Capitulo 4

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 Hogar Dulce Hogar

  Berta estaba al volante, manejando la camioneta con habilidad. Beatriz, sentada en la parte delantera, tenía a Alex en el regazo y lo abrazaba con cuidado, con la cabeza del joven apoyada en su pecho.

  Las otras dos, Ranga y Monika, estaban en los asientos traseros, revisando las pertenencias de Alex con gran interés y entusiasmo. Las cosas que él traía eran únicas y llamaban su curiosidad. La música suave que sonaba en la radio llenaba el ambiente, creando un sentimiento relajado y tranquilizador.

  Beatriz: No puedo creer que este sea el joven de aquella vez..." musitó ella, asombrada. "Mira lo pequeño que es... Mi mano es el doble de la suya...- Beatriz, con la mirada perdida en el joven dormido, suspiró con asombro ante la impresión de lo pequeño que se veía. Inclinó la cabeza y colocó su mano sobre la del joven, notando la gran diferencia de tamaño entre ambas.

  Berta: Tendremos que llamar a la elfa antigua" dijo ella. "Tiene demasiadas heridas por su cuerpo y ese golpe en la cara se ve muy feo.

  Berta rompió el silencio, advirtiendo que el joven necesitaría atención médica debido a la cantidad de golpes que había sufrido. Ella sugirió que deberían llamar a la elfa antigua para que lo atendiera y lo curara adecuadamente.

  Monika: Mamá, ¡tienes que ver todo esto!" dijo Monika con entusiasmo, mostrando algunas de las cosas que había encontrado. "¡Tiene comida en latas que no conozco y también tiene armas geniales!.

  Beatriz: Solo ten mucho cuidado, por favor" Dijo Beatriz con seriedad. "Y deja las armas, son peligrosas y es mejor no tocarlas.

  Beatriz, preocupada por la seguridad, advirtió a Monika que tuviera cuidado y le ordenó que dejara de manipular las armas peligrosas que había encontrado.

  A través de las ventanas del vehículo, se podía ver la carretera que se extendía ante ellas, cubierta de nieve y oscuridad. El sol se ocultaba lentamente tras las montañas, sumiendo el cielo en sombras.

  Beatriz, con ternura, acariciaba el cabello del joven que dormía en su regazo, llenando el ambiente de dulzura y cuidados. Berta, al volante, conducía con destreza, guiando el camino en silencio hacia la casa.

  Berta, conduciendo la camioneta con calma, sintió la necesidad de cambiar la música de la radio. Apretó unos cuantos botones, hasta encontrar una estación que transmitiera la canción que le gustaba.

  En el silencio del interior del vehículo, se escuchó un cambio repentino en la melodía musical, reemplazando el silencio anterior con la nueva canción elegida por Berta.

  Después de un tiempo de viaje, finalmente llegaron a la casa. Beatriz con cuidado se bajó del vehículo, sosteniendo con cuidado al joven dormido en sus brazos. Berta, por su parte, dirigió la camioneta hacia el granero, donde guardarían la carne de los animales que habían cazado de antemano para procesarlos.

  Las otras mujeres también salieron de la camioneta y siguieron a Beatriz, con cautela y silencio, mientras se acercaban a la entrada de la casa.

  Una vez dentro, las mujeres entraron en la casa, todavía manteniendo silencio para no despertar al joven. Con cuidado, Beatriz llevó al joven a una habitación y lo acostó en un sofá, cubriéndolo con una manta suave.

  Las otras mujeres, sin hacer ruido, buscaron un lugar en el hogar para descansar y reponer energías después del largo día que tuvieron.

  Las otras mujeres, sin hacer ruido, buscaron un lugar en el hogar para descansar y reponer energías después del largo día que tuvieron

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El Último Hijo De La Humanidad ( humano/furry )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora