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Se separaron del beso, y Gojo aprovechó para teletransportarlos a su antigua residencia, donde tuvo a Yuuji oculto tras su muerte.

Yuuji acariciaba su cuerpo con una intensidad casi aterradora. No esperaba algo así de su ex alumno, pensó que Yuuji sería tímido, se equivocó.

Y cómo no confundirse, si el chico irradiaba felicidad y calor con su sonrisa, como los días soleados en primavera, con el olor de las flores y el sonido de las aves e insectos. Lo tierno que se veía cuando le hacía la comida en el sótano, como lo hacía sentir en casa. Los delicados cuidados que el chico tenía con él.

No le molestaba el cambio, porque a pesar de todo, Yuuji seguía siendo así de dulce y cálido.

Solo era algo raro de una manera buena, era nuevo...

El cuerpo de Yuuji era robusto pero definido, Gojo lo notó cuando lo abrazó para teletransportarse al sótano donde se había alojado Yuuji cuando estaba escondido. Extrañó esos momentos hogareños con su sol.

Sol... si, le quedaba bastante bien al chico que Gojo conoció, a pesar de las desgracias, siguió brillando como el sol en los días nublados.

Yuuji enredó las piernas alrededor de la cintura de Gojo mientras lo besaba. El beso inexperto para ambos tenía cierta dulzura y excitación.

Gojo lo llevó a la recámara calculando los pasos sin despegarse ni un poco de

Yuuji. No despegó sus manos del cuerpo ajeno, lo apegó lo más que podía a su cuerpo.

Estando en frente de la gran cama, las manos inquietas y ansiosas de Yuuji arremetieron contra la pobre camisa de Gojo. Sus esfuerzos eran tan lindos, no lo fueron cuando la rompió e hizo que ambos cayeran.

Un considerable bulto caliente se sentía debajo de Yuuji con las manos apoyadas a los costados de la cabeza de Gojo.

Las miradas de ambos se deleitan con el exquisito banquete a sus ojos.

Tratan de recuperarse de las respiraciones entrecortadas.

Los bonitos labios de Gojo se volvieron más apetecibles cuando pasó su lengua por ellos.

Yuuji pensó que ese hombre era una tentación divina.

-Desde que desperté, he querido verte así sensei.- Llevó su mano y con el pulgar acarició los belfos lamidos por su sensei, llevando rastros de la saliva a su boca.

-No me digas así.- Gojo le dijo entre avergonzado y enojado. Yuuji no le creyó nada al sentir como esa presión caliente crecía más.

-¿Maestro entonces?- comenta divertido.

-Tampoco.- Gojo le dice mientras se sienta con Yuuji en sus muslos, una mano en la cintura y otra en la cara.

Guía ese hermoso rostro hacía sí mismo y lo besa.

-Satoru, llamame Satoru, Yuuji.- Los ojos de su sensei se dirigieron a sus labios, se veía tan bonito seduciendolo.

Iniciando de nuevo la sesión de besos, no dejó responder a Yuuji.

Entre los besos, Yuuji busca desatar el pantalón de Gojo, sentir ese bulto con su propia carne. Gojo busca con furia romper la polera de Yuuji, estaba estorbando demasiado en su camino.

La mano traviesa de Gojo baja de la cintura, apretando la piel debajo de su mano hasta llegar a la entrada de Yuuji.

Un gemido sorprendido escapa de Yuuji.

-¡Mm! ¿Satoru?- Yuuji sujetó la mano en su trasero.

-Yuuji, necesito prepararte.- Yuuji está sorprendido y sonrojado. Satoru parecía preocupado pero ansioso, pidiendo silenciosamente su consentimiento.

Transmigración en un cuerpo compartido con una maldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora