CAPÍTULO 2: huyendo del pasado.

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AXEL

Tengo los músculos tan tensos que siento que en cualquier momento se me podrían partir.

¿Os había hablado alguna vez de mi peor pesadilla?

Pues está justo aquí, detrás de mí, y se llama Sheila.

–¿Ni siquiera vas a admitir que me has echado de menos?– dice con tono burlón, a lo que yo me obligó a incorporarme y darme la vuelta para plantarle cara.

Veo que su sonrisa va decayendo poco a poco, y noto muchas emociones diferentes en su rostro, pero la única que logro identificar es la sorpresa.

–Has cambiado– se toma un momento para pensar cómo continuar –Ya no pareces tan... rarito– dice mientras me escanea de arriba a abajo, por lo que interpreto que está intentando sacarme algún defecto, pero al ver que tarda más de lo que recordaba, mi yo interior esboza una sonrisa de orgullo.

Seamos sinceros, estoy tan acojonado que juraría que puedo escuchar los latidos de mi corazón retumbando en los tímpanos, y no es precisamente un sentimiento agradable, pero me obligo a hacerme el duro, ya que se supone que he cambiado.

<<No te lo crees ni tu>>

Callo el pensamiento y me limito a responder.

– No estoy de humor para tus tonterías Sheila, si vas a estar aquí para molestar, me temo decirte que ya te puedes ir a la mierda– digo con un tono duro, intentando verme impenetrable.

Realmente intimidó bastante más que cuando era pequeño, ahora le saco mas de una cabeza a Sheila, tengo que admitir que es bastante guapa, tiene el pelo rubio a la altura de su mandíbula, unos ojos verdes que te atrapan hasta sin intención de hacerlo.

Pero ni aunque fuera la mujer más guapa del mundo, podría cambiar el odio que le tengo.

Sheila, desde que éramos pequeños su única prioridad ha sido hacerme la vida imposible, burlándose de mí delante de otros niños, y aunque sea 2 años mayor que ella, se las apañaba muy bien para hacer que todo el mundo tuviera una opinión no muy bien vista de mi.

Me acuerdo que una vez, hasta me hizo chuparle la suela del zapato, delante de todas sus amigas que se reían a carcajadas de la situación, junto a ella, que era como la abeja reina de la pandilla que tenían.

A mi la situación me dió de todo menos risa.

Sin embargo nunca le conté nada de ese infierno a mis padres, mucho menos al director, el único que era consciente de lo que realmente pasaba en mi vida era Evan.

Fue el único en el que confíe tanto como para contárselo, y si yo odio a Sheila, el cada vez que la ve parece querer estrangularla hay mismo.

Cuando Sheila va a responder, yo simplemente cojo la maleta y entro a la casa dando un portazo dejándola con la palabra en la boca.

<<Vamos avanzando>>

Sonrío para mí mismo, puede que me haya divertido más de lo que me gustaría plantandole cara.

Me paso todo el tiempo desde que llegamos a Manchester metiendo mi ropa en el armario.

He cambiado bastante de estilo, puede que algunos digan que es para encajar en la sociedad, pero yo creo que lo hice para gustarme a mí mismo, ahora tengo la autoestima mucho más alta que hace años, siento que por fin me gusto a mi mismo.

Cuando termino de vaciar todas mis maletas de ropa ya es muy tarde, y estoy agotado, pero todavía me falta una más.

La más importante, y obviamente la he dejado para el final.

UN ARMA DE DOBLE FILODonde viven las historias. Descúbrelo ahora