Comienzo de Todo

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La Evolución de lo tiempos

Desde el comienzo de la humanidad, en una era remota, los humanos coexistieron con criaturas dotadas de inteligencia similar o superior, como los furries y otros seres dotados de características únicas. La existencia de esta inteligencia variaba entre un rango mayor o menor al promedio humano, pero todas estas criaturas se situaban en el mismo espectro mental.

Esta convivencia entre los humanos y los furries, conocidos como los Feirals, se basaba en una relación mutuamente beneficiosa. Los humanos, a través de su desarrollo tecnológico y agrícola, aportaban su inteligencia a la sociedad, mientras que los Feirals, gracias a sus atributos animales y su fuerza física, compensaban la falta de poder y agilidad de los humanos. La diversidad entre las especies de los Feirals se reflejaba en sus habilidades únicas dependiendo de su origen animal.

Entre las diversas razas de este mundo, la raza mitológica se destacaba por ser misteriosa y antigua, vinculados a los mitos y folclore de cada nación. Lo singular de esta raza es su variabilidad, ya que sus miembros poseían diferencias individuales debido a sus habilidades únicas, como magia, fuerza física descomunal o la capacidad de adaptar sus propias características. En comparación con otras razas, esta raza estaba compuesta exclusivamente por mujeres y tenían una predilección por secuestrar a los hombres, particularmente a los humanos, que valoraban por su inteligencia, tratando a los demás como presas.

Aunque la raza mitológica poseía algunas desventajas en cuanto a inteligencia y desarrollo tecnológico, negociaba con los humanos debido a su progreso rápido en diversas áreas como la herrería y la agricultura. Cada raza tenía demandas únicas de alimentos, lo que llevó a establecer relaciones comerciales y de intercambios de recursos entre los humanos y estas criaturas.

Las razas mitológicas variaban en poder y características, entre las cuales destacaban los centauras, las elfas, las enanas y, sobre todo, los dragones. Aunque poderosos, los dragones poseían una actitud caprichosa y arbitraria, y especialmente con los humanos, quienes eran considerados la raza más débil. Sin embargo, eran necesarios, ya que su papel como pilar económico para el mundo era fundamental.

Mientras la humanidad progresaba tecnológicamente, se dividía en dos facciones: la Eclesiarquia, compuesta por nobles que detentaban el poder militar, y el Patriarcado, que elegía un gobernante cada diez años y tenía estrechos vínculos económicos con las distintas razas. Esta división provocaba fricciones y disputas entre los grupos, lo que contribuía a una situación social y política volátil.

El Patriarcado ostentaba una posición privilegiada en términos de comercio mundial, con un dominio del 96% entre todos los seres conocidos. Esta nación se distinguía por su falta de prejuicios y su capacidad de relacionarse cordialmente con cada raza. Su política de no discriminación les permitía forjar alianzas efectivas y negociar favorablemente con otras criaturas.

Debido a su falta de dominio en el sector agrícola, la Eclesiarquia intentó conquistar a otras razas a través de invasiones, pero fue rechazado en cada intento. A medida que los siglos transcurrían, el aborrecimiento hacia la Eclesiarquia aumentó en todas las razas, lo que generaba una tensión y resentimiento creciente entre las diferentes comunidades

En el siglo XX, La Eclesiarquia desencadenó la Primera Guerra Mundial en el año 1914. Al percibir el inminente conflicto, el Patriarcado se apersonó ante los líderes y diputadas de cada raza, instándoles a mantenerse neutrales y abstenerse de involucrarse en el conflicto.

El Último Hijo De La Humanidad ( humano/furry )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora