano, se acercó, lo tomó por la cara y le dio un besito en la mejilla.

*¡CHIUCK!*

El niño enano se quedó congelado, sorprendido, con los ojos viendo estrellados al ser besado por una niña tan bonita. Y luego, como automáticamente, sacó su regalo y se lo mostró a Charlie: una corona dorada engarzada con esmeraldas... y con un pequeño Huevo Azul encima.

"¡OH! ¡EL HUEVO!", Charlie pensó, quedando deslumbrado por aquel reluciente tesoro. Pero no perdió el tiempo.

—¡Dam'acá! —exclamó, con la nula dicción que su floja de bebita le permitía, y con rapidez, agarró la corona y se la colocó en su cabeza.

Luego, despidiéndose del enanín sacudiendo la mano, volvió a gatear con rapidez por el túnel de la cueva mientras aquel enano se quedaba mirándolo desaparecer, suspirando completamente enamorado.

—¡Solo quedan 60 segundos, Charlie! —advirtió la Conejita, mientras Charlie gateaba a toda velocidad por el pasadizo secreto—. ¡Debemos darnos prisa para volver al punto inicial!

—¿Po'qué no fu'cionó? —preguntó la bebé Charlie, al darse cuenta de que su cuerpo no había vuelto a la normalidad.

—Hará acción cuando sea necesario —explicó la Conejita.

Pasando la parte más estrecha del pasadizo, Charlie pudo volver a ponerse en pie. Entonces, el Huevo Azul comenzó a brillar y activó su efecto mágico. Charlie se envolvió de una luz azulada y su cuerpo volvió a crecer y ponerse macizo y masculino.

Pronto, el cuerpo de Charlie volvió a ser el de un niño, pero solo de unos 10 años de edad y sin cola ni orejas, ni piel resbalosa y aún desnudo. El pañal volvió a aparecer mágicamente alrededor de su cintura, quedándole perfecto pero luciendo muy voluminoso.

—¡AAAHHH! —gritó, cubriéndose la entrepierna, avergonzado.

—¡No hay tiempo para avergonzarse! —dijo la Conejita, saltando rápidamente fuera del túnel y creciendo de nuevo hasta regresar a su cuerpo humanoide—. ¡Quedan solo 15 segundos!

Charlie comenzó a correr hasta la línea de meta, cargando los cinco huevos en sus brazos.

"5 segundos"

Charlie ya veía el tronco cortado que marcaba el podio de ganador.

"3 segundos"

Charlie estaba a punto de llegar, pero ya casi no quedaba tiempo.

—1 segundo... —la Conejita sentenció.

Y con sus últimas fuerzas, Charlie intentó saltar para subirse al podio. Como en cámara lenta, la Conejita pronunció:

—Cero segund...

Y Charlie...

CONTINUARÁ...


Charlie y la Conejita de Pascua (AR/TG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora