Apenas lo oía respirar.
Estaba sentada al lado de mi padre, quién por mi culpa casi muere. Era prácticamente lo mismo, él estaba muerto, ido, no lo reconocía. Tenía una gran venda en la cabeza. —Por mi culpa— seguían repitiendo las voces de mi cabeza.
Sostuve su mano con firmeza, su brazo estaba conectado por una vía, en su rostro tenía una máscara que le permitía que le llegara el aire. ¿Es éste el sentimiento del que todos hablan? ¿el sentir que pierdes a tus seres queridos?
Me daba un vuelco el estómago de tan sólo pensarlo.
La mansión se sentía...vacía sin su presencia, sin su firmeza, era algo que molestaba hasta que te das cuenta de que te falta. Que sin ello la vida es extraña, de todas formas lo sigue siendo y siempre lo será.
Toda la movida de brujas se frenó por un momento, nadie parecía preocuparse por ello, yo sí, porque sé que de una forma u otra estoy conectada a ellas, cómo si fuese a través de los lazos de mi sangre pero con espinas, porque duelen. Yo jamás deseé que ocurriera ésto, con una maldita gota de mi sangre.
Las cortinas se movían con la suave brisa, me estaba helando, si seguía así acabaría como un cubito de hielo.
Solté la mano de mi padre y me acerqué a la ventana, comprobé que no había nada extraño. Derecha, izquierda, nada. Cerré la ventana y volteé devuelta.
Escuché el crujido del suelo y entré en pánico, —¿Son las brujas?— pensé mientras corría a esconderme en algún lado. Oh sí, el armario.
Abrí la puerta y la cerré detrás de mí. Había una pequeña rendija por dónde podía ver un poco.
Las sombras se movían lentamente en la habitación, proyectadas por la luz tenue de la luna. Mi corazón latía con fuerza, no paraba de retumbar en mis oídos. Escuché pasos lentos, cuidadosos, acercándose cada vez más. Contuve la respiración, coloqué mi mano en mi boca, rogando que no me descubrieran.
Los pasos se detuvieron justo frente al armario. Pude oír una respiración pesada, como si alguien estuviera tratando de contener su propio aliento. Pasaron unos segundos eternos antes de que los pasos se alejaran lentamente. Me atreví a mirar a través de la rendija.
La figura se acercó a la cama de mi padre. No pude distinguir quién era, pero tenía una presencia que me hizo estremecer. Extendió una mano hacia la venda en la cabeza de mi padre, y un escalofrío recorrió mi espalda. ¿Qué estaba haciendo? ¿Era alguien que venía a ayudar, o a terminar lo que yo había comenzado?
El desconocido se inclinó y murmuró algo inaudible. En alemán quizás. Mi padre permaneció inmóvil, su respiración apenas era perceptible bajo la máscara. De repente, la figura se enderezó y se dirigió hacia la ventana.
Me quité la mano de mi boca, al fin logrando respirar sin preocupaciones de ser descubierta. Abrí la puerta del armario y me asomé por la ventana. —Zack— pensé. Él era de los pocos brujos que lograron entrar en la mansión. ¿Qué querían de mi padre?
— Espiar a los demás es de mala educación.— susurró alguien en mi cuello.
Me di la vuelta quedando pegada a la ventana.
— Hijo de...
— Me gustan tus cálidas bienvenidas.— Confesó Mason.
— ¿Fuiste tú?
— No quería que te preocupases.
Di un suspiro y sentí cómo sus brazos rodearon mi cintura.
— Puedes contar conmigo...— Su voz comenzó a cambiar y su cara empezó a deformarse.
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Lazos y Espinas | Bilogía desaparecidos
Science FictionCada vez que me miraban, la mayoría solía sentir repugnancia, otros inquietud y otros miedo. Los lazos de sangre que me unían a mi familia eran irrelevantes. Los Van Ewen, aparte de destacar por su elegancia y dinero, ocultaban algo. Todo aquel que...