Charlie se encontró a sí mismo en una parte del bosque que nunca había visto. Era un claro color verde vivo; había flores y animales por todos lados y un brillante y gentil sol brillaba contra el cielo azul límpido.
Pero rápidamente se dio cuenta:
—¡¿EH?! ¡¿Dónde está?! —se dijo, mirando sus manos.
El Huevo Azul había desaparecido. Desesperado, Charlie empezó a mirar alrededor, buscando el huevo, pero pronto una voz femenina respondió a su pregunta desde lo alto, en un tono travieso:
—Bienvenido, joven Charlie...
Charlie alzó la cabeza para ver de dónde provenía la voz: el agujero en mitad de un árbol.
—¿En verdad quieres ganar...?
Charlie se acercó al árbol, pero no tuvo el valor para pararse enfrente del hoyo.
—Sí... ¡Sí! ¡Lo quiero más que a nada...! —Charlie contestó, desesperado—. ¿Tú me quitaste el huevo? ¡Dámelo, por favor...!
—Oohhh... —respondió la voz, juguetona—. ¡Eso es lo que quería oír!
Y de pronto, un par de orejas de conejo salieron del agujero en el árbol. Sorprendido, Charlie casi se cae de espaldas, y observó cómo una extraña figura comenzaba a salir.
—¡Hola, Charlie...!
Asombrado, Charlie observó a la figura: su cuerpo era el de una escultural mujer, vistiendo una especie de leotardo, medias de red y zapatillas. Sus patas parecían como de pijama, una gran plataforma plana con dos o tres dedos. Sus patas delanteras asemejaban unos mitones, pero debajo de ellos se notaba la silueta de unos dedos.
Su cara asemejaba la de una chica de 20 años, cutis perfecto, sonrosado y sin pelo, ojos negros, muy grandes y expresivos con cejas delgadas y largas pestañas, una barbilla triangular pero suave, dos esponjosas mejillas y labios carnosos y rosados con apariencia húmeda.
—Guau... —impresionado, Charlie no pudo evitar quedarse mirando su hermoso cuerpo.
Sin poder entender qué clase de criatura estaba frente a él, caminó alrededor de la Conejita, sus ojos fijos sobre aquellos dos grandes pechos, redondos y bamboleantes, sus piernas torneadas, y al lograr quedar atrás de ella, un trasero perfecto con una cola de coneja sobre él.
¿Era un disfraz, o era una especie de criatura mágica?
—¿Qué miras tan interesado...? —preguntó la Conejita, despertando a Charlie de su trance. Por su tono de voz, parecía darle un poco de risa la reacción del chico—. ¿No decías que tienes una carrera por ganar?
—¡Ah, sí! ¡Se me olvidaba! —dijo Charlie, volviendo a la realidad, y extendió la mano—. ¿Tienes el Huevo Azul? ¡Dámelo, rápido!
La Conejita sacó de entre sus ropas el huevo que Charlie buscaba y lo giró sobre su índice.
—Tranquilo, campeón. La carrera empezará cuando yo diga —dijo, burlándose.
—¿Qué...? ¡Si la carrera ya empezó! —dijo Charlie, exasperado.
—Este no es el primer huevo. Es el quinto —explicó la Conejita, y tan pronto lo dijo, el huevo desapareció dejando una nube de humo azulado.
—¡Deja de hacer bromas y dame el huevo! —le rogó Charlie—. ¡Los otros niños me aventajarán, no me queda mucho tiempo!
La Conejita se quedó entonces mirándolo con una expresión de seriedad.
—¿No entendiste? La Cacería ya terminó... y tú has sido el ganador.
—Eh, yo... ¡¿Qué?! —balbuceó Charlie, sorprendido.
—Desde antes de comenzar la carrera, los demás concursantes fueron descalificados. Tú eras el único que merecía la victoria —la Conejita expuso.
Charlie frunció las cejas, confundido. Empezaba a tomar en serio lo que aquella extraña criatura le decía.
—Eh, pero... ¿quién rayos eres tú? —preguntó al fin.
—Pues obviamente —sonrió la Conejita—. ¡Soy la Coneja de Pascua!
—¡¿Q-QUÉ?! —preguntó Charlie, confundido. Él ya era un chico grande, no creía en esas historias—. Ay, por favor— dijo, cansado—. Deja de bromear y dame el huevo, tengo una carrera que acabar.
Pero la Conejita no se movió:
—No estoy bromeando, Charlie. Pero si no me crees, es tu problema —luego, caminó hacia Charlie—. Pero aun así tienes una carrera que acabar para ganarte el título de CAMPEÓN ABSOLUTO. Esta es la VERDADERA Cacería. Ve y encuentra los cinco huevos que escondí.
—Pero... no veo a nadie más por aquí —dijo Charlie, mirando alrededor, confundido—. ¿Se supone que esta Cacería es solo para mí?
—Así es —contestó la Conejita—. Pero no será fácil. Tendrás solo diez minutos para hallar todos los Huevos que escondí en los arbustos y regresar aquí.
Y sacando un reloj de su bolsillo, la Conejita se acercó a un tronco de árbol y se sentó sobre él. Charlie entrecerró los ojos y dudó:
—Mmmh...¿y yo qué gano, si hago todo eso que me pides?
—Ahhh. Eso... si lo logras, serás el CAMPEÓN ABSOLUTO y ganarás: mi hermoso cuerpo —acabó la Conejita, con una sonrisa traviesa y señalando su cuerpo con sus manos—. Entonces... ¿estás listo?
—Sí. ¡Estoy listo! —Charlie contestó de inmediato, emocionado.
¿Tener en sus brazos cuerpo de aquella chica tan increíble? ¡No podía perder la oportunidad! Con la experiencia que tenía entrenando de noche, le resultaría fácil encontrar todos los huevos a plena luz del sol.
—¡Buen chico! —dijo la Conejita, sonriendo sospechosa. Sacó una pistola de sujeto y la disparó al aire—. ¡Entonces ve, Charlie!
CONTINUARÁ...
ESTÁS LEYENDO
Charlie y la Conejita de Pascua (AR/TG)
ПриключенияCharlie es un ambicioso chico que solo piensa en GANAR. Pero un buen día de Pascua, se topará con un misterioso personaje que le dará una lección, transformándolo a él y a su vida para siempre.