E s a n o c h e

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Esa noche, 

Yo solo quería salir a divertirme como cualquier otra joven 19 años, había tenido una adolescencia en donde rara vez salía de fiesta, por lo que decidí salir.

El plan era salir con un amigo, a un bar, divertirnos un rato y ya estaba.

Me arreglé mucho y estaba emocionada porque saldría a divertirme. 

Me encontré con él al rededor de las 9 de la noche y le dije que a donde iríamos, él había mencionado salir con unos amigos de él y yo estaba de acuerdo, lo conocía ya de hace algunos años, por lo que hasta el momento no desconfiaba de sus intenciones, era una simple salida tranquila. 

Pero empezaron las banderas rojas que no vi, primero él sacaba excusas sobre la hora de la llegada de sus amigos, que no le respondían los mensajes o llamadas, lo que era curioso porque se suponía que ya se había planeado la salida.
Sin embargo, no le di importancia y decidí que entonces el siguiente plan sería simplemente tomar algo juntos y me iría temprano a casa. 

La segunda bandera apareció cuando él empezó a mencionar el tema del sexo, hacía chistes sobre ir a un motel o ir a su casa, a lo que yo en repetidas ocasiones le dije que no, que era mi amigo, que yo lo veía como eso y no estaba interesada en otra cosa, él minimizó aquello haciendo un chiste y la noche continuó. 

Compramos una bebida para cada uno y empezamos a andar por la ciudad, pero por la espera de la supuesta llegada de los amigos ya se había hecho tarde y no era muy seguro andar por ahí, por lo que le dije que era mejor estar en dentro de nuestro conjunto residencial. Y así fue, seguimos charlando un rato más, hasta que las cosas se empezaron a poner borrosas. 

Fue raro, quizá la bebida estaba muy cargada o yo simplemente no era muy tolerante al alcohol, o quizá simplemente algo tenía. 

Le envié un mensaje a mi madre diciéndole que ya me entraría a casa, que no se preocupara, pero ahí fue que  la noche se puso borrosa. 

Al siguiente día, lo primero que note fue el dolor de cabeza, no sabía cómo había llegado a mi casa y cuando intentaba recordar, lo último en mi memoria era el mensaje que le había enviado a mi madre. 

Luego note los demás dolores, note como me dolían las muñecas y otra partes del cuerpo, sin embargo, el dolor más notable fue en mi zona íntima, sentía como si hubiese perdido la virginidad o un dolor similar a aquel,  pero ni cuando había sido mi primera vez había experimentado ese dolor. 

Ahí lo supe, y la única memoria de aquel momento era que él, el que consideraba mi amigo, estaba encima de mí, por más que intentaba recordar algo más, eso era lo único en mi mente, y lo único que he logrado recordar de aquella noche hasta hoy. 

El primer sentimiento que tuve, fue vergüenza, después vino la culpa, posteriormente el asco, que me hacía bañarme dos veces al día en los primeros meses. 

Había creído que quizá yo estaba exagerando, quizá la situación no era como se veía. 

Pero necesitaba sentir apoyo, necesitaba sentir que no estaba loca, entonces pedí una cita con mi médico. Tenía vergüenza de contárselo, porque... No lo sé, pero tenía vergüenza de admitir que eso me había sucedido, por lo que le conté, pero mencionando aquella situación como algo hipotético, como un que pasaría si esto ocurriese.

Él me lo confirmó, sí, eso se considera un abuso, aquellas palabras me golpearon como un balde de agua fría, y por primera vez sentí que yo no estaba mal, que no estaba exagerando y que sí me había ocurrido aquello.

Ahí pude llorar, llorar de verdad, el médico me hizo sentir acompañada, llamó inmediatamente a una enfermera y me dieron el apoyo qué necesitaba, me hicieron exámenes físicos y me dijeron que si quería podía denunciar, que no estaba sola y que aquello no era mi culpa. 

Nunca quise denunciar, quizá si lo hubiese hecho la mañana siguiente de esa noche, habría tenido pruebas, pero en aquel momento estaba en un estado de negación, negación qué fue confirmada por él, porque él se justificó diciéndome que sí que habíamos tenido relaciones, pero que los dos estábamos demasiado borrachos por eso yo no lo recordaba, por lo que cuando tuve la valentía para que aquello saliera de mi boca ya era tarde y sería su palabra contra la mía.

Por eso no lo conté en aquel momento, y solo un año después pude contarlo a mis cercanos, porque el mencionar la palabra abuso sexual, era demasiado para mí y siempre se quedaba atorada en mi garganta formando un nudo que me quitaba el aire. 

Los ataques de pánico a veces me dejaban derrotada en el piso, los cuadros de depresión me dejaban deshidratada y la culpa de haber salido aquella noche se repitió en mi mente los primeros meses, había salido con alguien que yo confiaba, que se suponía que era mi amigo y como alguien me dijo una vez que se lo mencioné, yo misma me lo busqué, porque sí, recibí ese tipo de comentarios.

Aquella confianza que me fue arrebata esa noche fue difícil de recuperar, por lo que pasó un tiempo hasta que me volví a interesar por alguien, hasta que pude volver a confiar y abrirme con alguien, con el paso de los años, pude hablarlo con más tranquilidad, pude contarlo sin sentir vergüenza, sabiendo que yo no era la que había actuado mal, había sido él, abusando de mi confianza, de mi cariño y de mi cuerpo. 

Y por fin pude liberarme de aquella carga, porque no era la única, a tantas les había pasado y en situaciones mucho más traumáticas que la mía, yo era fuerte por haberlo ido superando, por contarlo, pero había otras que lo eran aún más.

Y por todas ellas es que lo cuento, porque todas somos valientes al seguir y salir adelante después de aquello, 

un abrazo para todas y no olviden que nunca están solas.

Em. 

El Chico "Perfecto" [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora