♡︎ Prologue

360 31 0
                                    

Karina, la chica más popular de la escuela. Sus notas eran perfectas, su belleza era inalcanzable y hacía deporte a diario.

Bondadosa, amable, generosa, empática, todas esas palabras la definían.

Si su nombre fuese una palabra, en el diccionario su definición sería “persona perfecta”.

Ningún chico podía resistir a sus encantos y ninguna chica podía aguantar la envidia. Eso incluía a Min-jeong, o como todos la llamaban, “Winter”. Winter la odiaba, la odiaba porque siempre quiso tener todo eso, pero nunca lo consiguió. No importaban sus esfuerzos, sus notas raramente subían del suficiente, no se consideraba “guapa”, no hacía ningún deporte y era incapaz de mantener una conversación con alguien sin ponerse nerviosa.

No siempre fue así, de pequeña era igualita a Karina, pero era demasiado bondadosa, tanto que sus compañeros se aprovechaban de ella, se reían y se burlaban. Con el tiempo, Winter empezó a encerrarse en su propia burbuja.

Todos la veían como una rara. Le vacilaban, se reían de ella, le hacían bromas de mal gusto e incluso le hacían fotos sin su consentimiento, pero ella era incapaz de quejarse, estaba cansada, tanto que ni siquiera se defendía.

Tuvo momentos donde la idea de quitarse la vida pasó por su mente, pero nunca lo hizo por miedo.

Esa chica, Karina, era todo lo que ella podría haber sido, pero no. Por eso, la odiaba con toda su alma, no la soportaba.

Bueno, eso pensaba ella, hasta que un día, su punto de vista cambió.

– ¡Au! – Winter cayó al suelo, intentando aguantar las lágrimas. Unas chicas le habían tirado la comida encima. Cuando intentó levantarse, una de ellas la empujó con fuerza, haciendo que su cabeza chocara contra la pared. Dolía, dolía mucho, pero tenía que aguantar.

La gente de alrededor empezó a sacar los móviles, grabando la escena. Winter no podía más, estaba al borde de llorar, hasta que ocurrió algo que definitivamente no esperaba.

– ¡Dejadla en paz! – Karina había entrado por la puerta del comedor y tras ver la situación, actuó. Pasó entre las chicas, empujando a la que había tirado a Winter. Se acercó a esta y le tendió la mano.

– ¿Estás bien? Toma mi mano. – Con preocupación en los ojos, Karina intentó ayudarla. Winter todavía estaba procesando lo que estaba pasando mientras se agarraba a la contraria para levantarse.

Karina miró a las chicas con enojo.

– ¿Pero qué os pasa? Si pensáis que es divertido hacerle esto a otra persona, entonces tenéis un serio problema. Por idiotas como vosotros la gente lo pasa mal e incluso algunos llegan a perder su brillo característico. – Nadie dijo nada, se sentían intimidados por ella y su increíble madurez – Como se vuelva a repetir algo como esto, no dudaré en decirle al equipo directivo del instituto.

Ese odio y envidia que sentía Winter por Karina se convirtió en admiración. Antes de que pudiera decirle nada, Karina la agarró del brazo y se la llevó a otro lugar.

– ¿Es la primera vez que te lo hacen? – preguntó.

– No. – no sabía porqué, pero Winter se sentía cómoda.

– Pues deberías decírselo a alguien, ¿no crees?

– Ya, pero, no soy capaz, ¿y si me hacen algo para vengarse?

– Yo te enseñaré a defenderte, ¿Winter, verdad? – Le tomó por sorpresa que supiera su nombre.

– Eh… sí.

– Soy Karina, ¿amigas? – hacía años que no escuchaba esa pregunta.

– Sí. – respondió, con una sonrisa incapaz de contener en sus labios.

ʚ♡ɞ

– ¿Que te ayudemos a confesarte a Karina? – Dijeron Ningning y Giselle al unísono. Winter las había invitado a su casa para pedirle algo importante, pero no se esperaban que fuera eso.

– Sí, por favor os lo pido.

– Pero, ¿desde cuando te gusta? – preguntó sorprendida Giselle.

– ¿Tú eres tonta? Era obvio – respondió Ningning agresivamente.

– Pues no me di cuenta, ¿vale? Lo que pasa es que eres una cotilla. – A Giselle le encantaba enfadarla.

Ningning estaba a punto de ahorcarla, pero Winter lo evitó.

– ¿Podéis dejar vuestras peleas para otro momento? ¡Estoy desesperada!

– Perdón – dijeron a la vez.

Ambas eran amigas de Karina, por lo que Winter las conoció gracias a ella. Habían pasado años desde que la conoció y su vida había mejorado mucho.

Gracias a Karina su vida volvió a tener sentido, fue la primera persona que no la juzgó. La apreciaba, no, la amaba, estaba enamoradísima.

– A ver, ¿tienes alguna idea de cómo vas a confesarte? – dijo Ningning, intentando ayudar.

– Pues, yo quería hacer algo especial, como ella.

– Aww, que bonito. – A Giselle le parecía muy bonita la relación que había entre ellas.

– Pero… ¿y si no le gusto yo a ella? – cuestionó Winter insegura.

– Por favor, es obvio que tú también le gustas a ella, no sabéis disimular, deberías darle alguna indirecta, ¿y si le das regalos? – Ningning quería dar ideas, su amiga parecía estar demasiado preocupada.

– El amor no se compra con dinero – decía Giselle. Ningning hacía esfuerzos por no matarla ahí mismo.

– Hm, eso es verdad, pero podría hacerle cosas a mano, cosas que sean especiales.

– Deja indirectas en los regalos. – Giselle se estaba motivando.

– No es mala idea – Aunque a Ningning le costaba darle la razón a Giselle, no podía negar que era una buena manera de darle pistas a Karina.

– ¡Ah! ¿Y si cada día le hago un regalo distinto? El domingo sería la confesión. – Winter parecía haber encontrado una buena manera de confesarse.

– ¡Oh! Sí, sí, me encanta la idea. – La motivación también estaba llegando a Ningning.

– Ya está decidido, ahora, pensemos qué regalo le darás el lunes. – Giselle sacó una libreta y un bolígrafo de su mochila y empezó a apuntar ideas.

Seven - Jung Kook (feat.aespa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora