- ͙۪۪̥˚┊❛ 𝓒𝓱𝓲𝓫𝓲 ❜┊˚ ͙۪۪̥◌

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(  𝟻  )


A la mañana siguiente, Kyojuro se había levantado temprano, por lo que no había estado en cama junto a él en lo que restaba de la mañana.

Afortunadamente, el rubio tuvo la suficiente empatía de dejar tanto ventanas como puertas cerradas, por lo que él podría tener mayor movilidad por la habitación sin erizarse como una pelusa de tela al ver una mancha de luz. Aunque ya llevaba un par de cortas horas allí, empezaba a sentirse aburrido sin Kyojuro, por lo que de forma distraída, había comenzado a jugar con una pequeña bola de pelusa en el suelo que rodaba burlonamente por la suave brisa que se lograba filtrar a la habitación, empujándola a un lado y a otro o a veces haciendo que flotara en el aire para atraparla.

Claro que, aquello no sirvió mucho, al cabo de unos minutos, resopló, deteniendo sus acciones y levantando su mirada hacia la puerta de shoji cerrada que separaba la habitación del Rengoku del corredor de la finca.

¿Cuándo iba a volver ?

Se preguntó en silencio, mirando la puerta.

Sus orejas se aplanaron contra su cabeza, soltando un leve gruñido disconforme desde su garganta. Su pequeño cuerpo se movió hacia el futón todavía extendido en el suelo, abandonado y frío, como él. Suavemente, se acercó a la orilla doblada hacia atrás de un extremo de la sábana, tomándola entre sus dientes para estirarla y así poder acomodarse bajo ella de mejor manera. Teniendo su tarea principal hecha, levantó un poco la sábana con su cabeza, así poder ir lentamente adentrando su cuerpo a la oscuridad del futón, en el cuál persistía el aroma de Kyojuro, algo que lo tranquilizaba un poco de la espera.

Con sus patas acomodó a su manera la parte inferior del futón, y pronto se hizo un pequeño ovillo en la seguridad del aroma del pilar que lo abrazaba cálidamente.

No supo en cuánto tiempo tardo en quedarse en una especie de sueño, aunque realmente era como una meditación en la que solía sumirse cada día escondido en una cueva mientras esperaba que el sol se ocultara. Sus ojos se mantuvieron cerrados y sus orejas estaban aplanadas contra su cabeza mientras permanecia oculto bajo la frazada del cálido futón que desprendía un rico aroma a canela y un toquecito de miel.

Su pequeño tamaño apenas se percibía, pues apenas y se notaba la pequeña bolita que figuraba ser su cuerpo.

Suspiró y relamio sus bigotes. Abrió nuevamente sus ojos ya al creer que no había caso el meditar sabiendo que tenía al dueño de sus suspiros prácticamente en la misma casa, aunque ni tan seguro ya que no podía percibir el aura bestial del rubio por ningún rincón de la finca. Algo que lo hacía soltar un maullido en forma de queja.

Sacó su cabeza por el borde de la manta que lo cubría, alzó sus orejas y miró nuevamente la puerta shoji como si le rogara que se abriera por las ásperas manos del Rengoku. Claro que esto no pasaría, ya que no sabía dónde carajos estaba el pilar en esa instancia, no podía sentirlo por ningún lado, y si intentaba usar su nariz, el único aroma fuerte del rubio se concentraba principalmente en la habitación, precisamente en el futón en el que se había restregado ya varias veces

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⏰ Última actualización: Nov 12 ⏰

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