2. Frida

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Al otro lado de la ciudad, Violeta se despertaba en los brazos de Álvaro, todavía dormido después de la noche loca y de las celebraciones que habían tenido por el cumpleaños de uno de sus mejores amigos.

Los dos estaban juntos desde la escuela secundaria y sus padres habían estudiado juntos en la universidad y eran muy amigos. Estaban felices con su relación y no podían esperar a que fuera más formal.

Violeta se había levantado de la cama y sin hacer ruido para despertarlo, había ido al baño a ducharse. No tenía ropa de repuesto, así que cogió algunas camisetas y pantalones cortos de Álvaro para ponerse, y después de despertarlo con un beso en la frente, bajó a la cocina a desayunar.

Pensó que no había nadie, pero Rosa, la madre de él, todavía estaba allí.

-Violeta, querida. Bien levantada- Le había dicho la mujer mirándola con una sonrisa en los labios.

- Buenos días, Rosa. ¿Cómo estás hoy? ¿Lista para acabar con otro adversario?- las dos se rieron y la mujer invitó a la pelirroja a comer con ella.

Una vez terminado el desayuno, el chófer de los Mayo había acompañado a la chica a su casa, que de inmediato había llegado a su galería de arte y allí se había quedado hasta la noche. Le habían reservado la sala para cuatro exposiciones que iban a tener lugar en las próximas dos semanas, y pagarían bien, así que estaba feliz por ese resultado. Una vez que la pelirroja llegó a casa, se acercó a su hermano en su habitación y lo encontró con la cabeza en los libros.

- ¿Necesitas repetir? ¿Necesitas ayuda? -

-Oh, bienvenida a casa señorita Mayo. A veces te acuerdas de nosotros entonces- se burló de su hermana. Pero en realidad un poco era cierto ya que era como si Violeta viviera en casa de Alvaro.

-No me llames así que no soy aún la esposa de Alvaro-  dijo la pelirroja - y a lo mejor nunca lo seré- añadió.

Si había algo que no le gustaba a Violeta, era que se hicieran ese tipo de planes para ella. Ella siempre había dejado las cosas claras con Álvaro, estaban juntos, tenían buen sexo, creaban recuerdos para compartir pero nunca se casarían. Violeta no era una de esas mujeres que se dedicaban a la vida de ama de casa, ella tenía su propio negocio y quería abrirse camino en el mundo del arte y para hacerlo tendría que mantenerse libre, Sin ataduras que le taparan las alas.

- Él te va a pedir matrimonio, hermanita. prepárate. Han estado juntos por años, y para no desacreditar a la familia, tendrá que empezar una.

-Alvaro juega al baloncesto y necesita libertad. no nos obligarán a casarnos. Y luego siempre puedo dejarlo cuando me lo pida -comentó la pelirroja, haciendo reír a su hermano que poco después le pide ayuda para estudiar.

Violeta y Álvaro, se habían juntado en la secundaria. Habían sido el primer amor del uno al otro y desde entonces no se habían separado. Habían ido juntos a la secundaria, universidades separadas pero, a pesar de todo, siempre unidos por un sentimiento profundo que aún hoy no dejaba de latir en sus corazones.

La familia de Álvaro amaba a Violeta y la suya a él. Si alguien quería que se casaran, eran las dos familias, pero también sabían que probablemente solo sería un sueño.

Después de ayudar a su hermano a estudiar, Violeta se había ido a su habitación y se había echado en la cama.  Abrió la galería de su teléfono y miró las fotos de los últimos atardeceres. No le gustaba ninguna, así que decidió salir a la terraza y esperar a que el sol se pusiera para tomar una mejor foto para su próxima exposición.

Llegó a la silla de la que estaba en el centro del jardín y se sentó allí, con las gafas rosas en la cara.

Esperó a que el atardecer llegara y cuando vio que finalmente el rojo y el naranja se unieron dando vida al más hermoso de los atardeceres, Hizo la foto que le serviría como base para su próxima pintura.

La Chica De CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora