Tom Riddle

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Astria sintió como si hubiera caído por un tobogán oscuro, viscoso y aparentemente interminable. Mientras se deslizaba, notó otras tuberías que se bifurcaban en todas direcciones, pero ninguna tan ancha como la que seguía, serpenteando y hundiéndose bruscamente debajo de la escuela, más profunda que incluso las ya profundas mazmorras.

El momento de mayor aprensión llegó cuando empezó a preguntarse qué pasaría cuando tocara el suelo. De repente, la tubería se niveló y ella fue expulsada con un impacto acuoso, aterrizando en un túnel de piedra húmedo, lo suficientemente ancho como para estar de pie. Mientras levantaba su varita, murmuró: "¡Lumos!" y la luz iluminó un tramo oscuro de su viaje. Cada paso resonaba en el suelo empapado, proyectando sombras siniestras en las paredes húmedas.

Astria mantuvo sus sentidos alerta, sus oídos atentos a cualquier sonido, lista para cerrar los ojos ante el menor indicio de peligro. El túnel permaneció en silencio como una tumba hasta que un sonido inesperado rompió el silencio: el crujido de algo aplastado bajo su pie, que se reveló como el cráneo de una rata. Mientras bajaba su varita, notó que el suelo estaba salpicado de huesos de animales pequeños.

Mientras doblaba otra curva en el túnel, sus ojos se encontraron con una misteriosa y gigantesca sombra que bloqueaba su camino, haciendo que su corazón se le subiera a la garganta. Algo había delante, una forma inmóvil que parecía ocupar todo el túnel. Con pasos cautelosos y ojos entrecerrados, Astria avanzó con su varita en alto, revelando un espectáculo sorprendente.

La luz de la varita se deslizó sobre la piel de una serpiente gigante, colorida y venenosa, que estaba enrollada y hueca en el suelo del túnel. El monstruo que una vez habitó ese capullo debía tener al menos seis metros de largo. Astria, todavía temblando, se reprendió mentalmente por su comportamiento típico de Gryffindor y continuó su caminata solitaria más allá de la serpiente.

El túnel seguía girando y girando, y cada paso que daba Astria hacía que los nervios de su cuerpo hormiguearan de forma desagradable. Un escalofrío de ansiedad se instaló en su estómago mientras deseaba que el túnel terminara pronto. Luego, al doblar otra esquina, se encontró frente a una pared sólida con dos serpientes talladas en piedra entrelazadas, con los ojos incrustados con enormes esmeraldas brillantes.

Astria tragó saliva y tenía la garganta seca como el polvo. Sus ojos se fijaron en las esmeraldas, que parecían tener vida propia. Sintió lo que tenía que hacer, se aclaró la garganta y los ojos esmeralda parecieron parpadear en respuesta.

"Abre", susurró Astria en un tono bajo y suave.

Las serpientes talladas se separaron y las paredes desaparecieron suavemente de la vista. Temblando intensamente, Astria entró en la cámara y se encontró en una habitación larga y poco iluminada. Altas columnas de piedra adornadas con serpientes en relieve sostenían un techo que desaparecía en la oscuridad, proyectando sombras siniestras bajo la luz extrañamente verdosa que impregnaba el lugar.

Con el corazón latiendo erráticamente, Astria permaneció quieta, escuchando el silencio hostil. Avanzó cautelosamente, varita en mano, y el sonido de sus pasos resonó con fuerza en las paredes en sombras. Las cuencas oculares vacías de las serpientes de piedra parecían observarla, y más de una vez, un escalofrío recorrió su columna, haciéndola preguntarse si las esculturas se estaban moviendo.

Cuando llegó al último par de columnas, una estatua colosal se alzaba contra la pared al fondo de la cámara. Astria tuvo que estirar el cuello para ver el rostro gigantesco en lo alto. Era una figura antigua, parecida a un simio, con una barba larga y escasa que casi llegaba a la túnica suelta de un mago tallado en piedra. Los gigantescos pies grises de la estatua descansaban sobre el suelo liso, y entre ellos, acostada, había una pequeña figura de cabello llameante, vestida de negro.

Legeremancia || Narcisa MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora