Primer capítulo: Encuentro

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En la elegante mesa de un refinado restaurante londinense, el rubor en las mejillas de Megumi Fushiguro delataba una vergüenza inexplicable

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En la elegante mesa de un refinado restaurante londinense, el rubor en las mejillas de Megumi Fushiguro delataba una vergüenza inexplicable. Sentado en una silla de roble con las piernas cruzadas, era un manojo de nervios, como si el hombre que lo acompañaba en la mesa pudiera sentirse asqueado en cualquier momento por su mera presencia.

Su semblante, antes imperturbablemente serio, ahora mostraba signos de inseguridad. El fuerte aroma a coco que inundaba sus fosas nasales lo distraía de los sutiles perfumes a vino y carne recién preparada. Aquel olor, extrañamente empalagoso para él, no hacía más que aumentar su intranquilidad en lugar de calmarla.

Ignorando las palabras que brotaban de los carnosos labios del otro hombre, Megumi parecía ser presa de un pánico inexplicable y abrumador.

— Señor Fushiguro, ¿qué le sucede? ¿Acaso mis elecciones no son de su agrado? — preguntó el otro hombre, haciendo temblar los labios de Megumi.

— No sucede nada, señor Itadori. Le ruego, me disculpé si mi falta de atención lo ha ofendido —, respondió Megumi, tratando de mantener la compostura.

El hombre alfa arqueó una ceja, pensando que el caballero de cabellos oscuros y porte igualmente distinguido se estaba burlando de él. Con las cejas fruncidas y la voz cargada de irritación, prosiguió:

— Señor Fushiguro, ¿le parecería bien que nuestro próximo encuentro sea en un hotel? ¿Qué tal en el Hotel Zedwell Circus?

— Me parece perfecto —, contestó Megumi, sintiéndose desconcertado por la pregunta y las imágenes que se formaban en su mente. Dos hombres en una habitación...

Yuji consultó su reloj de cuero, probablemente tan costoso como el de Megumi, y anunció:

— Señor Fushiguro, tengo asuntos pendientes que atender. Me disculpo, debo retirarme — dijo Yuji, levantándose y despidiéndose con una reverencia.

— Hasta luego... — Megumi respondió, devolviendo la reverencia a Yuji.

Se sentó en silencio de nuevo, con el corazón latiendo desbocado, sus manos jugueteando con las uñas cuidadosamente cortadas de sus dedos esbeltos, mientras sus pies golpeteaban nerviosamente el suelo.

"Él era el indicado."


En el cálido resplandor de la lámpara, Megumi Fushiguro yacía recostado en el elegante sillón, sumido en la contemplación de la lluvia que danzaba con melancolía en el exterior

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En el cálido resplandor de la lámpara, Megumi Fushiguro yacía recostado en el elegante sillón, sumido en la contemplación de la lluvia que danzaba con melancolía en el exterior. La penumbra de su habitación, envuelta en un aura lúgubre, parecía reflejar la profunda soledad que lo abrazaba con firmeza.

Un suave golpeteo en la puerta interrumpió la quietud, y una figura matronal irrumpió con gracia, sosteniendo con delicadeza una bandeja adornada con una taza de té, sin rastros de azúcar.

— Señor Megumi, aquí tiene su té sin azúcar —, anunció la mujer con una voz serena, que resonaba con la calidez de una madre amorosa.

— Gracias, Shion — habló Megumi con gratitud, sus ojos reflejando una mezcla de aprecio y melancolía por la presencia reconfortante de la mujer.

Mientras Shion continuaba con su tarea, Megumi la observaba con admiración silenciosa, reconociendo en ella un afecto maternal que superaba con creces cualquier lazo sanguíneo. Era como si en esos instantes de intimidad, encontrara en ella la figura materna que tanto anhelaba.

La voz de Shion rompió la quietud de la habitación, trayendo consigo una pregunta cargada de curiosidad y complicidad:

—Señor Megumi, ¿cómo le fue en su cita con el Señor Itadori?

La mención de aquel encuentro tenso y desafiante con Yuji Itadori hizo eco en la mente de Megumi, recordando las miradas cargadas de ferocidad y las palabras no dichas que colmaron el aire con una tensión palpable.

— Bien — respondió Megumi con una calma aparente, ocultando tras su mirada serena el tumulto de emociones que bullía en su interior.

— ¿Está usted seguro? — inquirió Shion con una mirada perspicaz, captando la sombra de duda que se insinuaba en la respuesta de Megumi.

— Sí, Shion. Por favor, retírese después de servir el té — solicitó Megumi con cortesía, despidiendo a la mujer con un gesto de agradecimiento.

Una vez a solas, Megumi se sumergió en sus pensamientos, debatiéndose entre la lealtad a su prima Maki y la discreción que exigía la situación. La experiencia con Itadori había sido desalentadora, marcada por diferencias irreconciliables y una incomodidad latente.

En medio de la penumbra que envolvía su habitación, Megumi reflexionaba sobre el enigma que representaba aquel hombre de cabellos bicolor, preguntándose si detrás de la fachada de desagrado se ocultaba una faceta inesperada. Tal vez, en las sombras de la incertidumbre, yacía la posibilidad de una conexión inesperada, desafiando las apariencias y revelando la complejidad de los lazos humanos.


 Tal vez, en las sombras de la incertidumbre, yacía la posibilidad de una conexión inesperada, desafiando las apariencias y revelando la complejidad de los lazos humanos

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¡Hola! Esta es mi primera Historia Itafushi. En verdad disfruto leer historias de esta pareja y tenía que escribir una historia.

Si tienen alguna pregunta no duden en comentar. Igual con las faltas de Ortografía o escenas en las que no estén bien redactadas.

Prometo que el próximo capítulo será más extenso.

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