32. Glimpse of Us

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JM


Estaba atardeciendo, un poco de oscuridad y un poco de luz, algo perfecto en el escenario de una cita. Y lo que lo hacía aún más perfecto era que podía verlo bajo aquellos colores, una tenue iluminación que hacía parecer que estábamos en un lugar más íntimo.

Había decidido que no podía pasar un segundo más sin verlo y besarlo, así que lo invité al lugar de nuestra primera cita y compré ramen mientras lo esperaba en la tienda.

Cuando apareció se veía algo triste, pero su rostro se iluminó cuando me vio sostener ambos envases de ramen.

– Lamento haber sido un imbécil. –dije mirándolo. – Me gustaría que comiéramos ramen juntos otra vez. –dije mostrando los envases.

Jungkook sonrió y rascó su cabeza suavemente entre su cabello.

– Por supuesto. –asintió. – Aunque es un poco público ¿No crees? –preguntó mirándome.

Me reí y asentí. – Podemos ir al baño, luego.

Él asintió mientras reía y tomó uno de los envases para caminar hasta el agua hirviendo.

– Sí te perdono. –dijo suavemente sin mirarme.

Con una sonrisa en mis labios, caminamos juntos hasta el lugar donde nos habíamos sentado la primera vez y comimos ahí entre una conversación ridícula sobre sus últimos días, la despedida de su mejor amiga y el paso por la casa de Hoseok, su clasista, pero simpático mejor amigo.

Jungkook echó su cabeza hacia atrás y soltó una sonora risa mientras me contaba sus anécdotas.

A veces me perdía en esos cortos gestos, era algo fugaz, pero que me recordaban lo mucho que me había enamorado de Jungkook.

Esos escasos segundos en que me perdía en lo bello de todo su ser, me preguntaba qué sería de mí si lo perdiera. Antes, sólo era un chico bonito que conocía desde que era pequeño, uno que había prometido cuidar; pero era sólo eso. Ahora él se había convertido en absolutamente una razón para sonreír y olvidarme por efímeros momentos lo que era mi venganza.

– Jimin. –me habló y yo volví a concentrarme en él.

– ¿Mmh?

– ¿Me estás escuchando?

– Lo siento. –negué. – Por un momento me enamoré de ti de nuevo. –dije peinando su cabello y logrando que su expresión se tornara sorprendida.

– ¿Qué?

– Eres muy guapo, eso es todo. –respondí.

Él sonrió ampliamente y se acercó para besarme. – Tú también eres muy guapo ¿Sabías? –halagó aún cerca de mí.

Negué con una media sonrisa, sintiéndome aún embriagado por su beso. – ¿Lo soy?

– Me gustaste desde el primer momento. –confesó. – Eso ya lo sabías, tú sabes perfectamente lo que provocas.

Me reí, sabiendo que tenía razón.

Él se recostó en el pasto y miró el cielo. – Hacía tiempo no veníamos aquí.

– Sí. Nuestra primera cita fue aquí ¿Lo recuerdas?

– Por supuesto. –asintió. – Cuando fumamos hierba y nos besamos después de comer ramen.

Me recosté a su lado y tomé su mano. – Las cosas cambiaron mucho desde aquel entonces.

– Sí. –asintió y me di cuenta que había un tono decepcionado en él.

– ¿Eso te pone triste?

– Es sólo que, las cosas ya no son como antes. No me junto mucho con mis amigos porque pareciera que ya no tenemos los mismos intereses. Younghee se fue del país y no lo sé, hago cosas que antes ni me hubiera imaginado hacerlas.

– ¿Te hago mal? –pregunté, sabiendo muy bien la respuesta a ello.

– No. –negó. – Lo siento, no quería que sonara así. –se disculpó. – Soy un adulto, Jimin, yo tomo mis propias decisiones, tú no tienes nada que ver en esto.

Suspiré sabiendo que en realidad tenía todo que ver, pero intenté no prestarle atención a aquello, habíamos estado "peleados" por una estupidez mía y no quería que se fuera todo a la mierda otra vez.

Ya había terminado por aceptar que Jungkook se había transformado en lo que Yoongi me había advertido, no había pasado tanto, un par de meses como máximo desde que le había quebrado la nariz a ese tipo en medio de la calle. De ahí en adelante, las cosas habían ido cayendo en una ridícula espiral de la perdición.

Él estaba vez más mandón e iba perdiendo poco a poco la sensibilidad que tenía cuando había venido por primera vez al club. Agradecía que al menos no había caído en las drogas, y me aseguré de que Taehyung no volviera a mencionar la palabra en su presencia.

Pero era como ver a otra persona, incluso su físico había cambiado. Su cabello estaba largo, y había perdido el miedo a las agujas, así que también se había hecho más tatuajes y un cigarrillo estaba entre sus labios la mayor parte del día. Aquel no era un hábito molesto, porque yo también lo tenía, pero temía que estuviera fumando por angustia y no realmente por placer.

Sin embargo, cuando me miraba, aún había un brillo emocionado en sus ojos. Sabía que aquello no había cambiado y eso me asustaba aún más, porque no creía que fuera capaz de soportar el momento en que dejara de mirarme así, como si realmente me adorara.

Faltaba poco para que Han viniera de vuelta a corea, Ayaka ya lo sabía, lo había averiguado de primera fuente al meterse en el computador del jefe.

Jungkook no lo sabía, pero estábamos organizando un ataque al puerto donde se juntaría el jefe de la policía de Busan y el miserable de Han. Probablemente lo descubriría pronto, me era muy difícil esconderle cosas a Jungkook, sobre todo, cuando mi día a día se trataba precisamente de la venganza.

No me molestaba que supiera nuestro plan, no lo diría a nadie, de eso estaba seguro. Pero no quería que quisiera participar en ello, si había algo de lo que iba a librar a Jungkook era de tener que hacerle daño a otra persona, aquello no me lo podría perdonar jamás.

Los últimos días me la pasaba pensando qué iba a hacer cuando tuviera que separarme de él. Cuando tuviéramos que huir con Taehyung y Yoongi.

Jungkook no se iría conmigo, no porque no quisiera acompañarme, estaba seguro que luego de haber llegado hasta donde estábamos, probablemente querría irse conmigo. Pero no dejaría que olvidara sus prioridades, su vida, sus metas. Por fugarse conmigo y mis hermanos, aquello sería egoísta, tampoco podría prohibírselo, porque lamentablemente, Jungkook era un adulto y tenía que tomar sus propias decisiones, aunque se equivocara en el proceso, yo no podía hacer más que aconsejarlo.

Porque siendo muy honesto, nada me haría más feliz que estar con él para siempre, pero sabía que no iba a poder ser.

Cerré los ojos un momento, intentando pensar en algo que no me hiciera llorar y volví mi vista a Jungkook, que estaba recostado mirando el cielo, como si realmente estuviéramos en la mejor cita de nuestras vidas.

Quizás debía preocuparme menos de aquellas cosas y centrarme en lo bien que podíamos estar mientras pudiéramos, así que eso fue precisamente lo que hice. 

– Te amo, Jungkook. –dije suave, con un poco de miedo, pero suficientemente alto como para que me escuchara.

Sus ojos se agrandaron un poquito, con sorpresa y emoción. Sonrió mientras sus mejillas se teñían de rosado.

– Yo también te amo. –respondió. – Mucho. –confirmó antes de acercarse a mí y besarme lentamente. 

The Revenge | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora